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Siete mitos del reciclaje

Para muchos la separación y la gestión de los reciclables sigue siendo algo totalmente nuevo. Muchas de sus etapas nos resultan un misterio, y en base a ese desconocimiento surgen los mitos sobre el reciclaje.

Siete mitos del reciclaje

Reciclar es una de las grandes claves para migrar de una economía lineal a una economía circular, con estilos de vida y modelos de negocios más sostenibles y respetuosos con los tiempos de la naturaleza. Para muchos la separación y la gestión de los reciclables sigue siendo algo totalmente nuevo. Muchas de sus etapas nos resultan un misterio, y en base a ese desconocimiento surgen los mitos sobre el reciclaje.

  • No vale la pena separar, todo termina junto.

¡Falso! Cuando contamos con un sistema de recolección diferenciada, los materiales que uno deposita en el contenedor de reciclables llegan a un centro de clasificación, ya sea privado o una cooperativa. En estos centros se separa manualmente a cada material por categoría. Podemos tener más de 30 tipos de clasificación, por tipo de material o características como el color. En el caso de las localidades que no cuentan con un sistema de recolección diferenciada, seguramente podamos encontrar cooperativas o cartoneros a los que podamos entregarles todos estos materiales. Si depositamos todo junto en un mismo lugar, le quitamos la posibilidad de tener otra vida a los materiales, desaprovechando recursos valiosos y generando impactos socioambientales negativos en el entorno.

  • Los productos reciclados son de menor calidad.

Es relativo. Cuando hablamos de materiales como el papel o el plástico, tenemos un límite en la cantidad de veces que podemos reciclarlos porque justamente el producto obtenido del proceso de reciclaje no es de la misma calidad que el anterior o requiere de cada vez más materia prima virgen para que pueda reciclarse. Sin embargo, otros materiales como el vidrio o los metales, pueden reciclarse de manera casi infinita y sin perder sus propiedades.

Por otro lado, a veces recuperamos materiales para usarlos en un fin distinto al original, para el que fueron extraídos en primera instancia. Podemos transformar botellas de plástico PET, las típicas de gaseosa, en envases de plástico soplado, aquellos envases opacos y resistentes como el bidón de lavandina. La calidad del envase es alta, pero no es comparable con el material original porque se utilizaron para fines completamente distintos. Lo importante en estos casos es destinar el material al fin más sustentable posible, el que más vidas le permita tener.

  • Lavar los reciclables genera un desperdicio enorme de agua.

Es cierto que el reciclaje no es la solución a todos los problemas con los residuos. Los procesos de reciclaje generan un gasto energético, de agua y de otros recursos que tiene un impacto negativo en el entorno. Sin embargo, cuando ponemos en la balanza el impacto de generar un producto desde cero (en términos ambientales, sociales y económicos) y el impacto que produce la obtención de ese mismo producto pero hecho con materiales reciclados, siempre llegamos a la misma conclusión: reciclado genera un menor impacto. Por ejemplo, el papel reciclado disminuye el consumo de agua en un 86% y el de energía en un 65%, en comparación con el papel hecho con materia virgen. Debemos tener en cuenta que todos los eslabones de las cadenas productivas generan un impacto y hacer el mejor balance posible.

  • Todos los reciclables que se separan, se reciclan.

No todo lo que depositamos en el contenedor de reciclables va a ser reciclado. En primera instancia, tenemos que aprender a separar los residuos de manera correcta. Si separo una caja de cartón 100% reciclable llena de grasa o aceite en el tacho verde, por más que llegue al centro de clasificación, no va a reciclarse, porque no está en condiciones. Muchas veces ponemos a reciclar “por las dudas”. La intención es buena, pero puede ser contraproducente. Esa caja viajó a un centro de clasificación, generando gases de efecto invernadero (GEI) por el transporte y posiblemente contaminando otros materiales en el camino. Llegó y fue clasificada como descarte o “rechazo”, por no poder ser reciclada, sacándole tiempo a los trabajadores, ocupando espacio e implicando el uso de nuevas bolsas para ser trasladada otra vez. Finalmente, se lleva a un relleno sanitario, en el mejor de los casos, o a un basural, generando en el proceso más GEI.

Es importante informarnos bien sobre qué materiales son reciclables a la hora de empezar a separar, y en qué condiciones deben estar, para hacerlo de la mejor manera posible.

  • Los materiales mixtos no se pueden recuperar.

Son más difíciles de recuperar, pero eso no quiere decir que no podamos hacerlo. En Argentina no contamos con las tecnologías necesarias para separar los materiales combinados y reciclarlos cada uno por su cuenta. Pero cada vez aparecen más alternativas viables para estos materiales, desde las técnicas más simples de reutilización, pasando por pequeños emprendedores que se las rebuscan con procesos ya un poco más complejos, hasta empresas que lograron fabricar productos como la leca plástica y la madera plástica a partir de descartes.

La clave está en no rendirse y buscar una alternativa viable. Si en el municipio o la cooperativa no me aceptan un material, lo ideal es buscar emprendedores que sí los reciban.

  • El plástico oxo-biodegradable es mejor que el plástico común.

Mito. Cuando el plástico se descompone se convierte en micro partículas, mejor conocidas como microplásticos, causando estragos a largo plazo en los ecosistemas y en nuestra salud. Existen plásticos biodegradables, a base de almidón de maíz o incluso de cáscaras de banana. Si bien estos productos tardan un tiempo considerable en degradarse, sí se biodegradan y generan un impacto mucho menor que los plásticos tradicionales. Los oxo-biodegradables, presentes en muchas bolsas, consisten simplemente en un plástico tradicional con un aditivo oxi-biodegradable. Esto hace que se separen en partículas más chicas mucho más rápido, pero el material sigue siendo el mismo, no se degrada. Incluso puede llegar a ser aún peor, ya que pueden viajar por el aire y el agua con mayor facilidad.

  • Si en mi municipio no hay recolección formal, no puedo reciclar.

En estos casos podemos acudir a cooperativas donde podamos llevar nuestros reciclables o que los pasen a buscar. También podemos entablar relación con algún cartonero o recuperador urbano de la zona para que cada tanto se lleve nuestros reciclables, aunque sea algunas categorías, como el cartón y el aluminio, que son fáciles de vender en la industria. Para los materiales más complicados de ubicar, lo mejor es contactarse con emprendedores que los reutilicen

Es clave que empecemos a impulsar desde la comunidad iniciativas tendientes a una mejor gestión de los residuos. La participación ciudadana es esencial, no todo es tarea de los gobiernos, nosotros también podemos generar cambios desde nuestro lugar.

Maite Durietz, Licenciada en gerenciamiento ambiental, especialista en sustentabilidad y consultora B (@unaovejaverde).

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