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Genero #el orgullo de salir del clóset

"No binarie me representa, trans me representa, monstruo también"

Este sábado se realiza la Marcha del Orgullo en nuestro país. Filo.News habló con una activista de género no binarie quien nos contó cómo fue su proceso para poder, finalmente, reconocerse en quien es hoy.  

"No binarie me representa, trans me representa, monstruo también"
Ame Botto, activista no binarie. | Foto: Ame. (Ame Botto, activista no binarie. | Foto: Ame.)

Rosa y celeste. Desde que nacemos hasta que nos morimos, esos dos colores marcan, en nuestra vida, dos formas de vivirla. El celeste, destinado a los varones, corona un pasar lleno de opresiones pero también de privilegios mientras que, el rosa, destina a las mujeres (aunque cada vez menos pues se va a caer) a las tareas del cuidado, las del hogar, muchos peligros y muy pocos beneficios. 

¿Pero qué pasa cuando alguien no encuentra en ese rosa y celeste un color que le represente? ¿Qué pasa con la gente que no se encuentra en ninguna de esas dos opciones? Porque, seamos realistas, son solo esas dos opciones las que este sistema heteronormativo da. 

Pero el feminismo que todo lo puede y todo lo cuestiona, llegó como herramienta para darnos más opciones y lecturas no sólo del mundo sino, además, de nosotres mismes. La identidad No binaria o, como también suele decirse, NB, es una posibilidad para quellas personas que jamás se sintieron identificadas con los conceptos de varón-mujer. 

Este sábado es la Marcha del Orgullo en Argentina. Una fecha para celebrar los derechos ganados en todo este tiempo pero también para cuestionar, pedir y exigir, políticas públicas que protejan a la comunidad LGBTQI+ que tan expuesta a la discriminación y violencia está. 

Pero antes de la marcha, antes de salir a la calle a manifestarse, hay todo un camino que recorrer siendo parte de este colectivo. Por eso, Filo.News realizó distintas entrevistas a muchas de estas identidades sexuales que integran la tan amplia y siempre en expansión, bandera del arcoiris. 

En este caso, hablamos con Ame, activista no binarie, sobre cómo fue su experiencia al salir del clóset y cómo vivió el antes y el después de semejante cambio. "En tercero grado de un colegio pseudo católico de San Isidro, un día me preguntaron si hubiese preferido haber nacido nena o nene y aunque dudé, por orgullo terminé diciendo que nena. Pero ya conocía el privilegio de ser nene, de sus mejores baños, de no tener que usar pollera con menos diez grados, de sus juguetes y sus permisos. Porque correr y pelearse era de nenes y no tenía que hacer eso aunque me encantaba. Me decían gato porque me gustaba pelearme y arañarlos", cuenta Ame.

"Pero luego la maestra me retaba y toda la agitación de correr con los chicos se transformaba en una mezcla de vergüenza y angustia. Mientras ellos seguían corriendo y riéndose de la situación de diferencia, yo me iba sola a un rincón. Pero más que disfrutar de jugar con autitos o tirando tiros o pelear en videojuegos, no recuerdo más conflictos de genero en mi infancia. ¿Por que? Porque disfurté de algunas mieles de la 'adaptación'", comenta.

Es que sí, a medida que nos formamos, aprendemos todo lo que debe o no debe hacer una chica. Nos moldeamos con una cultura que está lista para ordenarlo todo dentro de ese binomio que tanto incomoda a muches. "Entrené, aprendí y repetí todo lo que debía ser y hacer una mujer y el poder que daba eso. Tengo el gran privilegio de ser blanca, rubia y ojos verdes en este sistema que lo festeja y alienta. Pero aún así, algunas cosas son difíciles de quitar, como la sensación de inseguridad permanente, la sensación de que cualquier espacio no es el mejor o el más conveniente para mi. La sensación de violencia cuando me siento atacade. Nunca me había sentido comode, incluso cuando cumplía con el disfraz, cuando estaba adentro de esa mamushka de closets en la que me encontraba. Siempre sentí que había algo que no estaba complaciendo", explica Ame.

"Hace un año me cayó la ficha de que la palabra mujer no me representa o, en realidad, que me representa a veces. Al principio pensaba que tenía una medida, un porcentaje. Me sentía un 60% mujer y otro 40% no sabia qué era. Pero ese porcentaje fue creciendo. Y al final, de lo único que estaba segura, era de que no me sentía mujer. No binarie me representa, genero fluido me representa, trans me representa, monstruo también", detalla.

"Tengo ciertos rasgos que son masculinos y los tengo clarísimo. Ahora la gente que me conoce, me quiere o con quien me relaciono, me dicen Ame. Me gusta el imperativo del verbo amar. Todo el trabajo que estoy haciendo con mucha dedicación y tiempo, es para visibilizar a la población que me representa y hace que tenga mas sentido levantarme cada día", admite.

¿Pero cómo fue el click? ¿Cuándo es el momento en el que alguien decide dejar todo lo que fue, atrás, y comenzar siendo, para el mundo, otra persona? "Nunca estuve cómoda, pero las preguntas me surgieron cuando me vinculé sentimentalmente con una persona que no se define con canones binarios. Todo eso me generó un golpe con mi realidad y mi identidad. Ahí pude entender que todo esto que me estaba sucediendo, era posible, habitable, amable y transitable. Luego asistí al Encuentro Plurinacional el año pasado y participé de un taller de genero no binarie que me partió la cabeza. Todas las experiencias resonaban en mi, un montón, de diferentes maneras. Ahí pude entender que eso que me estaba pasando y no podía nombrar, era un lugar posible de existir con otres", cuenta.

Pero no es simple. Salir del clóset no es un acto realizable de una bocanada, no. Salir del clóset es un constante, sobre todo en una sociedad que día a día cuestiona y discrimina a todo lo que no es heteronormativo. "Aunque salí del clóset de la identidad y de la orientación sexual, noto que en mis círculos mas nucleares, aún cuesta bastante. Yo elijo y decido que me traten con pronombres personales neutrales, pero eso cuesta mucho. Y a mi también me cuesta plantarme cuando sucede. Sé también que muchas personas creen que este transitar es simplemente 'por moda'. Esos comentarios de una persona que no conozco no me importan, pero de la gente que quiero, sí", explica y finaliza: "A mis xadres les conté en diciembre del año pasado. Les conté que salía con una persona que no se idenfitica con una forma binaria y que yo tampoco lo hacía. Mi mamá reaccionó de una manera muy extraña y padre tuvo que volver a iniciar sesión porque no entendió nada de lo que le dije. Después me tomé el palo, me fui a cuba dos meses de intercambio y, cuando volví, ya era otra persona"

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