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Una historia de resiliencia: le amputaron una pierna y lo vive como un nuevo renacer

Juana Rodríguez tiene 20 años y una historia con la que demuestra las verdaderas ganas de vivir bajo una mirada positiva y agradecida hacia la vida. Le amputaron una pierna y todo cambió para ella. Hoy es influencer y la rompe en Instagram. En esta nota cuenta cómo logró cambiar la perspectiva de su vida, cómo es ser una persona discapacitada en un mundo que no está preparado, la discriminación, los estereotipos de belleza y mucho más.
 

Una historia de resiliencia: le amputaron una pierna y lo vive como un nuevo renacer
"Lo que me pasó, me ayudó en un montón en cosas como en el crecimiento personal, y entender que lo importante no es material, lo realmente importante no se ve y va más allá de la imagen".

“La primera vez que me miré al espejo pensé: no sé qué es lo que estaba viendo antes. Dos años después digo: venía de casi morirme ¿qué defecto me iba a encontrar? y ahí es donde te ponés a pensar qué es lo único que cuenta. Estaba viva y no importaba más nada que estar con salud. Lamentablemente uno tiene que llegar a esas situaciones límites para darse cuenta que lo importante no va por el paquete que tenemos por fuera”

La vida da giros inesperados, golpes que nos colocan en momentos decisivos, tajantes y hasta a veces muy dolorosos. Juana Rodríguez tenía 18 años y una vida normal y típica de una adolescente de su edad. Iba a comenzar a estudiar la carrera de Derecho, pero nunca pudo empezar la facultad. A Juana la vida le dio una “cachetada” como dice ella, una segunda oportunidad para vivir todos los días de su vida agradecida.

Un día cualquiera de febrero de 2018, Juana se levantó con las piernas hinchadas, fue al médico y la diagnosticaron con rabdomiolisis, una enfermedad que provoca la ruptura masiva de los músculos y liberación de diversas sustancias en la sangre. Esto le generó una falla renal, por lo cual tuvieron que hacerle varias cirugías para poder descomprimir sus piernas. La situación se agravó mucho más cuando en una de esas intervenciones, contrajo una infección intrahospitalaria en ambas piernas. A la izquierda se la pudieron salvar, pero a la derecha no, por lo que tuvieron que amputarle la pierna.

“Si bien yo entré al quirófano con un diagnóstico, la amputación nada tiene que ver con la enfermedad. Me estaban haciendo la cirugía por la rabdomiólisis. porque no me circulaba bien la sangre, entonces tuvieron que hacer una abertura en las piernas para descomprimir y luego de eso se cerraba y listo, a tu casa. En esa abertura me entró un virus intrahospitalario, que como todo virus, llega para complicar un poco las cosas y ahí arranca el problema y esa lucha tan complicada. Estuve dos meses internada, entré infinitas veces a quirófano porque en un principio se intentó salvar la pierna. Hicieron varias intervenciones quirúrgicas, y llegó un momento en el que mi cuerpo no soportó más. En una de esas cirugías, perdí mucha sangre, me descompensé, me hicieron siete transfusiones de sangre, y me indujeron en un coma. Cuando lograron estabilizarme, se tomó la decisión de la amputación de la pierna. A partir de ahí mi estado clínico en general empezó a repuntar y a tener más fuerzas, era el virus el que no me estaba dejando vivir, contó Juana en diálogo con Filo.News.

Si bien esta enfermedad es poco conocida, Juana hace constante hincapié en que no todas las personas que padezcan rabdomiólisis van a correr el riesgo de una amputación, pero sí advierte sobre los recaudos que no se deben pasar por alto, como por ejemplo exigir al cuerpo a una extremada exigencia física. Muchas veces, determinados planes de ejercicios están perpetrados por personas del mundo del espectáculo o influencers, que no poseen formación necesaria para enseñar y difundir estas prácticas. El: “dale, dale, no pares, vos podés”, a veces puede salir muy caro.

La rabdomiólisis sucede por varias causas y una de las tantas y más común, es cuando uno expone al cuerpo a una actividad física y el cuerpo quizás no está preparado. Por eso hay que tener cuidado cuando en una clase te dicen ‘dale seguí seguí’, porque quizás no tenés que seguir. Me llegan muchos mensajes consultándome, y me gusta aclarar que esta enfermedad no desencadena en una amputación, mi caso tuvo que ver directamente por el virus.

