Elizebeth Smith Friedman, con un primer nombre poco convencional por decisión de su madre, fue una autora y criptoanalista estadounidense pionera en esta disciplina que busca maneras de violar la seguridad criptográfica y obtener acceso a mensajes cifrados.
Fascinada por los idiomas, se graduó con una especialización en literatura inglesa en la universidad Hillsdale College y estudió latín, griego y alemán. Amante de la literatura y particularmente de Shakespeare, en 1916 comenzó a trabajar en la Biblioteca Newberry en Chicago —que guardaba un folio original de Shakespeare—.
Fue en ese trabajo y mediante otro bibliotecario que conoció al empresario George Fabyan, quien había construido y financiado los laboratorios Riverbanks dedicados a la exploración de "ciencias oscuras" y buscaba investigadores para avanzar en el estudio de las ondas sonoras, la genética y el criptoanálisis.
Elizebeth llamó su atención al hablar de su pasión por el trabajo de Shakespeare y Fabyan, decidido a probar que las obras atribuidas al escritor inglés en realidad pertenecían al filósofo Francis Bacon, la contrató para encontrar y descifrar códigos secretos (de ahora en adelante, sistemas criptográficos) que él creía que existían en el trabajo de Shakespeare y probarían la autoría de Bacon.
¿Qué tenía que ver Shakespeare con la criptología?
Absolutamente nada. Bueno, en realidad un poco si, pero lo retomamos más adelante. Fue en esos laboratorios, una de las primeras instalaciones en los Estados Unidos fundada para estudiar criptografía y que luego terminó convirtiéndose en el centro oficial de criptología del país, donde Elizebeth conoció al genetista William Friedman.
Trabajando con Friedman, quien luego se convertiría en su esposo y con quien tendría dos hijos, Elizebeth creó diferentes enfoques y ataques a mensajes secretos para convertir estos sistemas criptográficos en algo con sentido y que seguía ciertos patrones.
Los métodos desarrollados por ambos se convirtieron en la base de la criptología modernay el sustento de gran parte del trabajo de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional).
Su papel en el crimen organizado y en la Segunda Guerra Mundial
Durante la década de 1920 el gobierno estadounidense estuvo involucrado en una lucha contra el crimen organizado en lo que se conoció como era de la Prohibición (o Ley Seca) y que prohibía la venta, importación, exportación, fabricación y el transporte de bebidas alcohólicas en todo el territorio.
Trabajando a partir de escuchas telefónicas, informantes y vigilancia, Elizebeth descifró 20.000 mensajes por año entre 1926 y 1930, 24 sistemas de codificación de contrabandistas y resolvió 650 casos de tráfico de contrabando de licor ilegal. Todo a lápiz y papel.
Sus aportes más excepcionales fueron sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando con su equipo interceptaron accidentalmente mensajes que estaban siendo enviados por espías nazis, dado que tenían técnicas de radio y códigos muy similares a los de los contrabandistas. Gracias a esto, el FBI consiguió arrestar a espías nazis y colaboradores.
También ayudó a descifrar varias máquinas Enigma mientras entrenaba a oficiales del ejército y ayudaba tanto al gobierno estadounidense como al canadiense con operaciones nacionales e internacionales y pasó el resto de la guerra trabajando como criptóloga bajo la dirección de la Marina.
El trabajo de Shakespeare entonces, ¿pertenecía en realidad a Francis Bacon?
Después de retirarse del servicio gubernamental, Elizebeth y su esposo publicaron "Los sistemas de cifrado de Shakespeare examinados", un análisis exhaustivo con un enfoque criptográfico donde sostienen que las obras fueron escritas efectivamente por él y no por el filósofo.
Sus aportes, borrados de la historia
El trabajo del FBI, en ese entonces dirigido John Edgar Hoover, era atrapar espías nazis. Elizebeth les proporcionaba mensajes e incluso material para que pudieran descifrarlos ellos mismos pero no obtuvo reconocimiento por ello: Hoover publicó artículos e hasta produjo una película sin mencionarla nunca como parte de la historia.
El FBI puede haberse tomado el crédito, pero sabemos que realmente fue Elizebeth Smith Friedman quien lideró con éxito una de las misiones más secretas del conflicto bélico.