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Cine y series #Netflix#Locke and key

Análisis | Locke & Key: poca oscuridad y mucho drama adolescente

Después de años de dar vueltas, el cómic de Joe Hill y Gabriel Rodríguez llega a la pantalla de Netflix, pero demasiado alejado del tono y el material original. 

Análisis | Locke & Key: poca oscuridad y mucho drama adolescente

La adaptación del cómic homónimo de Joe Hill y Gabriel Rodríguez -publicado por IDW entre 2008 y 2013- tuvo un largo y ajetreado camino hacia la pantalla chica, incluyendo un piloto de Fox (de 2011) que nuca salió al aire, y su fallido paso por Hulu con la dirección de Scott Derrickson (“Doctor Strange: Hechicero Supremo”), luego reemplazado por nuestro Andy Muschietti. En 2017, Hulu decidió dejar pasar el conflictivo proyecto y Netflix, acostumbrado a aceptar a estos huerfanitos televisivos, tomó la posta de la mano de los productores Carlton Cuse (“Lost”), Meredith Averill (“The Haunting of Hill House”) y Aron Eli Coleite (“Star Trek: Discovery”).

“Locke & Key” es una historia fantástica y sobrenatural que se centra en los integrantes más jóvenes de una familia en duelo, los cuales deben sobreponerse a la pérdida mientras viven las más extrañas aventuras. Tyler (Connor Jessup), Kinsey (Emilia Jones) y Bode Locke (Jackson Robert Scott) son tres hermanos que se mudan junto a mamá Nina (Darby Stanchfield) de Seattle a Matheson (Massachusetts), más precisamente, a la casona ancestral de los Locke, conocida como Key House, para tratar de empezar de cero tras el asesinato de su papá Rendell (Bill Heck).

Tyler es el típico adolescente taciturno y rebelde que cree que tiene que convertirse en el hombre de la casa. Kinsey carga con el trauma y la culpa de no haber podido hacer un poco más para salvar a su padre, y Bode es un pequeñín curioso e inquieto, de esos que no hacen mucho caso. Por su parte, Matheson es un pueblo chico donde todos se conocen y conocen las “leyendas” sobre Key House, un lugar que carga con sus propios secretos. De entrada, la misteriosa presencia de una voz femenina en el clausurado pozo de agua, y otras señales sonoras que se esparcen por la casona.

Bode es el primero en escucharlas y empezar a descubrir las llaves que se esconden en los lugares más insólitos de la mansión. Llaves que abren diferentes puertas y desbloquean distintos poderes mágicos, algunos más peligrosos que otros. El juego es divertido hasta que los Locke entienden que alguien más está en busca de estas herramientas, una entidad demoníaca que toma la forma de Dodge (Laysla De Oliveira), una mujer tan hipnótica como oscura.

La curiosidad mató al gato, dicen

A lo largo de los diez episodios de esta primera temporada, “Locke & Key” se convierte en una búsqueda del tesoro donde vamos descubriendo el funcionamiento de cada llave (aunque la metodología nunca queda tan clara), el pasado de Rendell Locke -que hizo lo posible para esconderlas y alejarse de la casa familiar-, y el presente de estos hermanitos, que se divide entre sus aventuras fantásticas y su aflicción, además de lidiar con una madre ausente (narrativamente hablando) y todos los quilombos de la pubertad.

Imposible que Netflix se plantee una serie sin recorrer el terreno adolescente y los conflictos estudiantiles: gran parte de esta historia se desvía del oscuro e inquietante material original para sumergirnos en los planteos teen, romances ocasionales y lugares comunes explotados hasta el hartazgo en otros dramas. Acá, lo interesante debería ser la mansión, los enigmáticos secretos que esconde y la historia detrás de las llaves (¿de dónde diablos salieron?), pero el relato poco y nada hace para develar estos misterios, siempre pensando en guardarse la información para la próxima tanda de capítulos.

Los Locke no paran de pasarlo mal

Lo que nos queda, es una narración casi infantil recargada de clichés, donde los protagonistas hacen todo lo que no se debe, cayendo en un error detrás de otro de manera exasperante y a favor de un guión quisquilloso. Mientras persiguen la verdad y le hacen frente a Dodge, los Locke intentan sanar sus heridas y volver a reconstruir la relación familiar un poco machacada, por lejos, la mejor arista de esta historia. “Locke & Key” es otro de esos proyectos donde los adultos son personajes de reparto (todo bien) que no parecen preocuparse mucho por el bienestar de sus hijes (todo mal), una falla recurrente en series como “Stranger Things”, porque rompe la mínima verosimilitud del relato.

“Locke & Key” tiene buenos directores (Michael Morris, Vincenzo Natali), pero pocos recursos, y se le nota. Los efectos son mínimos y mediocres, y aunque la puesta en escena intenta replicar la atmosfera terrorífica de “The Haunting of Hill House”, poca veces lo logra. El producto final se aleja bastante del hit de Mike Flanagan y se acerca a las aventuras más juveniles como las de los chicos de Hawkins o productos noventeros como “¿Le Temes a la Oscuridad?” (Are You Afraid of the Dark?, 1990-2000). Una propuesta que no estaría tan mal, si estuviera mejor encarada.

Los demosnios vienen de todos los tamaños, formas y colores

“Locke & Key” falla como adaptación, tarda mucho en introducirnos en la verdadera historia (detrás de la historia) y deja demasiados interrogantes para explicar a futuro. Las actuaciones no siempre ayudan y, al final de esta primera temporada, no le queda otra que pisar el acelerador y apurarse a redondear una trama que logra atraparnos en esos últimos minutos, aunque también nos deja colgados con la expectativa.    

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