Nota escrita por Martín Mozotegui

Imaginate volver después de 17 años a la Argentina y que 15.000 personas te reciban como si fueras una madre que hace mucho no viene a casa. Que todos bailen, salten y brillen con vos. Eso fue lo que vivió Kylie Minogue anoche, en su regreso al país con un show inolvidable en el Arena de Buenos Aires.

La última vez que Kylie visitó Argentina fue en noviembre de 2008, cuando presentó su X Tour en el Club GEBA. Desde entonces, pasaron varios álbumes, una pandemia, un revival disco, una explosión viral (Padam Padam) y, sobre todo, una acumulación de sentimientos. El reencuentro era urgente y necesario.

Durante casi dos horas, la diva australiana convirtió el Arena en la pista de baile más grande del país. Lo hizo con un setlist de 24 canciones que recorrieron todos sus clásicos, de Spinning Around a Tension, de Locomotion a Confide in Me. La puesta en escena fue sencilla pero efectiva: grandes bailarines, visuales pop y una bola disco que iluminó hasta el rincón más oscuro de Buenos Aires.

Hubo varios cambios de vestuario, y un momento ¡Mi país! ¡Mi país! Kylie apareció con un outfit con los colores de la bandera argentina, desatando el grito de todos los presentes. Si cerrabas los ojos por momentos, te sentías transportado a una disco de los 80 o a uno de sus videoclips.

No necesita grandes efectos ni fuegos artificiales. Kylie se planta con carisma, presencia escénica y talento. La conexión con el público fue eléctrica, y le respondimos como se debe: con devoción absoluta.

A sus 57 años, Kylie se consagró (hace rato) como una leyenda y una de las artistas más emblemáticas de la historia del pop y de las más queridas para la comunidad LGBT+. La rubia de tacones vino a abrir la puerta del disfrute con una sonrisa que no se borró en ningún momento de la noche, y la dejó abierta para que entremos todos.

Quien les escribe tenía 10 años en su última visita, y anoche quedó claro que Kylie une generaciones. También, entre el público, estaban nuestras estrellas pop como Lali y Juliana Gattas, como si la escena local se hubiera reunido entera para rendirle homenaje. Porque sí, fue histórico.

¿Cuántos kilómetros separan Melbourne de Buenos Aires? No importa. Anoche, gracias al pop, todo se sintió cerca.

Nota escrita por Martín Mozotegui