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Actualidad #Debate presidencial 2019

Debate presidencial: ¿Impacta en el resultado de las elecciones?

Por segunda vez en la historia, Argentina se enfrenta a un debate presidencial. En el proceso de construcción de una tradición democrática, ¿cuánto influye un debate de cara a las elecciones?

Debate presidencial: ¿Impacta en el resultado de las elecciones?
El escenario del debate para el balotaje presidencial en el 2015.

Esta noche, a las 21,  se realizará la primera parte del debate presidencial en Argentina de cara a las elecciones del 27 de octubre. Será la segunda edición de un evento que tuvo su estreno en el país en el año 2015. ¿Pero sirven realmente los debates?

El periodista Luis Novaresio, quien fue uno de los primeros tres moderadores de la historia de los debates presidenciales del país (junto con Rodolfo Barili y Marcelo Bonelli) pero que no formará parte de esta edición, sostiene que “la relevancia del debate es importante por una cuestión institucional ya que hasta hace cuatro años éramos uno de los pocos países del mundo que no los tenía”.

Novaresio: “Desde lo psicológico es trascendente cómo un candidato se presenta y expresa sin apuntes y ante un estrés masivo como lo es estar frente a una cámara de televisión”.

Barili, Novaresio y Bonelli en la previa del debate presidencial del 2015.

El primer debate televisado de la historia fue en el año 1960 en los Estados Unidos. Los candidatos presidenciales que se enfrentaron en aquel momento fueron John F. Kennedy, por los demócratas, y Richard Nixon, por el partido Republicano, en uno de los debates más trascendentes de la historia política mundial.

La audiencia estimada para aquel debate fue de 70 millones de televidentes. El nivel de exposición de la emisión produjo que la imagen cuidada, juvenil y la mirada en la cámara de Kennedy frente a los nervios, el sudor y lo pálido de Nixon (quien se negó a maquillarse) dieran como “ganador” al candidato por el partido Demócrata.

En Argentina en 2015, la transmisión del primer debate con los candidatos de la primera vuelta, excepto por Daniel Scioli quien se ausentó, tuvo un promedio final de 9.1. Sin embargo, el debate para el balotaje entre Scioli y Macri alcanzó un promedio de 51.1, superando el alcance que había tenido la final del Mundial de fútbol entre Argentina y Alemania el año anterior.

Los análisis de las consultoras en aquel entonces tuvieron interpretaciones diversas en cuanto al “resultado” del debate:

  • Management & Fit: “Macri estaba mucho más relajado, con una actitud más ganadora, mientras que Daniel Scioli estuvo más a la defensiva”.
  • Aresco: “Creo que Macri y Scioli no se sacaron diferencias sustanciales o que puedan modificar las tendencias electorales que se registraban hasta antes del debate”.
  • Isonomía: “Es una cuestión de percepción, pero quien logró la mayoría de los objetivos que fue a buscar es Macri”.

Novaresio asegura que “no tiene claro si un debate puede influir en la tendencia de las intenciones de voto”.

El acuerdo entre la Cámara Nacional Electoral y los distintos candidatos en la estructura general del Debate 2019, deriva en una dinámica rígida y prácticamente sin posibilidad de repreguntar o de una contrarrespuesta entre los participantes.

A pesar de la discutida selección de periodistas, los moderadores del debate se limitan a un rol casi inexistente. Cada uno estará a cargo de uno de los núcleos temáticos en los que sólo harán una presentación de 45 segundos y anunciarán el espacio de cada candidato en un tiempo máximo de 10 segundos.

“El rol del moderador debería ser de moderador. Lo que se ha hecho ahora es reducir a los periodistas al locutor en off de Pulsaciones. Si en el debate anterior se los limitó, en este prácticamente se maniató a los moderadores. Es inadmisible. La Cámara Nacional Electoral cedió más al pedido de los candidatos que al requerimiento ciudadano”, agrega Novaresio.

De esta manera, la posibilidad de profundizar, contradecir o repreguntar por parte de los periodistas, es prácticamente inexistente.

Otra carencia del caso argentino es la imposibilidad de un “debate abierto” donde exista un intercambio de ideas sin la obligación de que haya exposiciones estrictamente programadas por un tiempo limitado.

Novaresio recomienda “prestar atención a los casos de Estados Unidos y España donde el moderador puede preguntar libremente y se da un debate sin red mucho más atractivo”.

En definitiva, Argentina todavía no tiene una tradición que permita entender este momento como un evento atractivo. Sin embargo, es necesario el paso del tiempo para una construcción que se nutra democráticamente y permita que tanto los candidatos como los electores lo entiendan como un hecho altamente relevante para la sociedad civil.
 

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