Cada 29 de abril -desde hace 16 años- se celebra el "Denim Day", un evento en el que se alienta a las personas a usar jeans (denim) para crear conciencia sobre la agresión sexual y la violencia.

La iniciativa nació en Los Ángeles, por voluntad de la asociación "Peace Over Violence" y es una respuesta a la escandalosa sentencia de la Corte Suprema de Apelación de Roma, que en noviembre de 1998 anuló la condena a prisión por violación contra un hombre de cuarenta y cinco años, ya que la víctima, una chica de 18 vestía jeans ajustados y según la corte: "Los pantalones vaqueros no se pueden quitar ni siquiera parcialmente sin la cooperación activa de quien los lleva […] y ello resulta imposible si la víctima lucha con todas sus fuerzas". Esto quiere decir que la chica era acusada de consentimiento por llevar jeans el día de la agresión.

Este fallo, que representa una página vergonzosa en la historia legal italiana, provocó una protesta generalizada y desde ese momento este tejido -dril de algodón- se convirtió en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual gracias a las mujeres estadounidenses que salieron a la calle con jeans ajustados para protestar por el escandaloso veredicto. 

Este año el 29 de abril llegó en un contexto muy diferente, atravesados por la pandemia del coronavirus y encerrados en nuestras casas, y si bien esta situación les impidió salir a manifestarse en las calles encontraron otra manera de visibilizar esta problemática: a través de las redes sociales y con el hashtag "DenimDay". 

Desde entonces y hasta hoy en día, miles de usuarios de Tik Tok compartieron públicamente sus historias de abuso y violación que ocurrieron en la mayoría de los casos a temprana edad y por personas cercanas a ellos: parientes, vecinos o amigos de la familia.

Con la canción de fondo "It's Time" de Imagine Dragons que reza "Nunca cambiaré quién soy" los protagonistas de estas historias muestran la ropa que usaban en el momento del abuso. Después lanzan una señal de fuck-you y sonrisas, saltos o baile. Analizamos estos videos con la Licenciada Agostina Silvestri, psicóloga de la Red de Psicólogxs Feministas. 

"Si bien las modalidades de tramitar la angustia son singulares y no correspondería detenernos a hablar sobre si es pertinente para cada una de esas personas el uso del video -cada quien tendrá repercusiones singulares asociadas a su vez a la recepción del video, la configuración de la red de apoyo en la que se inserta, la historización de la escena traumática, etc- podemos procurar rastrear qué/cómo hacen los videos y qué se repite en ellos", dice la especialista en diálogo con Filo.News.

"Es evidente que estos videos produjeron un efecto de multiplicación-viralización: el video hace más videos mayormente iguales, donde lo que se repite es la mostración de la ropa (generalmente con roturas o rasgaduras), una señal de fuck-you y sonrisas, saltos o baile acompañados del extracto de la canción que propone 'nunca voy a cambiar quién soy'. Se repite entonces una misma modalidad, que produce efectos de masificación", continúa. 

"Para cada persona, la modalidad de elaboración puede ser diferente. Hay quienes eventualmente llegan a hacer chistes sobre una situación de abuso pasada, hay quienes lo recuerdan durante años con amargura y angustia, hay quienes experimentan furia, culpa, vergüenza, quienes prefieren hacer público su padecimiento, quienes eligen mantenerlo en secreto. Todas las modalidades están 'bien' -como psicóloga procuro no pensar situaciones en términos de categorías morales del tipo 'bien' o 'mal'- en la medida en la que sean funcionales para cada persona, esto es, que permitan integrar el recuerdo de la situación traumática a su curso vital", aclara Silvestri.

"Ahora bien, en el efecto de masificación y re-producción, puede resultar que esta elaboración se vea afectada por la modalidad espectacularizada de ese otre/eses otres que antecedieron y que también publicaron sus videos: se produce entonces el efecto de repetición (que, en principio, no respeta la singularidad de cada experiencia y cada elaboración de lo traumático) y todes reproducen la misma dinámica. Lo que me parece en principio inquietante es esta condición de repetición que -además- se ve teñida por la velocidad de la transformación emocional y el cierre de alegría o éxtasis", analiza la psicóloga. 

Sin embargo hay usuarios que se animaron a hacer el video pero prefieren no mostrar la cara ni esbozar una sonrisa al final. Sobre esto Agostina Silvestri dice: "Esto me parece interesante justamente porque, de alguna manera, rompe este efecto de repetición y propone otra dinámica. Y, en todo caso, se asemeja un poco más -aún con enormes distancias, por supuesto- a la realidad de un proceso: la elaboración de un trauma no sucede en el tiempo de unos segundos de video, no necesariamente culmina en una rebeldía alegre -asociada al ser sobreviviente- ni cierra con moño en la decisión de hacerlo público".

"La elaboración, insisto, debe ser singular. Y cuando digo 'debe' no me refiero a un deber moral, sino a que necesariamente ha de ser así para resultar una elaboración o una tramitación del dolor y no una mera adecuación. La experiencia no encaja en recetas o pasos predeterminados. Si bien puede haber sensaciones o procesos compartidos entre quienes alguna vez vivimos un abuso, es fundamental que ese compartir no devenga en una mímesis y que podamos conservar lo específico de nuestra experiencia, de nuestro proceso de elaboración y de nuestros recursos. Lo mimético aplasta la experiencia singular", continúa.

"La elección de la misma canción se inserta como un atributo más entre todos los que se repiten y que recién íbamos nombrando. En relación al contenido de la letra, pienso que el 'nunca voy a cambiar quien soy' vuelve al efecto de la repetición de lo igual. Nada permanece igual a sí mismo, ni siquiera nuestra identidad. Quienes 'somos' -cómo actuamos, cómo nos percibimos a nosotres mismes y al entorno, cómo nos sentimos, cómo pensamos- está en continuo devenir y se configura justamente en base a nuestras experiencias. En este sentido, podría ser que el 'nunca voy a cambiar quien soy' cristalice la noción de que una experiencia puede descartarse, arrojarse a la basura y si te he visto no me acuerdo, esto no ha cambiado nada", asegura la psicóloga de la Red de Psicólogxs Feministas. 

"Repito, somos en nuestras experiencias. Por eso hablo de la importancia de integrar la experiencia traumática al curso vital y a la historia: no quedarnos anclades en la repetición del trauma (lo cual a veces se vive como un curso vital impregnado de pensamientos, sensaciones o emociones relativos a la situación de abuso, pesadillas, etc.) ni tampoco negarlo -'esto no pasó'- o desmentirlo -'sé que esto pasó, pero siento que no pasó / que no me afecta'-".

Por último la Licenciada reflexiona: "Hay algo del video que, si bien es un slogan, creo que es importante: poder repensarse como sobreviviente, y no anclarse en la identidad de víctima. Para acompañar a una persona que vivió un abuso creo que es importante poder sostenernos como presencia y escucha abierta: sin aportar consuelos que minimicen o banalicen el padeciemiento ('bueno, ya pasó, ahora hay que salir adelante'), sin instalar ideales asociados y normativos ('tener' que superar, 'tener' que perdonar, 'tener' que dejar atrás, 'tener' que contar, etc), sin apabullar ni insistir. Algo así como una modalidad de acompañamiento que comunique un ¿me importás, estoy disponible para vos cuando lo necesites'".

"Cada quien tiene su proceso, sus tiempos, sus estrategias más o menos funcionales en relación a la matriz de la que forme parte, y es importante respetarlo", cierra.