Music Wins 2025: un regreso de curaduría fina, line up internacional y una escena local en expansión
Con su edición más grande hasta la fecha, Music Wins volvió y tuvo a Massive Attack, Primal Scream, Yo La Tengo, L’Impératrice y una generación local marcó una jornada que volvió a conectar al público con la escucha, el detalle y la experiencia.
Music Wins regresó y esta vez, Mandarine Park, se convirtió en el escenario perfecto para ser testigo de la que ya es su edición más ambiciosa: cuatro escenarios, más de 20 artistas y un formato que creció en dimensión sin perder su rasgo central —la curaduría minuciosa que lo distingue dentro del mapa de festivales argentinos.
Desde temprano, el predio se cargó de esa energía tan particular del Music Wins: un público que llega a descubrir, que valora el diseño sonoro de cada propuesta y que encuentra, a orillas del río, un espacio donde la música respira entre árboles, cielo abierto y una producción pensada al detalle. Mandarine, sede histórica del festival, volvió a demostrar que entiende su pulso: amplitud, naturaleza y un flujo armónico entre escenarios que permite transitar la jornada como un recorrido sensorial.
Massive Attack: la oscurdiad luminosa en su esplendor
Entre los platos fuertes de la programación, Massive Attack ofreció uno de los momentos más intensos del día. Con un set emocional y visualmente hipnótico, la banda reconfirmó por qué sigue siendo un faro del sonido contemporáneo. Hubo clásicos como “Teardrop”, “Angel” y “Safe From Harm”, pero también una puesta técnica milimétrica: tras notar la cercanía del predio con el aeropuerto, el grupo ajustó en tiempo real la entrada de los pasajes más climáticos para sincronizar su show con los intervalos de silencio entre los despegues. Una coordinación casi quirúrgica que elevó aún más la experiencia.
Primal Scream: psicodelia y carisma
El espíritu de fiesta llegó con Primal Scream, capitaneados por un Bobby Gillespie en modo carismático absoluto. “Loaded”, “Movin’ On Up” y “Rocks” marcaron un set que logró algo difícil en este tipo de festivales: unir a los que fueron a bailar con los que fueron a escuchar.
Yo La Tengo, The Whitest Boy Alive, Tash Sultana y la elegancia global
La programación internacional completó su arco con la electricidad expansiva de Yo La Tengo, la precisión minimalista y luminosa de The Whitest Boy Alive, y la sensibilidad instrumental de Tash Sultana, que desplegó su virtuosismo a través de loops, capas y climas que conectaron directamente con la audiencia.
L’Impératrice: disco francés, humor y un lazo argentino inesperado
Entre los debuts esperados, L’Impératrice se llevó uno de los momentos más celebrados del festival. En su primera vez en Argentina, la banda describió su identidad como “un grupo de seis amigos” que todavía toca con la misma química de sus inicios: ritmo, groove y una elegancia que nunca pierde humor.
En la charla con Filo.News, sorprendieron con sus referencias locales: mencionaron su fanatismo por Astor Piazzolla y Lalo Schifrin, y contaron que días antes cruzaron a Ca7riel y Paco Amoroso en un festival en Miami: “Son impresionantes y completamente locos de ver”, dijeron entre risas.
Su presentación en Mandarine confirmó lo que anticipaban fuera de cámara: un show que combinó disco, pop francés y una conexión inmediata con el público argentino.
Respecto a la escena local, el Music Wins volvió a darle un lugar central a la música argentina, con una selección que unió proyectos consagrados, nombres emergentes y estéticas diversas.
Winona Riders, Camionero, Evlay, Juana Aguirre e Isla Mujeres marcaron momentos clave de la tarde, entre energía, psicodelia pop y experimentación electrónica. La intensidad de Fonso y Las Paritarias, el caos rockero de Sakatumba, el pulso indie de OK Pirámides y artistas como Socorro, Hannie Schaft, Ale Cares y los Magos Farciar, Máze, Nina Suárez y Terrores Nocturnos completaron una grilla que sostuvo la identidad del festival: diversidad, frescura y riesgo como motores.
Con una edición más amplia pero igual de cuidada, Music Wins reafirmó su lugar como un festival que no corre detrás del mainstream: lo define. Su combinación de historia, experimentación, sensibilidad visual y una comunidad cada vez más fiel construyó una jornada que dejó huella y elevó la vara para lo que viene.
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