Vacunas COVID y coágulos de sangre: lo que saben los investigadores hasta ahora
Los científicos están tratando de comprender por qué una pequeña cantidad de personas desarrollan un misterioso trastorno de la coagulación después de recibir la vacuna. En esta nota, todos los detalles.
Desde el despliegue de vacunas, médicos y enfermeros fueron testigos en inusuales ocasiones de lo que ahora se conoce como Trombocitopenia trombótica inmune asociada a la vacuna (VITT, por sus siglas en inglés), una misteriosa y potencialmente mortal condición que afecta a un número muy pequeño de personas vacunadas con las dosis de Oxford-AstraZeneca o bien de Johnson & Johnson.
La estadística nos dice que este síndrome se presenta en aproximadamente 1 de cada 50.000 personas menores de 50 años, y aunque el riesgo de enfermedad grave y muerte por Covid-19 sigue siendo ampliamente mayor al de coágulos de sangre (incluso es mucho mayor el riesgo de trombosis al enfermar de Covid-19 que al recibir la vacuna), conocer el mecanismo por el cuál esto sucede podría revelar formas de prevenir y tratar la afección y mejorar el diseño de futuras vacunas.
Por ahora, este vínculo todavía es incierto; pero durante los últimos meses, los investigadores han recopilado pistas y desarrollado una serie de hipótesis.
La ciencia está en continuo movimiento y lo que hoy se estudia con un determinado objetivo mañana puede servir a otro. En este caso, informa la reviste científica Nature, la VITT se caracteriza por síntomas —un bajo recuento de plaquetas y, a veces, la presencia de coágulos— que recuerdan a los hematólogos a una reacción poco común a un fármaco anticoagulante: la Trombocitopenia Inducida por Heparina (HIT).
La HIT es causada por la heparina, una molécula cargada negativamente, que se une al Factor Plaquetario 4 (PF4), una proteína cargada positivamente producida por las plaquetas para promover la coagulación. En algunas personas, el sistema inmunológico ve este complejo como extraño y desarrolla anticuerpos contra él. Estos anticuerpos pueden también unirse a las plaquetas y desencadenar la coagulación.
Unos pocos laboratorios del mundo se dedican a estudiar este síndrome y sus investigadores descubrieron que los receptores de las vacunas mencionadas que tenían esta reacción de coagulación también estaban produciendo anticuerpos contra sus propias proteínas PF4.
En otras palabras, el mecanismo detrás de la Trombocitopenia trombótica inmune asociada a la vacuna era similar al de la HIT, pero el desencadenante parecía ser la vacuna en lugar de la heparina.
La heparina es un fármaco anticoagulante utilizado principalmente para prevenir y tratar la trombosis venosa.
Las hipótesis para explicar este fenómeno son varias. Algunos sospechan que algo en la vacuna o en la respuesta del cuerpo a ella debe unirse al PF4. Un estudio, por ejemplo, apunta a los adenovirus, los vectores usados para transportar el gen que luego fabricará la proteína de pico del coronavirus para que la detecte el sistema inmunológico y genere anticuerpos. Sus investigadores demostraron que los adenovirus pueden unirse a las plaquetas y desencadenar reacciones en ratones.
"Es concebible que esos ratones también hayan desarrollado coágulos si se les hubiera hecho un seguimiento durante más tiempo", dice Maha Othman, autora principal e investigadora del Departamento de Patología y Medicina Molecular que estudia la coagulación sanguínea en la Universidad de Queen, Canadá.
Otro estudio (aún en revisión) analizó la estructura del adenovirus de chimpancé utilizado en la vacuna Oxford-AstraZeneca y determinó que tiene una fuerte carga negativa. Según su autor, el hematólogo Mitesh Borad de la Clínica Mayo (Estados Unidos), las simulaciones moleculares sugieren que esta carga negativa, combinada con aspectos de la forma del virus, podría permitirle unirse a la proteína PF4 y así desencadenar una cascada muy parecida a la rara reacción a la heparina.
Otra posibilidad era la proteína de pico en sí, pero un estudio que analizó los anticuerpos que genera el sistema inmune del cuerpo encontró que estos no pueden unirse al factor plaquetario 4. "Los anticuerpos contra PF4 inducidos por la vacunación no reaccionan con la proteína de pico del SARS-CoV-2, lo que indica que la respuesta inmune inducida por la vacuna no es el desencadenante de la Trombocitopenia trombótica inmune asociada a la vacuna", concluyen en el artículo.
Cómo los adenovirus entran a las células del cuerpo.
Finalmente, otra investigación apunta a los fragmentos de ARN dentro de los adenovirus. Estos fragmentos, que tienen la capacidad de "cortarse" y "volver a unirse" de diferentes maneras en las células humanas, pueden producir variantes, las que a su vez pueden generar proteínas de pico que ingresan a la sangre y luego se unen a la superficie de las células que recubren los vasos sanguíneos. Allí, provocan una respuesta inflamatoria que también se observa en algunas infecciones por SARS-CoV-2, que en personas gravemente afectadas puede conducir a la formación de coágulos.
Entonces, las soluciones varían según la causa; pero pueden ser: o diseñar adenovirus con menos carga negativa (para impedir que se unan a la proteína PF4 que favorece la coagulación) o bien eliminar los sitios que permiten que el ARN procese variantes (las que eventualmente conducen a la formación de coágulos).
Otras soluciones se enfocan, en cambio, en tratamientos para la Tombocitopenia trombótica inmune asociada a la vacuna (VITT) como anticoagulantes distintos de la heparina o altas dosis de anticuerpos naturales de donantes de plasma sanguíneo. O, como en el caso de Reino Unido, cambiar la política de vacunación y usar la vacuna de Oxford-AstraZeneca solo para mayores de 40 años, entre quienes el riesgo de esta afección es menos frecuente.
En definitiva, la solución depende de la causa y, ya sea que se trate de algunas de las investigadas hasta ahora o de otras, hay informes de que los equipos detrás de las vacunas Oxford-AstraZeneca y J&J están trabajando para desarrollar vectores adenovirales más seguros. Al día de hoy, la gran cantidad de datos sugieren que para la mayoría de las personas las vacunas son seguras.
De hecho, un ensayo clínico enfocado tratamientos para la VITT sigue siendo dificultoso debido hay que hay pocas personas en las que probarlas. En Tailandia, por ejemplo, los investigadores informaron en julio que no había habido casos de VITT después de que se administraron 1,7 millones de dosis de la vacuna Oxford-AstraZeneca.
Pero, como es habitual en el mundo de las ciencias, los estudios continúan.