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¿Qué hay atrás de ese par de tetas?

A partir del caso del Diputado Juan Emilio Ameri el video en el que aparece chupándole uno de sus pechos a su pareja fue reproducido hasta el cansancio por los medios de comunicación. Pero, ¿quién está detrás de esas imágenes? ¿Por qué tildan a lo sucedido como violencia de género?

¿Qué hay atrás de ese par de tetas?

La tarde del 24 de septiembre será recordada en la historia de nuestro país como una de las más bizarras y desagradables de, cuanto menos, la década completa. El Diputado nacional salteño Juan Emilio Ameri por el Frente de Todos, también la tendrá en su memoria, no sólo por haberse expuesto a una de las situaciones más osadas de su vida sino por el fin (creemos) de su carrera como funcionario. 

Pero si bien él es el protagonista del escándalo, la pregunta de quién es la mujer que estaba con él y que se prestó, sin saberlo, a esta situación tan mediática, no tardó en llegar. Celeste Burgos, asesora y pareja del Diputado, después de verse replicada en cientos de canales de noticias, cerró todas sus cuentas y se niega a hablar. 

Lo que sucedió es grave. Pero no por el hecho en sí, sino por todo lo que conlleva. Para hablar de este tema podríamos nombrar la irresponsabilidad de nuestros representantes, el abuso de poder entre un jefe y su empleada (20 años menor), la operación de implantes abonada por Ameri para su novia, la palabra "gato" o "puta" que se lee en las redes para referirse a Celeste, las denuncias por acoso a menores de edad del diputado, Estado patriarcal y machista, la falta de perspectiva de género en los medios de comunicación, el concepto de intimidad y la violencia mediática. 

Para empezar, considero estas secuencias reveladoras, cada uno de los errores u horrores machistas que suceden a diario, dan pie para este tipo de notas, abren el debate a análisis que toman ésta u otra problemática y dejan sobre la mesa muy en claro por qué lo que pasó debería dejar de pasar. Capitalizar las secuencias machistas, poner un freno y dar claridad luego de un debate interesante, es, creo, una muy efectiva forma de cambiar las cosas.  

En este caso, debemos hacer eje en la violencia mediática que queda expuesta cada vez que un asunto que está relacionado con mujeres, abuso, acoso o sexualidad se viraliza en los medios de comunicación mainstream. Pero ¿qué es la violencia mediática? Bueno, se trata de cualquier publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra su dignidad. Y esto que sucedió, señoras y señores, se ganó todos los números. 

Es urgente también darnos cuenta de la responsabilidad ética y profesional que tenemos al hablar de, en este caso, Celeste Burgos, víctima de agresiones a través de las redes sociales pero también de frases, títulos y bajadas muy desafortunadas por parte de los distintos medios de comunicación. 

El periodismo feminista insiste en una Ley Micaela que capacite a todes les colegas, jefes, CEOs respecto a cómo se deben abordar este tipo de cuestiones en diarios, portales o radios. Y si bien la capacitación no es la solución final, sí es una forma de empezar a entender que estas cuestiones son más delicadas de lo que parecen. Que la psiquis de una mujer expuesta a millones de comentarios machistas puede dañarse irremediablemente y que una sociedad que juzga de forma patriarcal castiga siempre a las mujeres y premia de alguna manera a los varones

En las redes sociales se puede ver esa desigualdad. Para él (aunque con todo este escándalo hayan salido a la luz varias denuncias sobre acoso a menores de edad)  "diputeta", "chupateta", "tetagate", en cambio para ella, convertida tan solo en un pecho gigante, "puta" y "trola" son las palabras que más aparecen. 

Porque para este sistema tiene todo el sentido del mundo que un varón sea débil ante la carne fresca de una joven pero es inmoral y peyorativo cuando hablamos de una mujer que busca, quiere y desea. 

Por otro lado, banalizar, reírse o burlarse desde un medio de comunicación de un evento tan desafortunado como incómodo puede resultar muy perjudicial pero además legitima la chicana y el maltrato. Cómo no llamar a la reflexión si uno de los canales de noticias más vistos de nuestro país tituló lo sucedido como "pornozoom". 

Es tiempo de que les periodistas nos demos cuenta del poder que tiene nuestra palabra y de lo importante que es capacitarse en cuestiones de género para no cometer errores que pueden destruir la vida de las mujeres de forma cruel y desgarradora.

Es momento de darse cuenta de que no vivimos en un mundo justo que trata de la misma forma a todes. Existimos en una sociedad que juzga con violencia y castiga severamente la libertad sexual de las mujeres y de las disidencias y ser consientes de eso es importantísimo a la hora de informar con responsabilidad. 

Porque no es lo mismo ser varón que ser mujer y entender esas diferencias estructurales que vuelven la vida mucho más hostil para todas las feminidades, es parte de nuestro trabajo. Me pongo utópica, pero aprovecho estos eventos desafortunados para hacer énfasis en que ya es hora de que hagamos un periodismo que nos enorgullezca y que refleje el mundo en el que vivimos pero también en el que nos gustaría vivir, ¿nocierto?

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