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Somos peteras, ¿y qué?

A partir de visitas en época de pandemia estricta que recibió el presidente Alberto Fernández, esta nota. No por las visitas y tampoco por la pandemia sino por los insultos a, particularmente, las mujeres que estuvieron en la Quinta de Olivos.    

Somos peteras, ¿y qué?

La petera del presidente es trending topic desde hace dos días. A la actriz Florencia Peña la señalan por haber visitado a Alberto Fernández en Olivos en el medio de una campaña que, por ahora, parece tener más opereta que acción. 

Pero la idea no es hablar de ese caso en particular sino poner en claro algo que tiene que ver con nuestra sexualidad y nuestro derecho como personas deseantes. La pregunta suena cliché pero, ¿por qué "petera" es un insulto? ¿Por qué algo tan lindo como el placer sexual, cuando se trata de una mujer, es humillante? Bueno, la respuesta también es cliché. Machismo everywhere. 

Empecé a ver la serie Okupas hace algunos días. Nunca la había visto y me enganché. Es una serie que refleja muy bien los 2000 y que envejeció impecable. Todos los chistes me causan gracia hasta que el bardeo se centra en la homosexualidad. Ahí freno y analizo. Fue hace casi 22 años. Hace más de dos décadas los chistes homoodiantes estaban de moda y era muy gracioso relacionar al puto con la sumisión, al marica con la "mamasita". Está buenísimo ver cómo esos códigos, por lo menos en la televisión, ya casi no existen. Pero también para analizar cómo nuestra generación creció con ese chip en la cabeza, ese cableado mental que vincula que ser una feminidad es, de por sí, humillante. 

La sexualidad de todo lo que no es un varón cisgénero es un debate extenso y más que una nota debería ser una tesis. Porque el problema no es sólo "femenino", es de todo lo que no es un macho. Pero en este caso, la ligamos nosotras. Bah, Florencia Peña que ya pasó por ahí, ya alguien publicó un video privado en donde se la ve teniendo relaciones y sufrió el escarmiento de toda una sociedad que todavía no supera que las mujeres cogemos, deseamos y gozamos. 

Porque en definitiva de eso se trata convertir algo tan placentero y hermoso como un pete, en un insulto. Negarnos la posibilidad siquiera de pensar en el sexo como algo lindo, llenar de culpas y angustias una actividad que estuvo y aún está en esta cultura creada sólo para los varones. Nuestra sexualidad se vincula directo con la procreación y de forma explícita e implícita al goce con la verguenza, a la incomodidad y la negación. 

Las mujeres no cagamos, no comemos y no cogemos. Todos los placeres más geniales no nos pertenecen y tenemos que pagar culpas si algo de eso sale a la luz. Y si bien los movimientos feministas resistieron y resisten ante la negación de este derecho adquirido, la sociedad retrógrada también. La famosa frase, "la historia la escriben los que ganan" hoy y con la existencia de internet y las redes sociales, se vuelve relativa. Aún así, que #LaPeteraDelPresidente esté entre las cosas más comentadas de los últimos días, habla de todo lo que aún falta para charlar. Y como creo que de estas cosas hay que aprovechar el timing y sacarles jugo, es que planteo algunas preguntas: ¿no nos vuelven seres sociales las palabras? ¿No son ellas las que nos permiten comunicarnos con la otredad? ¿No está bueno empezar a desarmar algunas ideas que ya no representan lo que somos? 

La construcción del idioma es clave y que la palabra "petera" o que la expresión "chupa pija" ya no tengan esa carga peyorativa es una forma interesante de terminar con algunos cuestiones sexistas que no tienen lugar en la "opinión pública". Está claro que quien dice "chupa pija" no está realmente diciendo eso o quien insulta a la mamá de otra persona tampoco piensa que Carmen es realmente una prostituta (con todo el respeto que les tengo a las putas). El origen de los insultos queda en segundo plano cuando se insulta, ¿no? Porque en realidad lo que querés es molestar al otre, ¿pero no estaría bueno que el sexo deje de ser algo molesto? La carga negativa de cualquier actividad sexual legal marca una división y una diferencia tanto de género como de orientación

Que recibir, que arrodillarse, que darle placer a otra persona, sea quien fuere, exista como algo malo, tiene mucho que ver con la humillación y las violencias que vivimos las feminidades por ser quienes somos. El sexo fue, desde siempre, el arma que tienen los varones para adoctrinarnos. El sexo es política. Pero hoy porque pudimos votar, podemos gozar. Hoy trabajamos y si bien no somos tan fuertes biológicamente (aunque esto también es relativo), vivimos en una sociedad que no necesita la mayoría de los casos de la fuerza física para sobrevivir. No somos animales, somos personas, tenemos leyes que cunplir y derechos ganados que tomar. Y es momento de que los varones y que este sistema se enteren.

Por eso, como mujer deseante que quiere defender lo que nos corresponde, les quiero contar en este humilde acto que yo también soy petera. Alta petera. ¿Y ustedas? 

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