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Jinetes del West Side

Toti dice que desde que tiene memoria, vive arriba de la moto. Que trabaja y pasea sobre dos ruedas. Que le fascina sentir el ronroneo de las cilindradas del motor bajo sus piernas y como el aire fresco golpea su cara. Jura que es su lugar en el mundo.

Jinetes del West Side
Jinetes del asfalto: motos, cultura del robo y reclamos de seguridad

Semanas atrás, Toti viajaba por el Autopista del Oeste, a la altura de Ituzaingo, sentido a CABA, cuando dos motos lo encerraron y ocurrió algo que, pese a su buena memoria, jura no haber visto jamás.

"Se me acercaron dos motos -detalló a Filo.news- , con dos pibes en cada una, y me sacaron la llave de arranque a 110 kilómetros por hora. Una situación de terror".

Quitarle la llave a una moto que acelera a más de 100 kilómetros por hora, es como tirarle un tiro a alguien a ver si lo esquiva. Toti pudo sobrevivir por la pericia de tantos años de manejo y contar la anécdota. Pero no todos tienen la misma suerte.

Javier (se reserva la identidad real por seguridad) está vivo por la falta de puntería del joven que le disparó cinco veces para quitarle su Kawasaki Versys 650 negra y amarilla. A Javier lo interceptaron sobre José María Paz, también en Ituzaingó, zona roja para motoqueros, yendo hacia el Acceso Oeste. También fueron dos motos sólo que cada una con tres jóvenes arriba.

"Veo que se vienen. Acelero, me voy hasta que siento un tiro. Me pasa una moto blanca y negra y suelto la mía porque siento tres tiros seguidos. Salgo gateando, me disparan dos veces más; el último tiro me lo pegó en la pierna. El que manejaba una moto se cagaba de risa y le decía al tirador que era una verga, que no me había pegado un tiro. Me pasó lo que veía en youtube. Ahora sé que es verdad lo que está pasando", confesó Javier en el primer testimonio que compartió los grupos de WhatsaApp de la comunidad motoquera. Más tarde, tras rastrear por las redes los sitios donde los jóvenes suben sus "trofeos", Javier encontró su moto y a sus verdugos.

"El que aparece adelante en mi moto es el que me disparó", señaló sorprendido.

Con este testimonio, y las imágenes auto incriminatorias de los autores de los robos, la Policía Bonaerense organizó cinco allanamientos en tres municipios del conurbano bonaerense y recuperó motos y armas. También detuvo en González Catán, al motociclista que se reía de la mala puntería de su compañero en el ataque que sufrió Javier. La Bonaerense, muy original, lo llamó el "delincuente youtuber".

Pero este no fue el único motivo que tuvo el Ministerio de Seguridad bonaerense para detener a estos jóvenes. Ocurre que ante la violencia de los robos, los motoqueros marcharon desde Ciudadela hasta el peaje de Ituzaingó reclamando seguridad. Nunca antes hubo una manifestación de motos tan masiva en el conurbano oeste. Una marea rumiante que llamó la atención de los vecinos, que corrían a los puentes que cruzan la autopista para fotografiar el momento. El reclamo fue tan multitudinario que hasta Spiderman se sumó en su scooter.
El que también participó fue "El Chino", uno de los organizadores de la marcha, que avisó a Filo.news que la comunidad motoquera necesita respuestas rápidas.

 

"Basta de intentos de homicidio. Nos quieren matar. Te encierran a 100 kilómetros por hora, te tirotean, se montan en tu moto. Muchos de nosotros salimos a laburar en moto, somos esenciales. La zona oeste está liberada y al ladrón que agarraron, fue gracias a nosotros, que empezamos a agitar desde las redes", expresó.

Desde el municipio de Ituzaingó no respondieron a las consultas de Filo.news sobre la marcada inseguridad que denunciaron los motociclistas entrevistados para esta nota. La misma actitud tomó el Ministerio de Seguridad bonaerense. Aunque cabe aclarar que autoridades de ambos espacios se reunieron con los referentes motoqueros y les garantizaron que están trabajando de manera conjunta, con apoyo de la Policía Federal, para terminar con la modalidad que se incrementó durante la pandemia.

CULTURA DE BARRIO

"La verdad -confió Toti a Filo.news- es que son malabaristas. Pero lo que más sorprende es la impunidad con la que se manejan después, cuando publican los trofeos en las redes".

