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La cultura del nude: cuando el cuerpo real deja de ser un tabú

Cada vez con más frecuencia, jóvenes intercambian imágenes sensuales de sí mismos a través de sus teléfonos celulares. Cómo contribuye esta práctica a una imagen natural y saludable del físico y qué riesgos y beneficios presenta.

La cultura del nude: cuando el cuerpo real deja de ser un tabú
Intercambio de imágenes de cuerpos semi o completamente desnudos invaden los chats (Foto: Unsplash)

Están manteniendo una conversación por WhatsApp y, entre frases provocadoras y emojis sonrojados, te manda una foto que en otra época se hubiese conocido como "hot" o "sexy”, pero que hoy se conoce como "nude"

No hay mucha ciencia en la formación de la palabra: nude=desnudo, aunque no siempre tiene por qué ser así: con ropa, sin, cubriéndose o no, en poses sugestivas o súper natural, las nudes llegaron para apoderarse de la vida sexual de las sábanas para afuera y muchas veces, también, para romper con el tabú del cuerpo real, que llega para desplazar a la imagen hegemónica de lo que es considerado un físico "perfecto".

Si bien existen riesgos a la hora de compartir imágenes de uno mismo de este calibre, los millennials son tan millennials que ya descifraron cómo hacer para que, si el material comprometedor llegase a sitios para los que no estaba pensado, no sea posible reconocer al autor o autora: no mostrar sus rostros, marcas de nacimiento ni tatuajes son algunas de las opciones válidas.

El intercambio de nudes debe siempre ser consensuado | Foto: Unsplash

Las nudes invaden felizmente la vida sexual cibernética de las y los jóvenes y da lugar a un intercambio conocido también como "sexting". Además, como en toda práctica millennial, hasta tienen una jerga propia: "send nudes", "mandá pack" y similares son moneda corriente en este tipo de interacciones.

En primer lugar, definamos "nudes": para Gabriela Carmen Pagola, estudiante de Medicina de la UBA, se trata de "una foto de nuestro propio cuerpe o del cuerpe del otre (sic) con una carga sexual o bien mostrando nuestre cuerpe libre de pudores con un alto contenido desde la sensualidad y sexualidad".

En este sentido, la Psicóloga y Especialista en Sexología Clínica Silvana Savoini escribió en su artículo "Nuevas tecnologías, nuevos desafíos" (2013) que "auto retratarse utilizando el recurso de las cámaras digitales es una alternativa más de autoconocimiento", aunque advierte que el hecho de "la autoexploración se hace público si compartimos las imágenes íntimas con otras personas", lo que termina resultando en un "arma de doble filo".

Tanto Pagola como Savoini coinciden en utilizar esta expresión para calificar el intercambio de estas imágenes de alto grado sexual.

"Desde una torpeza cotidiana como mandar algo por error a otro contacto o desde otra cuenta, hasta llevar a arreglar una computadora con archivos no eliminados; el riesgo también es no saber bien con quién se está realizando esta práctica: si tiene nuestros mismos valores y respeta el código que deseamos entablar, como la exclusividad a quien es destinada para evitar algún tipo de divulgación o situación que nos genere incomodidad", detalla la primera ante la consulta de Filo.News.

Por su parte, la segunda considera que "este recurso es un arma de doble filo" porque si bien "nos da libertad e intimidad para jugar con las imágenes, la posibilidad de compartirlas también instantáneamente nos expone al mismo tiempo a un peligro del cual no siempre somos conscientes".

La Licenciada Patricia Safadi, Psicóloga y Sexóloga sostiene una postura similar y recomienda "llevarlo a cabo con parejas de confianza, para evitar sorpresas y no encontrarse expuesto públicamente en una escena pensada para la intimidad" y "cuidarse de no quedar atrapado en este tipo de interacciones virtuales y reducir la vida sexual a eso interrumpiendo los encuentros presenciales".

