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Musica #Taylor swift#midnights

Taylor Swift nos hace testigos de sus trece noches sin dormir

La artista femenina más escuchada de Spotify vuelve con trece (que terminaron siendo veinte) confesiones bajo el brazo, para confirmarnos que cuando pasamos la noche en vela, a todos nos invaden los mismos pensamientos: curiosidad por lo que no fue y podría haber sido, miedos, inseguridades, y la polarización entre el amor y la sed de venganza, ambas emociones tan antiguas como el mundo mismo.

Taylor Swift nos hace testigos de sus trece noches sin dormir
Taylor Swift nos hace testigos de sus trece noches sin dormir.

Era la 1 de la madrugada en Argentina cuando Taylor Swift lanzó Midnights, su décimo disco de estudio con trece nuevas canciones sobre las cosas que la mantienen despierta de noche: qué podría haber sido, las fantasías de venganza, el amor, el desamor y el desprecio hacia uno mismo. Tres horas más tarde, a través de un inesperado posteo en sus redes sociales, anunció siete temas más que formarían parte de la versión Midnights (3am edition). Por lo tanto, son 20 las nuevas canciones que la artista norteamericana nos regaló durante esta madrugada.

Midnights y Midnights (3am edition) marcan el inicio de una nueva era en la música de Taylor, pero están en sintonía con su estado más puro: el amor romántico planteado como un cataclismo que te parte al medio y no queda otra que entregarse a él, las heridas de dolores pasados que permanecen después de años, la espera eterna del karma sobre aquellos que le hicieron mal y la sospecha inexorable de que mañana probablemente haya que enfrentar los mismos miedos. 

A priori está clara la distancia con Folklore y Evermore, los dos trabajos discográficos que lanzó en 2020. Tanto en sonido como en las letras, esta vez se alejó del indie folk y los triángulos amorosos ficticios donde cada integrante tiene su derecho a réplica en una canción. Midnights está compuesto por historias en primera persona, basadas en hechos reales. Ahora bien, lo que nunca cambia es su fuente de inspiración: Swift vuelve sobre sí misma una y mil veces, se sumerge en la espiral de los acontecimientos que la marcaron y siempre encuentra una nueva forma de presentar aquello que no puede olvidar, llega a otras conclusiones, gana nuevas perspectivas.

El disco abre con Lavender Haze y fija el tono pop, un concepto que Taylor escuchó por primera vez cuando estaba mirando la serie Mad Men y contó que se trata de una frase común de los años 50, que se usaba para describir “estar enamorado”. “Cuando estás en un lavender haze, vas a hacer cualquier cosa para quedarte ahí y no dejar que nadie te baje de esa nube”, dijo en un video a que publicó en su Instagram, y agregó que la canción va sobre ignorar el ruido externo y el qué dirán para proteger un vínculo verdadero.

La segunda canción se llama Maroon y es la prueba de que todo lo que podría haber salido mal, efectivamente sucedió. Taylor nos comparte que alguien le hizo una pregunta, ella no respondió, y a partir de ahí la pendiente fue en declive y ya no queda nada de todo lo bueno que había. Cuatro canciones después, en Midnight Rain, finalmente nos enteramos cuál fue la interrogante en cuestión: “Él quería una esposa/yo estaba haciendo mi propio nombre”

Sin embargo, en Question…? con una melodía acusadora que no deja de aumentar la tensión, es ella la que cuestiona qué pasó. Ahora es su turno de sentir que entregó demasiado y del otro lado solo le devolvieron silencio. Luego, con Bejeweled llega la reivindicación y la euforia es acompañada con un teclado electrónico que deja en evidencia que valorarse no significa ser engreída: “un diamante tiene que brillar” asegura Swift, que al mismo tiempo le recomienda al interlocutor que espere sentado si cree que va a cambiar de opinión.

Anti-Hero es la tercera canción del disco, primer single con videoclip y 100% pop. Taylor reconoció que es una de sus canciones más personales hasta el momento porque nunca había hurgado en tanto detalle para describir sus inseguridades. Y pese a que en la primera oración asegura que si bien se vuelve más grande, eso no la convierte necesariamente más sabia, lo innegable es que su habilidad con las palabras se afila conforme pasa el tiempo y ya no hay lugar para el pudor; confiesa pesadillas, desvela su narcisismo encubierto y no duda a la hora de inculparse y mostrarse como la antiheroína perfecta. “El problema soy yo”, reconoce al final.

Luego, llegó el momento de Snow On The Beach, la colaboración con Lana del Rey, que pudo haber dejado con sabor a poco a quienes esperaban un dueto, pero de todas formas se las puede reconocer a ambas en una poesía que deja al descubierto la abrumadora incredulidad ante algo tan mágico -e inusual- como el amor correspondido, “como si vieras caer nieve en la playa”, explicó Swift. 

You’re On Your Own, Kid es otra historia. La sensación es la de llegar a una fiesta exclusiva, que te prometieron que iba a estar buena, y dárselas de lleno con la desilusión: te das cuenta de que no querés estar ahí. Sin embargo, no te vas porque hay algo (alguien) que te retiene en el lugar, no de manera coercitiva, sino más bien no querés perderte su presencia. Pero, como sucede a veces, el interés hacia la otra persona disminuye a medida que se acorta la distancia y podemos ver de cerca qué es lo que hay en realidad. 

