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Ciencia

¿Es verdad que en Argentina no hay afrodescendientes?

El mito de la nación blanca revisado por una investigadora en historia.

¿Es verdad que en Argentina no hay afrodescendientes?

Seguro que alguna vez escuchaste la pregunta de por qué en Argentina no vemos población afrodescendiente como en otros países de Latinoamérica. Ocurre que en nuestro país se produjo un doble proceso: uno intencional de invisibilización y otro involuntario de mestizaje, que dio como resultado el mosaico de culturas que nos envuelve en la actualidad.

Para comprender mejor este escenario, debemos cambiar el enfoque de la pregunta. En lugar de preguntarnos por qué no hay población afro, deberíamos preguntarnos por qué en Argentina se instaló la idea de que no hay afrodescendientes. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, para fines del siglo XVIII, cerca del 50% de la población de nuestro actual territorio correspondía a la comunidad afro procedente del tráfico de personas esclavizadas desde África. 

La esclavitud en Argentina

A partir del proceso de conquista e invasión a nuestro continente, iniciado en el siglo XVI, América se convirtió en un centro productor de mercancías agrícolas y mineras que hacía uso de mano de obra de personas esclavizadas.

Aunque Argentina, por el tipo de producción, no recibió un afluente tan importante como el Caribe, igualmente llegaron personas en condición de esclavitud para trabajar tanto en el ámbito rural como en el urbano, donde si bien poseían algunos derechos –como comprar su libertad, aunque era algo que raramente ocurría–, continuaban sometidos a un sistema de dominación.     

A medida que pasaron los años y atravesamos el proceso de revolución e independencia, la condición civil y jurídica de las personas esclavizadas se fue modificando. Desde finales del XVIII hasta las últimas décadas del siglo XIX, distintas voces se pronunciaron en contra de la esclavitud y la servidumbre, lo que dio como resultado una abolición progresiva.

En términos políticos, hubo dos instancias significativas. La Asamblea General Constituyente, que comenzó a sesionar el 31 de enero de 1813, declaró entre sus primeras medidas la libertad de vientres, medida que establecía que a partir de la fecha lxs hijxs de mujeres en condición de esclavitud nacerían libres.

Recién en 1853, con la sanción de la Constitución Nacional, quedaría formalmente abolida la esclavitud para todxs en el territorio argentino. 

Pero los problemas siguieron

Una vez lograda su libertad jurídica, la comunidad afro tuvo que enfrentar otros problemas. La idiosincrasia de fines del siglo XIX pretendía fundar el mito del crisol de razas argentino basado en la “civilización” propia de la época, que suprimía la diversidad cultural y étnica.

María Remedios del Valle, afroamericana, participó en las guerras de independencia y fue nombrada Capitana del Ejército por Belgrano.

Así, todo rasgo no europeo sería ocultado, en el intento de borrar cualquier sentido de pertenencia que no se correspondiera con la imagen del europeo moderno. La política de Estado buscó señalar y segregar a lo que ellos entendían como “la barbarie”: gauchos, pueblos originarios y personas afrodescendientes. 

En este marco, y como parte de una política de ocultamiento, se instaló el mito en la llamada Historia Oficial de que la población afroargentina desapareció producto de la Guerra de la Triple Alianza y la peste de la fiebre amarilla. Esto fue acompañado con la desaparición de categorías étnicas en, por ejemplo, los censos de población. Así no quedarían registros que los nombren y se procedería a su invisibilización, a pesar de que para 1880 los afroporteñxs eran aproximadamente 7.000. 

Sin embargo, los registros de periódicos y la narrativa procedente de la historia oral muestran que los afrodescendientes tenían por entonces una activa vida social y cultural. De esto mismo dan cuenta las ceremonias, ritmos y danzas tradicionales del Río de la Plata como el tango, el candombe, el malambo, la milonga o la payada, sólo por mencionar algunas expresiones que fueron resignificadas dentro de una supuesta cultura nacional.

Lxs afroargentinxs en el Estado Nación

En esta construcción de un Estado Nación propio de la época estaba claro que lxs afroargentinxs debían participar, pero ¿cómo? ¿Reivindicándolos como un grupo diferente o integrándolos como individuos iguales al resto? El historiador Ezequiel Adamovsky afirma que primó la asimilación, a pesar de que los movimientos de resistencia afro no bajaron los brazos.

Así llegamos a la cultura reemergente de la década de 1990. En sintonía con una actitud desafiante, diversos grupos que fueron oprimidos durante siglos decidieron poner la voz en alto: pueblos originarios, sectores marginales y, por supuesto, la comunidad afroargentina. De a poco se impugnaron y cuestionaron las definiciones de “lo argentino” propuestas por la cultura dominante, apuntando principalmente contra el mito de la nación europea

El reconocimiento de las raíces afro trascendió el fenotipo que prima en el imaginario colectivo. En el último censo de 2010, de hecho, se introdujo una pregunta sobre adhesión étnica como forma de visibilizar aquello que por décadas se ocultó.

Las organizaciones que nuclean a africanos y afroargentinxs estiman que hoy en día viven alrededor de 2 millones de personas de ese origen, a pesar de que las últimas cifras oficiales, provenientes del Censo de 2010, indicaron que apenas 149.493 se reconocen afrodescendientes.

De esta forma, distintas comunidades de afroargentinxs, como la Red Federal de Afroargentinos del Tronco Colonial, están trabajando para recuperar la memoria de sus antepasados afro y para revalorizar sus aportes culturales, sociales, demográficos y económicos en la historia argentina.

*Profesora e Investigadora en Historia, especialista en Historia Colonial Americana. Divulga historia en las Efememérides de Filo.News y en redes: @pupinaplomer.

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