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Actualidad #Alfredo olmedo

¿Qué lugar debe ocupar (o no) Alfredo Olmedo en los medios?

Las declaraciones del legislador y la responsabilidad de los medios de comunicación en su difusión abren un debate que involucra la exposición, la ética y el consumo irónico del discurso.

¿Qué lugar debe ocupar (o no) Alfredo Olmedo en los medios?
Alfredo Olmedo

Alfredo Olmedo, diputado nacional por la provincia de Salta, declaró estar preparándose para ser candidato a presidente de la Nación. Sin embargo, sus declaraciones y propuestas electorales despiertan polémica cada vez que las hace públicas.

El diputado se presenta como el “Bolsonaro argentino” y tiene como propuestas electorales la recuperación del Servicio Militar Obligatorio; la defensa de la “mano dura” con declaraciones como: "delincuente abatido, delincuente que no vuelve a ser delincuente" o “quien abata a un delincuente será condecorado, no enjuiciado”; e inclusive la instauración de la pena de muerte y de la castración química a los violadores.

Alfredo Olmedo y Jair Bolsonaro

Con un declarado y amplio apoyo de algunos sectores de la Iglesia Evangelista, Olmedo fue el legislador más entrevistado en la televisión entre agosto y octubre de 2018 con 41 entrevistas, y el tercero en cuanto a figuras en general, según la consultora Ejes de Comunicación.

Por lo que se abre un debate sobre si las declaraciones que se basan en la restricción y la eliminación de derechos humanos que fueron ampliados en las últimas décadas deberían tener lugar o no en los medios de comunicación tradicionales y cuál sería la forma responsable de hacerlo por parte del periodismo.

Beatriz Busaniche, presidenta de Fundación Vía Libre (ONG dedicada a la defensa de derechos fundamentales en entornos mediados por tecnologías de información y comunicación), asegura que a pesar de repudiar todos y cada uno de los dichos del diputado Olmedo, inclusive al caracterizarlos como “fascistas”, no debería existir una censura previa de su discurso sino ampararse en su derecho a la libertad de expresión, siempre y cuando se encuadre en las leyes constitucionales.

La responsabilidad de la propagación de su discurso está en quienes le dan el espacio, es decir el medio y el periodista. Busaniche sostiene que cada uno de sus dichos debe ser contrapuesto con hechos y datos que expongan al legislador en sus argumentos. En caso contrario, ofrecerle ese espacio para la exposición de sus ideas sólo editorializa.

Los medios tradicionales de comunicación tiene un impacto en la sociedad que hace suponer la injerencia que podrían tener en las elecciones a partir de los discursos como los de Olmedo o Bolsonaro.

Según Busaniche, el primer objetivo de cualquier candidato electoral es ser popular. Por lo tanto, estas figuras consiguen su popularidad a través del espacio en los medios y de las declaraciones que generan impacto en la sociedad, no importa si el impacto es positivo o negativo.

El consumo irónico de esos discursos ayuda a difundir el mensaje y llegar a sectores que de otra forma no hubiera llegado. A pesar que Busaniche no tiene una respuesta que considere como “certera” sobre si el consumo irónico es funcional o no al mensaje fascista, “ignorar la existencia de esta clase de sujetos y no escuchar que están ahí puede ser muy riesgoso”.

Los argumentos por los cuales el electorado se decide por uno u otro candidato siempre son inciertos y de difícil análisis. Sin embargo, si se toma el caso de las últimas elecciones presidenciales de Brasil, durante mucho tiempo el candidato con mayor intención de voto fue Lula Da Silva y, luego de su condena, cedió su lugar a Jair Bolsonaro.

Por lo que la deducción lógica lleva a que hubo electores que tuvieron la intención de votar por Lula y que lo hicieron por Bolsonaro, candidatos con posiciones políticas contrapuestas, pero que tienen una única característica en común: son figuras políticas personalistas.

En definitiva, la posibilidad del crecimiento en la popularidad de Alfredo Olmedo como candidato a presidente depende de diversos factores que incluyen el tiempo de exposición en los medios de comunicación, la responsabilidad ética del periodismo que lo interpela, el apoyo de sectores políticamente fuertes en la sociedad y su estrategia comunicacional de exaltar su figura personalista a través de discursos que produzcan la repercusión necesaria más allá de su contenido.

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