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¿Por qué hoy se celebra el Día de la Flor Nacional?

¿Cuál es la flor nacional de Argentina y por qué? La respuesta es el ceibo, fue declarada Flor Nacional en 1942, pero en 2008 se instituyó el 22 de noviembre como el Día Nacional del Ceibo. En esta nota, historia, tradiciones y características de una flor rojo pasión.

¿Por qué hoy se celebra el Día de la Flor Nacional?

La flor del ceibo, también llamado seibo o bucaré, y conocido en la región de América del Sur como “árbol del coral”, fue declarada flor nacional por decreto del Poder Ejecutivo Nacional en diciembre de 1942.

La elección fue resultado de una encuesta realizada por un diario, de la que participaron unas 20 mil personas. Previamente había sido seleccionada la magnolia pero fue descartada por tratarse de una especie exótica, no autóctona de la Argentina.

El ceibo es un árbol originario de América: se lo encuentra en la Argentina, en Uruguay (donde también es flor nacional), en el Brasil y en Paraguay; siempre cerca de cursos de agua como el Paraná y el Río de la Plata. Perteneciente a la familia del poroto, es de tronco bajo y copa amplia y da una flor rojiza científicamente denominada Erythrina crista-galli (“roja cresta de gallo”).

Es una de las especies que se pueden descubrir en las áreas Protegidas, Parques Nacionales y Reservas Naturales, del Centro y el Norte del país. 

Cuenta la leyenda

Según la tradición oral, la flor del ceibo nació cuando la Anahí fue condenada a morir, tras participar en un cruento combate entre su tribu guaraní y el ejército invasor. Hasta allí, la niña cantaba feliz en la selva, con una voz dulcísima, tanto, que se decía que los pájaros callaban para escucharla. Pero un día resonó el ruido de las armas. Se dice Anahí luchó tanto como pudo pero que finalmente fue apresada y condenada a la hoguera.

Los soldados la ataron a un tronco, amontonaron a sus pies pajas y ramas secas, y al rato una roja llamarada la rodeó de fuego. Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó a cantar. Era como una invocación a su selva, a su tierra, a la que le entregaba su corazón antes de morir.

Su voz estremeció a la noche, y la luz del nuevo día pareció responder a su llamado: consumido el fuego, los soldados se sorprendieron al ver que el cuerpo de Anahí se había transformado en un manojo de flores rojas.

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