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Cine y series #Four weddings and a funeral

Análisis | La remake de 4 Bodas y Un Funeral con una ex Game of Thrones

La tele se sigue agarrando de algunos éxitos cinematográficos para expandir sus horizontes y rescatar esas "viejas" historias para las nuevas audiencias. 

Análisis | La remake de 4 Bodas y Un Funeral con una ex Game of Thrones
¿Apostamos a ver de quién es el funeral?

¿Se acuerdan de “Cuatro Bodas y un Funeral” (Four Weddings and a Funeral, 1994)? Volvió en forma de miniserie de cuatro episodios, pergeñados por Mindy Kaling y Matt Warburton para Hulu. Sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que la película de Mike Newell envejeció bastante bien en estos 25 años, ya que la historia de Richard Curtis nos presentaba un abanico de conflictos amorosos que encajaban a la perfección en una era un tanto pesimista en cuanto al romance y el matrimonio que no cambió mucho hasta la fecha. Por aquel entonces, Charles (Hugh Grant) y sus amigos transitaban estos eventos sociales en busca de su media naranja, pero los realizadores demostraron que las comedias románticas (inglesas) no siempre se van a conformar con el esperado final feliz. O, al menos, feliz a la manera hollywoodense.   

Lamentablemente, FourWeddingsand a Funeral”, en su versión televisiva, no logra correr con la misma suerte, y aunque se enfoca en un grupo variopinto de treintañeros que atraviesan todos los problemas sociales del siglo XXI, su trama plagada de clichés y “homenajes” a otros exponentes del género, la convierten en una pieza de museo difícil de tragar. En parte, por la torpeza en el desarrollo de sus protagonistas: un conjunto de mujeres bastante ingenuas y estúpidas, y hombres que van de lo más tierno y loser, hasta lo más mezquino y superficial. El resultado no es tan gracioso como debería, sino más bien patético al ver como la miniserie quiere rescatar momentos de la película adaptados a estas nuevas situaciones.  

Todo arranca con Maya (Nathalie Emmanuel) -la Missandei de “Game of Thrones”-, jefa de campaña de un aspirante a senador neoyorquino (Tommy Dewey) con el que también tiene un apasionado romance. Claro que hay un inconveniente: el hombre está casado, y aunque amenaza constantemente con blanquear el amorío y dejar a su esposa, el hecho no se concreta porque no es prudente para su campaña política. Igual, la dulce Maya no pierde las esperanzas y aprovecha un viajecito a Londres para aclarar sus ideas.

El motivo es la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga Ainsley (Rebecca Rittenhouse), una persona bastante superficial que está a punto de cumplir los treinta. El festejo es la excusa ideal para que estos cuatro amigos de la universidad se reencuentren, incluyendo a Duffy (John Reynolds), profesor de literatura y escritor frustrado, enamorado secretamente de Maya por más de una década; y Craig (Brandon Mychal Smith), un banquero inversionista que acaba de pedirle a su exuberante novia Zara (Sophia La Porta) que se mude con él.

Amores y amistades a la distancia

En el aeropuerto de Heathrow, y tras un percance con su valija, Maya conoce a Kash (Nikesh Patel), otro banquero exitoso que, en realidad sueña con ser actor, con el que conecta inmediatamente al compartir su infelicidad momentánea. Pero Kash resulta ser el novio de Ainsley, la primera boda de esta historia que se lleva a cabo un año después, cuando todos vuelven a reunirse.

“Kash With a K”, el primero de los cuatro capítulos de esta miniserie, nos tira un sinfín de conflictos que apenas empiezan a desarrollarse -Craig parece tener una hija de la que no tenía conocimiento; Maya termina en Washington DC con el flamante electo senador; ah, e imposible entender la mala leche de Gemma (Zoe Boyle), vecina de Ainsley que cree que es necesario competir por su amistad-, pero entre tantos lugares comunes, referencias forzadas (¿se habrán confundido e hicieron remake de “Realmente Amor”?) y personajes arquetípicos que poco tienen de encantadores, esta comedia romántica sólo apta para millennials (aparentemente), falla a la hora de entregar una historia original e interesante.  

¿Maya en el centro de todo?

No es que estén obligados a hacerlo, pero teniendo en cuenta las posibilidades narrativas que les dan la realidad coyuntural y el contexto social que nos toca vivir, Kaling y Warburton pierden la oportunidad de realizar un gran análisis de las relaciones en el año 2019. En cambio, se quedan con un cuentito bastante chato y reiterativo que sólo puede calar hondo en los amantes del género sin muchas expectativas.

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