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Argentina: las innovaciones científicas que están ayudando a combatir la pandemia

Pruebas de detección, superbarbijos, tests olfativos, equipos respiradores... ¿Cómo estuvo avanzando la ciencia todo este tiempo?

Argentina: las innovaciones científicas que están ayudando a combatir la pandemia

La historia ya la conocemos: a finales del 2019 en la metrópoli china de Wuhan un virus comenzó a propagarse silenciosamente en un mercado local y en mucho menos tiempo del que pudimos anticipar ya estaba circulando por todo el mundo. 

El desconocimiento ante este nuevo patógeno, su facilidad de contagio y la enorme cantidad de vidas que se llevó pusieron a la comunidad científica en una búsqueda incesante tanto para tratar de contener al virus como de posibles tratamientos y curas. 

En este sentido, diversas instituciones científicas del país, así como universidades públicas y centros de salud se pusieron manos a la obra y llevaron a cabo una multiplicidad de investigaciones y desarrollos en torno al nuevo coronavirus. En esta nota, algunas de ellas.

Las universidades públicas y los organismos científicos nacionales, grandes generadores de conocimiento así como de excelentes recursos humanos, siempre estuvieron al servicio de la sociedad; y esta pandemia, claro está, no es la excepción.

Cuando el aislamiento social, preventivo y obligatorio no llevaba todavía dos meses de decretado en nuestro país, científicos y científicas de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y del CONICET crearon —liderados por la viróloga e investigadora Andrea Gamarnik—, un test serológico conocido como "COVIDAR IgG" que a partir del análisis de muestras de sangre o de suero permite saber, en un par de horas, si una persona tiene anticuerpos contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

El test, desarrollado en un tiempo récord de 45 días y validado por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), al detectar estos anticuerpos que el sistema inmune produce específicamente para el nuevo coronavirus permite determinar si una persona está o estuvo infectada, brindar información sobre la evolución de la pandemia para poder tomar medidas acordes para su contención y medir el nivel de anticuerpos en personas que ya se curaron, con el fin de identificar sueros inmunes para posibles terapias.

"Lo que se pone de manifiesto en este estado de emergencia es el capital humano que tiene el CONICET, científicos capacitados para resolver problemas. En nuestro laboratorio nunca desarrollamos ensayos serológicos ni trabajamos en coronavirus ni en virus respiratorios. Sin embargo, tenemos una formación que nos permite abordar problemas de virología y resolverlos. Tenemos criterio y experiencia, algo que no se compra de un día para otro, lleva muchos años de formación. Este es el fruto de la inversión del CONICET para generar recursos humanos", destaca Gamarnik.

Siguiendo con la línea de CONICET, pero esta vez también de la mano de la UBA, científicos participaron, posteriormente, en la majestuosa Facultad de Ciencias Exactas y junto al Instituto Milstein y el Laboratorio Cassará, de dos avances cruciales en lo que a pruebas de detección se refiere: el NEOKIT-COVID-19 y el NEOKIT PLUS.

El primero parte de una muestra de material genético de la persona y en aproximadamente una hora te dice si está presente el virus en el momento que se toma la muestra. Y he aquí su valor diagnóstico: los famosos "test rápidos" —que no detectan el genoma viral sino los anticuerpos que produce el sistema inmune cuando se enfrenta al virus, como el COVIDAR IgG— no se emplean para diagnóstico porque pueden dar positivo cuando uno ya no tiene el virus y pueden dar negativo cuando uno lo tiene pero todavía no tiene suficientes anticuerpos como para ser detectados.

El NEOKIT-COVID-19, a diferencia de estos tests serológicos, permite aislar el material genético, realizar el test en un solo tubo incubado a temperatura constante en el que se colocan el ARN y las enzimas con las que reacciona, y luego de la incubación el tubo se ve lila si la reacción es negativa; y azul si es positiva.  

El NEOKIT PLUS, por su parte, también indica si está o no presente el virus de COVID-19 —tanto en casos sintomáticos como asintomáticos—, pero con el plus de que puede aplicarse en una muestra de saliva o en hisopado directo, evitando de esta manera el paso de “extracción de ARN” necesario para la versión anterior, simplificando procesos, ahorrando tiempo y reduciendo gastos de reactivos e inversiones en equipamientos de laboratorio a la vez que resulta accesible para centros de salud de baja complejidad.

Estos desarrollos no son menores teniendo en cuenta que uno de los grandes desafíos para todos los países es el de testear a la población de manera eficiente para poder detectar rápido a los infectados y poder aislarlos, disminuyendo así la propagación de la enfermedad.

Ahora, yéndonos un poco al norte de Buenos Aires, específicamente al corazón de Santa Fe, tenemos a la Universidad Nacional del Litoral, que habiendo cumplido su centenario el año pasado fue testigo directo del crecimiento de la capital provincial y del desarrollo de toda una región.

En el actual contexto, lo que hicieron investigadores e investigadoras de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la UNL fue apostar por el fortalecimiento del monitoreo epidemiológico local de COVID-19 en personas asintomáticas mediante el desarrollo de pruebas ELISA, nombre que hace referencia a las siglas en inglés de ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas.

El estudio, que está liderado por el Dr. Mg. Miguel Vicco, médico especialista en medicina interna y docente-investigador de la FCM, tiene como principal objetivo reforzar el sistema de información provincial, obteniendo detalles del comportamiento clínico epidemiológico de la enfermedad para poder brindar información que colabore al control de la transmisión de la misma.  

Una particularidad de esta investigación es que el equipo lo coordina la Dra. Luz María Rodeles, también especialista en medicina interna, que anteriorimente había estado trabajando en inmunología en la enfermedad de Chagas y hoy en día, como consecuencia de la pandemia, el grupo fue capaz de presentar una propuesta para transferir técnicas y conocimientos, adquiridos en diagnóstico de la enfermedad, al fortalecimiento de capacidad diagnóstica para COVID-19.

