La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que afecta y afectó a más de 200 millones de mujeres y niñas repartidas en países de África y Oriente Medio.
Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de los casos se practican en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años.
En una avanzada en materia de derechos de la mujer, Sudán aprobó una ley que criminaliza a quien practique la MGF de ahora en adelante, siendo el castigo máximo tres años de cárcel.
Si bien esta noticia es bien recibida (y debe serlo), resulta preocupante saber que será muy difícil erradicar esta terrible práctica.
Muchas comunidades africanas ven, en la mutilación, un paso necesario para el matrimonio, por lo que se la puede considerar una tradición muy asentada.
Otra cuestión poco alentadora es que, por miedo a las represalias, habrá quienes no denuncien este crimen.