Más allá de los aspectos a tener en cuenta a la hora de enviar una nude, ¿qué significa hacerlo? "Creo que la cultura nude no sólo es producto de una experimentación de una sexualidad más libre, sino también es el fruto de la articulación que se da entre factores determinantes como el placer, el deseo, lo visual e intangible, plasmado (y facilitado) mediante la tecnología. Nos manifestamos y reconocemos como objeto de deseo y atrás quedaron esos viejos cánones visuales con cuerpes hegemónicos que llevaban a compararnos y cuestionarnos constantemente; ahora, el mensaje es claro: 'este es mi cuerpo, es deseo y fuente de placer para mi y para con quien decido compartirlo'", opina Pagola.

Las nudes, un arma de doble filo | Foto: Unsplash

Pero basta de opiniones profesionales, ¿qué piensan las personas que habitualmente envían y reciben nudes?

"A mí no me gusta que salga mi cara, ya me pasó que compartieron mis fotos sin mi consentimiento. Trato de hacer fotos y usar fondos donde no puedan reconocerme de ninguna manera", cuenta a Filo.News Milagros Maciel, de 19 años.

"En un principio solo le mandaba a mi pareja, pero después de que se normalizó para mí el hecho de enviarlos me di cuenta que es un buen juego previo o también una forma de sentirme más deseado y dejé de ser tan cauto. Hoy en día si no conozco mucho no tengo miedo de enviarlos mientras yo no sea el que tiene que hacerlo primero", opina por su parte Matías Yucci, de 21.

Las nudes no son nada del otro mundo. Son una forma de interacción más -con la que hay que tener cuidado, sí- pero que, irónicamente, si bien se practica con otra persona del otro lado de la pantalla, resulta en un camino válido para aceptarse y quererse a uno mismo tal cual es. 

Preferentemente, el intercambio debe realizarse con una persona de confianza | Foto: Pixabay

Tampoco es algo exclusivo de las generaciones que rozan los 20: Rocío, de 34 años, se inauguró en el universo de las nudes a los 30, luego de finalizar una relación de 7 años. "Cuando decidí que quería volver a conocer gente, empecé a usar apps de citas porque me parecía más fácil que exponerme al encare 'en vivo'. No estaba soltera desde los 23, cuando solo existía Facebook y no había ninguna otra red social, por lo que la forma de conocerse y vincularse había cambiado radicalmente. En ese aprendizaje de entender cómo funcionaba todo ese nuevo ritual de apareamiento digital, descubrí el sexting y el intercambio de nudes", relata en diálogo con este medio.

Esta experiencia, además de otorgarle la emoción de "lo nuevo", le obsequió algo mucho más valioso: "Luego de mi separación bajé mucho de peso y tuve que conectarme con un cuerpo diferente, trabajar sobre un montón de miedos y complejos arraigados desde la adolescencia, algunos de los cuales me siguen acompañando. Las nudes fueron una herramienta súper importante en ese autodescubrimiento. Mientras que el espejo me devolvía una imagen que muchas veces no me gustaba, o con la que no podía identificarme, las fotos me permitieron encontrar una forma de gustarme, de reconocerme como sujeto sexual. Recibirlas es divertido, pero la verdadera transformación fue aprender a gustar de mi cuerpo gracias a las nudes, y eso sin lugar a dudas potenció mi sexualidad desde una mayor confianza en mí misma".

De forma similar a Rocío, Feli, de 17 años, también siente que las nudes tuvieron un impacto positivo en su vida: "A mí me costó muchísimo desarrollar una sexualidad libre sin vergüenza y siento que normalicé un poco más la cuestión de que otras personas vean mi cuerpo sin ese miedo a que se asusten de ver una corporalidad trans".

No podemos dejar de destacar que esta práctica debe ser consensuada y siempre realizarse cautelosamente, preferentemente con alguien de confianza y entre mayores de edad. Chequeado esto, no queda más que presionar enviar.

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