¿Qué relación hay entre el consumo de alcohol y la violencia?
Aunque los niveles y patrones de consumo de alcohol y las tasas de violencia varían ampliamente entre países, en todas las culturas existe un fuerte vínculo entre ambos.
Durante años, el consumo de alcohol fue asociado con la violencia en todas sus formas: desde la violencia autodirigida (el suicidio) y la interpersonal (abuso doméstico, violación, homicidio) hasta la violencia colectiva (por ejemplo, en eventos deportivos).
La violencia interpersonal, en particular, y el uso nocivo y peligroso de alcohol, son desafíos importantes para la salud pública mundial y los científicos esperan que una mejor comprensión del vínculo entre estas pueda ayudar a encontrar nuevas formas de reducir la frecuencia y las consecuencias de la violencia. Pero, ¿qué evidencia hay disponible hasta el momento?
Características de la violencia interpersonal
La OMS define a la violencia interpersonal como "el uso intencional de la fuerza física o el poder contra otras personas por un individuo o un pequeño grupo de individuos". Esta puede ser física, sexual o psicológica (también llamada violencia emocional), y puede dividirse en violencia familiar o de pareja y violencia comunitaria.
La primera se refiere a la violencia dentro de la familia o entre parejas y la segunda entre individuos que no están relacionados por lazos familiares pero que pueden conocerse entre sí.
Según datos de la OMS, cada año se producen tres millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% del total de defunciones. Y aunque los niveles y patrones de consumo y las tasas de violencia interpersonal puede variar ampliamente entre países, en todas las culturas existe un fuerte vínculo entre ambos.
Vínculos con el consumo de alcohol
Los mecanismos que vinculan el alcohol y la violencia interpersonal son múltiples:
En primer lugar, la reducción del autocontrol y la capacidad de procesar la información hace que los bebedores sean más propensos a recurrir a la violencia en los enfrentamientos.
La dependencia del alcohol implica que frecuentemente las personas no cumplan con las responsabilidades de cuidadou obliguen a familiares a darles dinero, ya sea para comprar bebidas o para cubrir los costos asociados a su consumo.
Experimentar o presenciar violencia puede conducir al uso nocivo del alcohol como forma de afrontamiento o automedicación.
En definitiva, el consumo de bebidas alcohólicas causa daños que van más allá de la salud física y psíquica del bebedor, poniendo en peligro a terceros; y la evidencia al respecto es abrumadoramente amplia.
Y aunque el alcohol no es causa suficiente ni necesaria para la violencia, es imprescindible reconocer el vínculo entre ambos, conscientizar sobre su impacto y diseñar políticas públicas que permitan reducir su consumo.