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Comedores: más de 10 millones de personas sin alimentos

El gobierno frenó los fondos a comedores para organizar otro sistema pero no hay fecha de active y el silencio es total. El 80% de las personas que trabajan en estos espacios son mujeres que le buscan la vuelta y plantan su propia comida. En esta nota hablamos con una referente villera, ¿qué pasa con los barrios humildes?  

Comedores: más de 10 millones de personas sin alimentos


Si la crisis que atraviesa Argentina preocupa y el bolsillo está cada vez más flaco, imaginemos lo que sucede en los barrios más humildes. La fuerte suba de precios complicó a comedores para adquirir insumos y desde distintos movimientos sociales solicitan ayuda al Ministerio de Capital Humano.

Para entender qué pasa, FILO habló con María Claudia Albornoz, alias La Negra, referente política en su barrio de La Garganta Poderosa, revista mensual de cultura villera.


SIN COMIDA NO SE PUEDE PENSAR

La batería de aumentos que suceden desde que asumió Javier Milei no dan respiro. Las organizaciones sociales quisieron transmitirle a la flamante ministra Sandra Pettovello su preocupación ante la situación alimentaria que atraviesan los barrios populares pero denuncian haber sido ninguneadas y reprimidas. A su vez se solicitó una audiencia con la titular de la cartera “para poner en común miradas y estrategias” a fin de abordar la problemática.

Según el Registro Nacional de comedores y merenderos (Renacom) del ex Ministerio de Desarrollo Social hay unos 35.000 en todo el país que alimentan a más de 10 millones de personas. “La situación en los comedores es realmente desesperante, los comedores comunitarios obviamente están en barrios populares y los ingresos en este último mes se han visto pulverizados por una inflación altísima. La canasta básica de alimentos que nosotros tomamos para una familia de cinco integrantes es de 253 mil pesos, o sea, es más del 30% del mes anterior y realmente esto genera una situación de emergencia alimentaria”, explica Albornoz.

En los barrios populares el acceso a los derechos más básicos está restringido. Agua potable, electricidad y gas, son herramientas con las que millones en nuestro país no cuentan y esos factores, a la hora de darle de comer a la población más vulnerable es clave. “Si antes abríamos los cinco días de la semana ahora hay que abrir solamente tres y estamos viendo cómo nos acomodamos. En muchos barrios no hay gas natural así que utilizamos garrafas. A su vez la garrafa aumentó un 120 por ciento en el último mes, o sea, pasó de valer de 4.700 a 10.250 y un comedor promedio utiliza 5 garrafas de 10 kilos. Esto equivale a 51.250 pesos por mes, una cifra imposible”, especifica La Negra.

Pero las cuestiones más básicas no son el único problema porque cuando hay crisis todo colapsa. “Las demandas de nuestros comedores se extendieron más allá de lo alimentario. Ahora las familias se acercan a pedir de todo. La situación alimentaria está realmente al rojo vivo. Obviamente se dejó de consumir frutas, los lácteos son cada vez más complicados de comprar y antes nosotras decíamos que con el arroz podríamos hacer maravillas, pero hoy nos llegamos ni a eso, porque el arroz aumentó enormemente y además es un arroz de muy poca calidad”, comenta.

LAS MUJERES AL FRENTE



Hay un concepto para la labor que realizan las mujeres dentro de los barrios populares y que se llama “triple jornada”: el trabajo doméstico y de cuidado, el trabajo remunerado y el trabajo comunitario.

Según el INDEC, las mujeres trabajan dentro de casa de tres a cuatro horas más que los varones y por fuera representan más del 45% del trabajo total mundial. Pero a eso, en los barrios más precarios, se le tiene que sumar una jornada más. Ergo, tres trabajos distintos en un mismo día.

“Las mujeres somos las que venimos trabajando y sosteniendo el desborde. Somos las mismas mujeres las que tuvimos que salir a trabajar más, somos trabajadoras de triple jornada. Trabajos de cuidado, trabajos de limpieza y trabajo en los comedores. Todas labores que además se pagan muy poco. La hora de cuidado de una persona mayor está 800 pesos y si no aceptas el trabajo hay 10 personas atrás más desesperadas que vos, o sea que tenés que agarrar”, sostiene Albornoz. 

De acuerdo a un estudio del Ministerio de Economía, del total de trabajadores de la construcción solamente el 4,6% son mujeres; en energía, el 26,5%; y en la industria, el 29,5%. En el otro extremo, el personal doméstico está feminizado en un 96,5%; el sector de la asistencia social, en un 82,7%; el de la enseñanza, en un 72,6%, y el de los servicios sociales, en un 67,1%.

Ese mismo informe indica que estos últimos trabajos son peores pagos que los anteriores. A eso habría que sumarle las tareas del hogar ya que las mujeres ocupan entre cinco y seis horas más en su día al realizarlas y el cuidado de los y las hijas que también ocupa carga mental y tiempo. 

Aún así y con el viento en contra, son ellas las que se ponen al hombro los comedores ya que integran el 80% de estos espacios, pasan al rededor de 6 a 10 horas y sus estrategias son muy variadas. 

“Frente a este problema y ante la ausencia del Estado, armamos redes. Las cocineras seguimos poniendo el lomo y empezamos a pensar en producir nuestros propios alimentos a partir del compostaje y de sostener huertas en distintos lugares del país. Tenemos 20 huertas en diferentes asambleas que abastecen comedores en esos barrios, por ejemplo, en La Rioja el barrio Virgen de Desatanudos. Nos siguen faltando un montón de cosas porque ojalá tuviéramos vacas, gallinas, etc. No es nada fácil porque es más trabajo, inclusive para las mujeres, pero es una de las estrategias que estamos pensando y tratando de llevar adelante”, sostiene la activista.


¿LA CASTA? EL PUEBLO 
 

Durante toda la campaña el presidente Javier Milei se postuló contra una estructura política que hoy forma gran parte de su espacio político. En las propuestas de La Libertad Avanza la idea de achicar la pobreza era un pilar aunque las medidas económicas a corto plazo advertían otra cosa. Esa "otra cosa" sucede hoy. 

Los aumentos no son la única incomodidad que viven en este momento los comedores, desde que asumió el nuevo gobierno no reciben los fondos necesarios para mantener estos espacios abiertos.   

El Gobierno, por su parte, confirmó que mantiene pisado el envío de fondos a comedores comunitarios pero adelantó que trabaja en un nuevo sistema para que hagan las compras de insumos con una tarjeta en vez de recibir la mercancía desde el Ministerio de Capital Humano.

“Por parte del Gobierno no hay respuesta. Tenemos algunas conversaciones con gente del nuevo Ministerio de Capital Humano pero no sabemos ni con quién estamos hablando. Por otro lado, el nivel de auditoría que pretenden poner es realmente insoportable porque te llenan de papeleo. Y no es que no querramos ser transparentes, ni que no queramos mostrar a quienes le damos las raciones de comida, pero realmente nos ponen a hacer papeles y eso genera una burocracia que demora mucho más y los chicos están sin comida ahora mismo”, explica la referente. 

El nuevo y posible esquema que proponen desde la cartera no tiene fecha de salida. Como las consecuencias son peligrosas y mortales, referentes de la Iglesia, ONGs y movimientos sociales le acercaron al Ejecutivo un listado de comedores que administran y la cantidad de asistentes que, además y con la actual crisis económica, aumenta a diario.  
 

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