Por otra parte, es muy importante que el entrenamiento físico siempre sea de la mano de profesionales, porque el cuerpo tiene un límite, es muy sabio, y cuando te dice que no puede más, es porque realmente no puede más. Quizás no te pasa nada o quizás sí y te sale muy caro, así que hay que tener mucha conciencia y sobre todo mucho cuidado”, advierte Juana al recordar y contar su experiencia.

Convertida hoy en una influencer con más de 135 mil seguidores, Juana es una diva de la vida. Su simpatía, calidez y buena energía se transmiten en sus posteos y videos, tratando de reflejar el proceso interno y externo por el que la vida la obligó a pasar, circunstancia que ella desafía constantemente a partir de la resiliencia

“Si bien el virus llegó para complicar las cosas, no tengo nada para quejarme, para decir algo malo, porque yo estuve ahí, a punto de partir y si no era por la enfermera y los médicos yo no estaría acá. Por eso siempre traté de no poner el foco ni en la enfermedad, ni en el virus, sino decir que el diagnóstico no importa, lo que importa es que estoy acá, eso es lo único que vale al final del día".

Y agrega: "salí del hospital y la vida realmente me dio una segunda oportunidad. Todo lo que se me presentaba decía ‘vamos’. No quería perder ni un minuto de mi vida. Por ejemplo, a las semanas que tuve la prótesis, no sabía caminar, no tenía mucho equilibrio, todavía estaba débil y me invitaron a tirarme de un parapente. Mi primera reacción fue: ¡dale!. Estaba con dos muletas y le dije a mi papá que me acompañara. Lo hice tirar a él también (risas) y así fue como me tomé la vida después de esos dos meses de hospital”.

Juana estuvo dos meses internada y 15 días en coma. Cuando despertó su vida era otra: un nuevo comienzo al que vivió desde un principio como un “despertar”. No sólo se dio cuenta de que la abogacía no era lo que realmente quería estudiar, sino que se atrevió a hacer sin cuestionamientos, lo que le dictara su intuición. Fue así que empezaron a llegar diferentes propuestas relacionadas al mundo de los medios y el espectáculo. Una de ellas fue la obra teatral “Casada con la vida”, experiencia que compartió junto a Nazarena Vélez que fue la productora de la obra y coprotagonizó con Federico Barón, el hermano de Jimena Barón.

“Me aparecieron propuestas de teatro hermosas y encima con Nazarena Vélez. Fue una obra muy linda porque contábamos mi historia. De repente también me vi en el mundo de las redes sociales, me llamaban para programas de televisión, mi vida cambió completamente. Aproveché y aprovecho cada minuto. Entendía que cada cosa que venía, lo tenía que hacer y sacarle el jugo a todo. Y así fue, porque hasta el día de hoy me mantengo de pie por eso”.

Sin embargo, a pesar de la fuerza que tiene esta joven de tan solo 20 años,  también le tiene que hacer frente todos los días a un mundo que no está pensado ni preparado para las personas con discapacidad. Es una realidad que no sólo vive ella, sino miles que tienen situaciones similares a la suya y hasta a veces, más graves. 


 

“Lamentablemente el día a día no es muy fácil, quizás ahora que tengo una prótesis, ya no tengo las mismas complicaciones que tenía antes, pero estuve mucho tiempo en silla de ruedas. Es tristísimo ver como nada está adaptado ni pensado para personas que no tengan dos brazos y dos piernas. ¿Estas son la mayoría de la sociedad? Sí, pero hay miles de personas que no tienen dos brazos y dos piernas, o que tienen sus piernas y no las pueden usar. Es muy difícil seguir con tu vida, yo día a día me encuentro con un montón de complicaciones y soy medio loca y las hago igual, pero creo que si uno no tiene esta cosa de sarpada que tengo yo, que hago todo igual y no me importa nada, realmente es frustrante salir a la calle.