Como si fuesen jinetes del asfalto, los motociclistas señalados de ser los autores de este tipo de robo en zona oeste, son jóvenes y sienten fanatismo por las motos. Su destreza al manubrio, según los denunciantes, puede verse en distintos usuarios de Instagram. Uno es Argentina al Grau, que cuenta con 34 mil seguidores. Otro es Crazy Stuntt, que tiene 123 mil seguidores. Ambos perfiles muestran acrobacias callejeras de jóvenes motociclistas. Desde Argentina al Grau destacaron a Filo.news que están al tanto de que la página comenzó a ser visitada por dueños a los que les robaron las motos o policías que buscan detectar la identidad de los asaltantes y la ubicación posible de las motos.

"Nadie habla bien de nosotros. Piensan que los motociclistas que mostramos son todos chorros y las motos truchas. La verdad es que mostramos contenido de barrio y somos una cultura que crece día a día por pasión a las motos", señalaron.

Que el robo de motos haya crecido durante la pandemia, tiene sus explicaciones. Una de las dimensiones del crecimiento de este tipo de robo, está relacionada a que la compra de bienes por redes se masificó y provocó más motoqueros y menos policías en la calle, por estar abocados a los controles del aislamiento preventivo. Más motos, menos policías. Como decían las abuelas, la oportunidad, hace al ladrón.

Pero más allá de las estadísticas, es evidente que en el Oeste hay una cultura delictiva que se generó alrededor de un objeto tan preciado por los jóvenes como es la moto.

Lil Tula es cantante de trap, vive en Merlo y tiene 4543 seguidores en Instagram. Su tema Argentina al Grau, tiene casi 20 mil reproducciones en youtube. "Lo que hice fue contar ese mundo desde una canción. Creo que muchos no hablan porque aparece una moto robada en el video y te van a buscar a vos. Nunca me involucré en la Grau, no sabía que era una cultura. Investigué y me enteré que viene de Brasil. En el conurbano, en el barrio, la mayoría de los pibes si no quieren ser futbolistas, quieren la moto, quieren ser Grau", explicó el joven artista.

La música ayuda a conocer lo que pasa en las calles. Lil Tula, sensible a su contexto, describe la realidad que viven sus vecinos, sus amigos, sin prejuicio de clase.

El fenómeno del Grau convoca cada vez más a los jóvenes. Algunos, eligen comprar sus motos. Otros, robarlas. Del otro lado de la mecha, están los motoqueros de alta gama, que promueven el uso de armas de fuego para protegerse de los "jinetes del asfalto" y de la inacción policial.

Malbina Silva es licenciada en Sociología, doctora en Ciencias Sociales e investigadora asistente del CONICET; además es docente en la Carrera de Comunicación Social (UBA) y de Sociología (UNSAM). Su campo de investigación es la música popular. En diálogo con Filo.news, Silva apuntó que el fenómeno de los jóvenes que roban motos para después hacer piruetas tiene dos dimensiones.

"Una es la dinámica de la posesión de la moto como valor identitario. La otra –opinó la académica- es la continuidad de la posesión de esos objetos, como las zapatillas, la ropa, los equipos de música y los teléfonos celulares. Esto refiere a la identidad asociada a la posesión de esos objetos materiales. El mercado impone los objetos y los pibes se los apropian para afirmarse identitariamente. Así demuestran que también pueden tener algo en una sociedad de consumo".

Respecto a la relación de los jóvenes con el objeto preciado, Silva consideró que "cuando los programas tienen audiencias populares, las publicidades incitan la compra de motos, especialmente para jóvenes. El mercado retroalimentó la identidad a través de la posesión. El problema es pensar que todos los que andan en motos son chorros. Hay que buscar una forma de no alentar lo que los medios incitan y por otra parte, mantener distancia con el marco ideológico que señala a los autores de estos robos como víctimas del sistema".

Sobre el aumento de este delito, la socióloga opinó que "más circulación de moto y más acostumbramiento de las poblaciones a las compras virtuales, hicieron que el objeto preciado esté más a mano. El deseo es tener una moto. No se roba una moto para ir a seguir robando, sino para canalizar ese deseo. Pero tener una moto en este escenario, está relacionado al ocio y la creatividad de los jóvenes en un mundo simbólico que desafía la participación de ellos en el espacio público durante la pandemia. Siempre se piensa que se roba para comer. Pero en los jóvenes puede resultar también una respuesta al orden establecido, una transgresión".

Motos, robos, acrobacias, trap. El nuevo estilo de vida de muchos jóvenes del conurbano oeste. Una cultura bandolera que tal vez muchos no comprendan. Pero que ahí está. Rumiante y escandalosa, como la juventud de los jinetes del asfalto.