Siempre tenemos un amigo que es nuestro cómplice en cada aventura que emprendemos: ya sea para cubrir alguna macana que nos mandamos, o para conseguir algo que queremos, ese amigo siempre está ahí.
Este simpático loro aprendió de sus dueños cada movimiento y decidió utilizar el conocimiento para compartirlo con su inusual compañero: un gran perro siberiano. Ambos hambrientos, y con la mirada en los restos de comida de "los patrones", la pareja se las ingenia para llenar sus estómagos.
El ave, prendida a los bordes de la hornalla, toma con su pico los fideos que se encuentran en la olla y se los pasa a su compañero, que lo espera ansioso del otro lado.
Se dice que los perros son los mejores amigos del hombre, pero claramente pueden serlo también de los loros. ¡Dale play al video y morí de ternura!