Con un beat insistente y pujante, Taylor nos cuenta esta escena pero no se lamenta, y por ende el título de la canción, que como en el poema de Idea Vilariño «Uno siempre está solo pero a veces está más solo», termina con una moraleja optimista: estás por tu cuenta, siempre fue así, y podés con esto, como ya pudiste antes con todo lo otro.

En Vigilante Shit el beat no explota y es minimalista, volviéndose pesado y oscuro, porque los deseos se oscurecen al igual que en Karma: la intérprete quiere que sus enemigos paguen por los daños causados. ¿Cómo? No se especifica, no es lo más importante, pero mientras los observa desde lejos y teje alianzas con los enemigos de sus enemigos.

En Labyrinth, tanto la música como la voz se vuelven particularmente dulces y envolventes y parece la ocasión ideal para confesarle a su amor lo que ella supo desde un primer momento: superarlo le va a llevar toda la vida. La melodía pasa con cautela, pero si se presta atención casi que causa una tierna incomodidad ser testigo de su lamento y tantas declaraciones.

Los dos últimos temas; Sweet Nothing y Mastermind. El primero es una coautoría con su novio de seis años, el actor Joe Alwyn, quien aparece en los créditos bajo el seudónimo “William Bowery”. Se trata de una instrumental y letra sencillas, con escasos arreglos, donde prevalece la voz de Swift. La segunda en cambio, incurre en un estilo más psicodélico, algo nuevo en su repertorio, y vuelve sobre la idea de atracción a primera vista y el prodigio de coincidir en el mismo momento y lugar. En esta ocasión se burla de sus tendencias neuróticas y las lleva al extremo: “¿Qué pasaría si te dijera que nada de esto fue accidental?”, entona indicando que en realidad conocer a su ser amado fue un plan meticulosamente diseñado por una mente maestra, la suya.

En su cuenta de Twitter, Taylor describió Midnights como“un collage de intensidad, subidas y bajadas. La vida puede ser oscura, estrellada, nublada, aterradora, electrizante, caliente, fría, romántica o solitaria, como las madrugadas”. Y en este sentido, eligió combinar este concepto con una estética que nos transporta sin escala a los setenta: camisas con rayas verticales, jeans anchos, vestidos corte evasé, figuras geométricas, brillo y un delineado grueso. Las fotos del álbum revelan la concatenación de un padecimiento que se extiende durante toda la madrugada, la incertidumbre que da que alguien no llame ni conteste del otro lado, y la noche que avanza sin pedir permiso.

Descalza y mirando un punto fijo, Swift posa preocupada en una habitación de tonos cálidos donde el tiempo parece haber quedado suspendido: ella con un teléfono como los que ya no se usan, ella en el piso, mirando al techo, agarrándose la cabeza, jugando con un encendedor. El drama en su cara nos hace sospechar que algo que tendría que estar pasando, no pasa. Ella espera pero las noticias no llegan. 

Lo que sí llegó alrededor de las 4 de la mañana fueron siete canciones más: The Great War, Bigger Than The Whole Sky, Paris, High Fidelity, Glitch, Dear Reader y Would’ve, Could’ve, Should’ve, para redondear el número y dejar en claro que a Taylor Swift todavía le gusta escribir discos completos con más de once temas. 

En el caso de The Great War, que por una cuestión sonora podría haber sido incluida en Folklore, se hace un paralelismo entre la angustia por tener problemas para confiar y por reclamarle a alguien algo que no le corresponde, y el dolor físico de la Primera Guerra Mundial, la cual utiliza como metáfora para hacer referencia a su pasado, y señalarlo como responsable de sus males actuales.

“Todo lo que toco se vuelve enfermo y triste”, canta en Bigger Than The Whole Sky, que si bien hace referencia al cielo, se siente como entrar en un estado de apnea en lo profundo del mar: una eterna despedida a algo que no fue y ya no será. 

En High Fidelity queda algo de la Evermore era, con un sonido que retrotrae a ivy y tolerate it. Taylor expone una vez más su afinidad con el concepto de karma, pero esta vez es la otra parte la tiene la potestad para vengarse: “¿De verdad querés saber dónde estuve el 29 de abril?”, pregunta. Y luego, Paris, la bocanada de aire fresco que faltaba, no hay peros ni finales truncos: “Me dejé llevar por la vista (su amado), como si estuviéramos en París”. De las veinte canciones es quizás la que tiene un sonido que se asemeja más a 1989, su disco de 2014.

Por su parte, Glitch, Dear Reader y Would’ve, Could’ve, Should’ve, son las más diferentes de este grupo ya que no suenan a nada parecido que Swift haya hecho antes. 

De todas formas, en la primera la reconocemos por sus agudos y juegos de palabras característicos, y en la Dear Reader, por primera vez en este disco, la autora se refiere a una segunda persona, y le recomienda no seguir sus consejos, aunque a veces es mejor “quemar todos los archivos” y empezar de cero.

Por último, en Would’ve, Could’ve, Should’ve, Taylor se enfrenta al dilema de cómo vivir con el recuerdo de una relación que terminó mal. Después de debatirse entre el arrepentimiento y la aceptación, finalmente toma una decisión y dada la línea de este disco, creo que no será difícil deducir cuál eligió.

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