Y acá viene un tema que creo que tiene mucho debate: existe la discriminación y la gente te mira en la calle. Me hago esta pregunta todos los días de mi vida: ¿por qué? Porque la gente discapacitada no puede salir a la calle por esto que te comento y cuando sale, que somos los menos los que hacemos “vida normal”, llama la atención, porque las personas no están acostumbradas a ver una prótesis, sillas de ruedas, a ver todas las diversidades de los humanos. Es muy difícil y frustrante y terminás diciendo: ¿para qué voy a salir? si hay escaleras que no puedo subir, o me canso porque no hay sillas, o no puedo pasar al baño porque la puerta es muy angosta, entonces, ante tantas limitaciones, uno termina quedándose dentro de su casa. Es algo que sucede hace años y que poco se hace, es una locura porque están aislando de la vida a una gran parte de la sociedad, porque somos un montón. Uno termina escondiéndose o creyéndose que no puede y en realidad no es que no puede, no es que es diferente, en realidad el mundo no está pensado para personas con discapacidad, asegura Juana.

Ante las adversidades, Juana no quiere quedarse de brazos cruzados, por eso proyecta su futuro en poder ayudar a que todas las personas que lo necesiten, para que puedan acceder a las diferentes herramientas que les permitan vivir una vida normal.

“La accesibilidad a todos los recursos que uno necesita para vivir: ya sea prótesis, sillas de ruedas o muletas, es todo un tema porque son cosas que salen carísimas. Una prótesis medianamente ‘accesible’, que es la que tengo yo hoy, sale aproximadamente un millón de pesos ¿para quién es accesible? es una locura. Por suerte, gracias a mi familia tengo una obra social, pero no es la realidad de todo el mundo. Esas personas que no pueden acceder, se quedan sin equipamiento y sin la calidad de vida que se merecen. Se terminan haciendo rifas y recaudaciones de dinero con la ayuda de la gente, terminamos colaborando entre nosotros, porque sino no hay nadie que nos ayude. 

Foto: Instagram de @juanirodrigueza

También es un proyecto a futuro poder tener una fundación para recaudar todo ese dinero para las personas que lo necesiten. El año que viene voy a empezar a estudiar la carrera de Técnica en Prótesis y Órtesis, para poder tener la capacidad de hacer las prótesis y tener la ortopedia, soñando muy grande (risas). Por eso me gustaría tener la fundación para poder hacer lo que cada persona necesite. Es un derecho, estamos pidiendo por nuestra salud, no por lujos. Es la calidad de vida que todos merecemos, porque somos personas y todos tenemos los mismos derechos”.

Juana, como mujer e influencer, también transmite un mensaje muy fuerte con respecto a los estereotipos de belleza que “se supone que una mujer debe alcanzar”. Ella, antes de su operación, tenía una opinión muy distante de la que sostiene hoy. Su testimonio es firme, pero le llevó tiempo y una situación de vida límite para poder construirlo, porque primero hay que deconstruir ciertos patrones impuestos por la sociedad y más que nada, para las mujeres.

“Es muy loco el concepto de belleza que uno tiene, y creo que no nos replanteamos realmente ¿qué es la belleza, qué es ser linda o atractiva? Yo en mi caso, hasta los 18 años que perdí una pierna, no me lo había puesto a pensar. Lamentablemente no puedo decir que siempre estuve conforme con mi cuerpo o con mi imagen, de hecho era todo lo contrario, siempre luché contra mí, pero teniendo en cuenta la salud, nunca tuve ningún problema de alimentación, ni obsesión. Pero era un tema juntarnos con mis amigas para ir al boliche y ver que la ropa de ellas no me entraba, me miraba al espejo y me encontraba mil defectos. Tenía el foco en un lugar que en realidad no me culpo, porque sé que es la realidad de un montón de chicas que tienen ese concepto de belleza. Agradezco que hoy las cosas no sean así, que el mundo esté cambiando, lo puedo ver en mi hermanita de 11 años, que tiene otro concepto de belleza y eso me llena de orgullo. 

Por eso lo que me pasó, me ayudó en un montón en cosas como en el crecimiento personal, y entender que lo importante no es material, lo realmente importante no se ve y va más allá de la imagen”, sostiene.

El testimonio de Juana interpela y nos hace repensar y hasta valorar la simpleza de lo cotidiano, de lo que “realmente importa”. Quizás, no somos conscientes de lo mucho que tenemos, pero estas historias no sólo nos enseñan la fuerza infinita que tienen algunas personas, sino que nos contagian de su energía para agradecer cada minuto y oportunidad.










 

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