Su nombre es Mateo Keenan, trabaja en el área de logística de una empresa de cosmética natural y decidió sumarse hace cuatro años y medio al vegetarianismo.

“El vegetarianismo me llamó la atención porque varias personas exitosas llevaban ese estilo de vida”, comentó el joven, que terminó haciéndose vegano dos años más tarde.

Mateo reconoció que la vida de un vegano es igual a cualquier otra. Sin embargo, contó que hay que tener una mayor toma de conciencia con respecto a lo que uno ingiere, descubrir nuevos alimentos y estar atento para ver qué producen en el cuerpo.

“Es una toma de responsabilidad porque además de cocinar para uno mismo se le ofrecen los productos a los que nos rodean, no desde la exigencia sino para compartir con otros”, dijo el instructor de la fundación el Arte de Vivir. A su vez, reveló que al principio fue bastante traumático el cambio para su familia pero luego hasta su hermano se hizo vegetariano.

Keenan confesó que cuando se hizo vegano pedaleaba alrededor 25 kilómetros por día y estudiaba una carrera re difícil. De esta forma, desmintió los rumores que afirman que llevar este tipo de alimentación podría quitarnos energía. 

Sin dudas, es un cambio de vida que no se genera de un día para el otro y requiere la aprobación de un profesional de la salud.