Hace varios días que Twitter tiene monotema. En este caso, dos personas conocidas en el ambiente periodístico, progresista y feminista ser enfrentaron: Tomás Rebord y Florencia Freijo.
Después de una entrevista exclusiva que el abogado tuvo con el presidente Alberto Fernández, Freijo hizo un tuit sobre el poco espacio que aún tenemos las mujeres en los lugares de poder respecto a los medios y dio a entender que Rebord, además de estar sobrevalorado, era un abusador. No lo puso explícitamente ni adjuntó ninguna prueba. No lo dijo pero lo dijo y Twitter ardió.
No acusarás abusos en vano debería ser ley.
El conflicto que tiene la politóloga en esta red social no es nuevo y ser tendencia es ya algo habitual, aunque en este caso el hateo se volvió peligroso y recibió amenazas de muerte en su casilla de mail. Rebord, por su parte, hizo un programa entero dedicado a su persona sin nombrarla y refiriéndose de forma irónica y bastante rancia a los movimientos feministas y al mundo queer.
En este mortal kombat tuitero, entre acusaciones y retrucos, muchas son las preguntas y las exigencias al feminismo, como si este heterogéneo movimiento político tuviera una sola referente. De hecho, una de las características más complejas y relevantes es que no hay candidata posible porque los movimientos dentro del movimiento son tantos y tienen tantas vertientes que no existe el personalismo. Menos mal.
El escándalo y la acusación, la victimización y la burla son condimentos picantes que llaman la atención y generan que el polvo se levante y que nadie vea nada. Pero en el fondo de esta pelea cuasi mediática se esconden algunas problemáticas que está bueno postular y también, una certeza: los varones son los poderosos que continúan siendo salvados.
El 6º Proyecto Global de Monitoreo de Medios (GMMP) sostiene que se necesitarán al menos 67 años más para cerrar la brecha de igualdad de género en los medios de comunicación tradicionales en todo el mundo. En Argentina, aunque hay cada vez más mujeres en los medios, las voces femeninas para formar noticias siguen siendo minoría. No llegan al 30% por ciento de las fuentes y como expertas solo en un 21% de los casos.
Esto sucede en los medios tradicionales pero en los espacios alternativos la situación se replica. Varones que dirigen o varones referentes se imponen como voces periodísticas de alto nivel y todo el empuje que tuvieron los movimientos feministas en el año 2015 en estos espacios parece haber quedado atrás. Y como sostengo en otro de los artículos, la naturalización del machismo resplandece. Hace diez años la sociedad toda negaba estas desigualdades pero hoy las acepta, las abraza y hasta se burla de ellas.
La liviandad irresponsable con la que se acusa o se da a entender, sin pruebas, algo tan delicado como un abuso tiene consecuencias en las redes, ¿pero cuál es el límite? Rebord tuvo que salir a pedir clemencia ante la crueldad "Florencia la está pasando mal". Las amenazas que Freijo denuncia son graves pero las respuestas parecen de película: "jodete", rezan.
Twitter fue mi primera red social, en la que hice amigues e incluso en donde conseguí trabajos. Hoy después de varios ataques a lo largo de los años, me convertí en una simple observadora. Soy consciente de que cualquier opinión que de, que no sea sobre comida, series o pavada, va tener consecuencias. Si bien entiendo que es mi cuenta personal y puedo opinar lo que quiera, a su vez sé que al trabajar con género existe ahí una responsabilidad. Y acá la trampa, porque al decirlo, al hablar de responsabilidad, hablo de consecuencias y el hateo masivo es, para todes pero principalmente para las mujeres que tienen mucha llegada, una consecuencia exagerada e inmediata. El aumento indiscriminado de bots, el trolleo y la persecución ideológica, te expulsan. La derecha más rancia existe y resiste en la plataforma del pajarito y convierte ese espacio de expresión en un imposible para el periodismo feminista.
Pero en este caso no son los libertarios quienes actúan sino los propios y parece que la turba tiene blancos a los que no perdona.