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Ciencia

La ketamina, un recurso para ayudar a los bebedores a permanecer sobrios

Un nuevo estudio mostró que una dosis baja de ketamina, combinada con sesiones de terapia individual, puede evitar que las personas vuelvan a beber en exceso.

La ketamina, un recurso para ayudar a los bebedores a permanecer sobrios

El alcohol es una de las sustancias psicoactivas legales más populares y consumidas en todo el mundo; actúa como depresor del sistema nervioso central y, como tal, hace más lenta la actividad cerebral. Además, produce sensación de excitación y disminuye los niveles de ansiedad y las frecuencias cardíaca y respiratoria.

El consumo continuado, sin embargo, puede desembocar en una dependencia, también conocida como alcoholismo, que de mantenerse a lo largo de un periodo de al menos doce meses que puede provocar lesiones en diversas áreas cerebrales y consecuencias que van desde trastornos del sueño y disfunciones sexuales hasta reacciones emocionales intensas, alteraciones cognitivas (pérdida de memoria, disminución de capacidad de juicio y planificación o deterioro de la atención entre otras) y trastornos neurológicos y hepáticos.

Pero incluso sin ir tan lejos (o llegar a altos niveles de dependencia), el extremo moderado de tener un problema con la bebida es algo con lo que mucha gente se identifica. "No me estaba perdiendo ninguna fecha límite de trabajo y estaba haciendo frente a mi vida cotidiana, pero quería dejar de beber todos los días y simplemente no podía hacerlo", cuenta, por ejemplo, Alex, de 42 años y una de las 100 personas que se unieron a un ensayo clínico en curso para investigar si la ketamina en dosis bajas junto con la psicoterapia podría ayudar a los alcohólicos en remisión a mantenerse sobrios

El ensayo en cuestión, conocido bajo el nombre de KARE (siglas en inglés de "Ketamina para la reducción de la recaída en el alcohol"), es el primero de su tipo en evaluar si una dosis baja de ketamina, combinada con sesiones de terapia individual, puede evitar que las personas (con un nivel de consumo que iba de moderado a grave) vuelvan a beber en exceso inmediatamente después de dejar. 

Se trata de una droga empleada inicialmente en medicina y veterinaria (actualmente su principal uso legal se da en la práctica veterinaria) como anestésico general, ya que al reducir la actividad neuronal del encéfalo genera sedación y analgesia de forma efectiva; pero que también es consumida de manera recreativa porque tiende a provocar alteraciones perceptivas y potentes efectos alucinógenos.

Es, asimismo, el único psicodélico aprobado por la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, para tratar un tipo de depresión que no mejora con los otros tratamientos disponibles. Y cada vez más estudios sugieren que puede ayudar a tratar otras afecciones de salud mental (como la adicción, el trastorno de estrés postraumático y las tendencias suicidas) cuando las opciones de tratamiento existentes fallaron.

Al momento, los resultados de fase II publicados esta semana en el American Journal of Psychiatry sugieren que la combinación de ambos recuersos (la ketamina y la psicoterapia) puede ser más efectiva que los tratamientos de adicción existentes

En comparación con un grupo de control (que recibió placebo), los participantes que recibieron ketamina tenían 2.5 veces más probabilidades de abstenerse de beber hasta el final del ensayo. De hecho, permanecieron completamente sobrios durante 162 de los 180 días del período de seguimiento, o el 87% de los días.

A su vez, informaron una depresión más baja después de tres meses y una mejor función hepática que los que tomaron placebo. Por otro lado, al reducir drásticamente su consumo de alcohol, la terapia asistida con ketamina también redujo su riesgo de muerte por problemas relacionados con el alcohol durante ese tiempo.

Según Celia Morgan, profesora de psicofarmacología en la Universidad de Exeter (Reino Unido) y autora principal del estudio, la ketamina cambia la forma de pensar de las personas, permitiéndoles ver viejos problemas de nuevas maneras. "Hace que el cerebro sea más receptivo a nuevos aprendizajes al estimular un proceso llamado plasticidad neuronal en el que el cerebro tiene mayor capacidad de establecer nuevas conexiones", explicó a Inverse.

Esta fase II, explicó el equipo de investigadores, se propuso evaluar si la terapia asistida por ketamina para tratar el consumo de alcohol es realizable y segura, y lo logró. En adelante, un ensayo de fase III planea incluir a muchas más personas y, si tiene éxito, podría convertirse en el primer tratamiento nuevo para el alcoholismo en décadas.

"Ahora tenemos una señal de que este tratamiento es efectivo. Muestra que la ketamina funciona mejor cuando se administra con terapia que sin ella y que puede tener efectos duraderos que se observan aún seis meses después de un tratamiento relativamente corto. Ahora necesitamos un ensayo más grande para ver si podemos confirmar estos efectos", finalizó Morgan.

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