Ir al contenido
Logo
Ciencia #genética

Pensar en que se tienen buenos genes mejora el funcionamiento del cuerpo

Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que sin importar la realidad, la idea de una propensión a ciertas características físicas afecta el desempeño.

Pensar en que se tienen buenos genes mejora el funcionamiento del cuerpo

El concepto de “efecto placebo” es bien conocido: una sustancia que no tiene ningún tipo de acción curativa puede generar un efecto terapéutico en la persona que la consume si se encuentra convencida de ello.

Aún así se piensa que la sugestión o “el poder de la mente” tienen un alcance limitado y no aplican a todas las condiciones médicas, en particular aquellas que tienen que ver con riesgos o habilidades innatas, que dependen de la genética y el contexto más que de un estado psicológico particular.

Sin embargo, investigadores del laboratorio de psicología de la Universidad de Stanford descubrió que decirle a una persona que es es más o menos propensa a ciertos comportamientos o a poseer ciertas habilidades innatas afecta la forma en la que su cuerpo funciona, sin importar su variante genética.

El estudio involucró a 107 personas, que en una primera etapa fueron analizadas para identificar su versión de FTO, un gen que influye en la sensación de saciedad que tenemos después de comer y puede predisponer al individuo a la obesidad, y luego se les ofreció una comida.

Una semana después a los participantes se los dividió en dos grupos: a uno se le dijo que tenían una versión del gen que les generaba más hambre que el promedio, y al otro que su versión del gen les ofrecía una sensación de saciedad más inmediata. 

“El simple hecho de darle esa información cambió su fisiología,” dijo Bradley Turnwald, uno de los investigadores

Ante esta nueva información, después de consumir los mismos alimentos que una semana atrás, aquellos que pensaban que tenían el gen “hambriento” se sentían igual, mientras que el resto se sació más rápido de lo normal. En estudios posteriores se confirmó que estos últimos tenían mayores niveles de una hormona que genera una sensación de saciedad.

“Lo que la gente no aprecia completamente es que cierta información te pone en un cierto estado mental: ‘Soy de un grupo de riesgo o estoy protegido’,” explicó la psicóloga Alia Crum, líder del estudio. “Y solo eso puede tener un efecto muy potente en la fisiología y la motivación.”

Para sorpresa de los investigadores, las diferencias que entre los participantes de ambos grupos eran en ciertos casos similares a las diferencias presentes entre individuos que efectivamente tienen una u otra versión del gen, indicando que la sugestión puede ser tan influyente como la genética.

Un segundo experimento involucró a 116 jóvenes y adultos, a los que se analizó para identificar la presencia de una forma del gen CREB1, relacionada con la facilidad con la que sentimos cansancio físico. Después del análisis, se los hizo correr en una cinta por un período de tiempo.

Cuando regresaron por sus resultados y volvieron a correr en la cinta, aquellos a los que se les había dicho que tenían la versión de baja resistencia del gen tuvieron un peor desempeño, aún en los casos en los que en realidad tenían la versión de alta resistencia en el organismo. Según los investigadores su capacidad pulmonar de disminuyó, liberaron dióxido de carbono de forma menos eficiente, y corrieron 22 segundos menos que una semana atrás.

Por el contrario, los que estaban convencidos que tenían la variante del gen de alta resistencia, mostraron mayor capacidad aeróbica que el promedio.

“El simple hecho de darle esa información cambió su fisiología,” dijo Bradley Turnwald, uno de los investigadores, quien también advirtió que este descubrimiento podría afectar ciertos estudios genéticos. Si una persona está convencida que forma parte de un grupo de riesgo su cuerpo puede responder a esa condición y volverlo más propenso, por lo que es necesario que tanto los pacientes como los profesionales lo tengan en cuenta.

Varias investigaciones han evaluado cuál es la influencia aproximada de los genes en ciertos hábitos, características o habilidades: desde la obesidad (70%) hasta la altura (80%), pasando por la habilidad en actividades deportivas (66%) o incluso la respuesta de cada cuerpo al entrenamiento.

Lo interesante del estudio es que demuestra que es posible modificar algunas de ellas, no solo a través de la acción sino también a partir de la mentalidad con la que se enfrentan. Naturaleza contra actitud.

  • genética

Ultimas Noticias