Más adelante, científicos también de la UBA y esta vez con profesionales de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), lograron desarrollar telas tratadas con activos antivirales para la confección de tapabocas y barbijos de uso común.

Esto devino en barbijos que combinaron algodón y poliéster con una triple capa protectora —activos antivirales, bactericidas y antihongos— capaces de resistir hasta 15 lavados sin perder sus propiedades.

El "superbarbijo", además, se pensó con un fin solidario: llegar a los barrios con más necesidades en San Martín y donar el 10% de la producción a los sectores más humildes del partido gracias a un acuerdo entre los y las científicas y la empresa productora.

En casos de emergencia extrema, es muy importante contar con recursos propios, tanto intelectuales como materiales. Poder generar ese tipo de desarrollos en el país es soberanía nacional”, contó Lucas Guz, integrante del equipo de físicos, químicos y microbiólogos de la UBA y la UNSAM que fue parte del proceso en todas sus etapas. “No solo tuvimos que pensar la parte científica y de innovación, sino también el escalado y la producción masiva. En solo un mes, pasamos de experimentar en retazos de tela de 10 x 10 centímetros a producir rollos de 1500 metros. Además, tuvimos que adaptar ensayos de laboratorio que solíamos usar para otros materiales”.

El testeo de calidad en la tela, por otra parte, lo realizó el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) obteniendo excelentes resultados. Y esto nos lleva a otra gran proyecto del cual el instituto también formó parte: el desarrollo de un equipo respirador alternativo que se basa en la automatización de una bolsa de ventilación manual —comúnmente conocida como AMBU— que los hospitales utilizan como apoyo respiratorio en situaciones de emergencia

Se trata de un sistema simple, que emplea un motor para accionar un mecanismo que comprime la bolsa de ventilación manual, en el que los parámetros ventilatorios que se controlan son la frecuencia respiratoria, la presión inspiratoria, el tiempo inspiratorio y la presión positiva al final de la expiración.

Esto permite a los hospitales y centros de atención contar con una mayor disponibilidad de respiradores para atender casos críticos y el proyecto no sólo contempla el desarrollo del equipo electrónico, sino también la fabricación en el país del resucitador manual (AMBU) y sus accesorios.

Pero ojo que el INTI no sólo brinda asistencia técnica a los proyectos de respiradores: también viene trabajando con numerosos proyectos relacionados con elementos de protección personal —como barbijos, mascaras, aerosol box, etc.— como así también con termómetros de contacto y de radiación, o equipos UV para desinfección, entre otros proyectos; manteniendo una estrecha relación con el Ministerio de Desarrollo Productivo, la ANMAT, la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, y diferentes gobiernos provinciales y municipales, entre otras instituciones y organismos.

Un gran ejemplo de trabajo interdisciplinario y colaborativo para una causa común.

Y esto no termina acá. Otro gran invento vino de la mano del INTI pero esta vez relacionado con uno de los síntomas claves del coronavirus: Olfatest, un kit olfativo para poder ayudar a la detección de casos positivos y aislarlos de forma preventiva.

"Se trata de un kit para detección de pérdida de olfato que contribuye, además, a la detección temprana de infección por el coronavirus en casos que no presenten otra sintomatología asociada. Se presenta como una herramienta más para el monitoreo preventivo, como ocurre con la medición de temperatura y la concentración de oxígeno en sangre, de manera de extremar los cuidados de nuevos contagios al personal de empresas, instituciones, centros de salud, comercios o cualquier otro lugar que se encuentre prestando servicios", explican en su web.

¿Cómo funciona? A cada persona se le plantean una serie de opciones de fragancias y debe responder, de acuerdo a su percepción, a cuál de esas corresponde lo que olió. Por su parte, la validación del test olfativo (porque claro, a las cosas hay que probarlas y ahí de nuevo entran las universidades públicas) se realizó en la Universidad Nacional de Quilmes, que a su vez abrió sus puertas para realizar pruebas para el diagnóstico y ofrece sus instalaciones para alojar a las personas que hayan contraído la enfermedad de forma leve.

Y los ejemplos sobran: la UBA también desarrolló un dispositivo para ampliar las capacidades de los respiradores mecánicos y permitir la ventilación simultánea de dos pacientes, científicos del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales del Conicet (IPATEC) y la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) crearon un horno para la reutilización de barbijos, las universidades de Quilmes y San Martín junto a dos empresas biotecnologícas desarrollaron un test que detecta el SARS-Cov-2 en muestras de hisopados pero que requiere un equipamiento sencillo y que arroja resultados cuatro veces más rápido que la prueba PCR y especialistas del INTI y de la empresa nacional Ivema Desarrollos crearon un dispositivo —termobloque— que se utiliza para el tratamiento térmico de muestras para detectar la presencia del virus.

Como si esto no fuera suficiente, y porque las herramientas para contener a los infectados son necesarias pero no suficientes, diversas instituciones nacionales están actualmente trabajando también en investigaciones relacionadas al coronavirus que incluyen desde nanoanticuerpos de llama dirigidos contra la proteína spike del coronavirus, vacunas orales para COVID-19 y tratamientos para el coronavirus a base de taninos hasta la utilidad epidemiológica de medir coronavirus en aguas residuales de barrios populares o el impacto de la pandemia de COVID-19 (SARS-COV-2) en personas con o en riesgo de infección por VIH.

Como bien diría Carl Sagan, la ciencia no es perfecta y con frecuencia se la utiliza mal, pero es la mejor herramienta que tenemos.

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