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Cine y series #Netflix#The i-land

Análisis | The I-Land de Netflix es una fotocopia gastada de Lost

La nueva miniserie sci-fi de Netflix no tiene mucho para ofrecer, más allá de sus muchas similitudes con "Lost".

Análisis | The I-Land de Netflix es una fotocopia gastada de Lost

El principal problema de “The I-Land” no es lo mucho que quiere parecerse a “Lost” (2004-2010), sino lo flojita que viene de papeles en cuanto a ideas, actuaciones, narrativa y todos los etcéteras que quieran sumar a la lista. La nueva miniserie sci-fi de Netflix, creada por Anthony Salter (guionista debutante sin ningún otro crédito), arranca en una isla, aparentemente desierta, cuando diez individuos despiertan en sus playas, sin recordar quiénes son o cómo llegaron hasta ahí.    

Natalie Martinez es la primera ‘náufraga’ que conocemos, una chica bastante suspicaz con ganas de obtener respuestas que, en seguida, se encuentra con Kate Bosworth, la persona más antipática que uno puede llegar a cruzarse en estas circunstancias tan desfavorables. La relación arranca con el pie izquierdo, pero no hay mucho tiempo de entablar amistad (o enemistad) porque de a poco empiezan a despertar el resto de sus compañeros de ¿travesía?: diez personajes que no parecen tener mucho en común, más allá de su vestimenta (toda igualita) y el hecho de estar varados en la mitad de la nada.      

“Magnífico Mundo Nuevo” (Brave New World), dirigido por Neil LaBute -que tiene en su haber cosas bastante interesantes como “Tus Amigos y Vecinos” (Your Friends & Neighbors, 1998)-, es un episodio de introducción donde empezamos a conocer a cada uno de estos protagonistas, cuyos nombres (reales o no) aparecen en las etiquetas de sus camisas. De entrada, Chase (Martinez) y K.C. (Bosworth) se miran torcido, los más tímidos ven la manera de pedir ayuda, pero la mayoría no parece tener muchas ganas de llevarse bien y trabajar en equipo para salir de esta situación o, al menos, sobrellevarla lo mejor posible.

Chase es la única que decide patrullar la isla acompañada por Brody (Alex Pettyfer), un machito alfa que, a la primera oportunidad, se le tira encima con toda la intención de violarla como si las leyes o la buena conducta no aplicaran en este nuevo orden. Así de bien arranca la cosa para estos ‘perdidos’, personajes exasperantes y cargados de contradicciones, que prefieren irse a nadar antes de saber dónde están, cómo llegaron hasta ahí o, por lo menos, intentar recuperar algún recuerdo.    

Esta no se parece a "La Isla del Sol"

Desde el principio, este drama aventurero nos presenta un argumento demasiado trillado y explotado por la TV y la pantalla grande. No ayuda la mala predisposición de estos protagonistas (o sus actuaciones), los diálogos incoherentes y una trama poco atractiva que tarda en mostrar sus cartas. Obviamente, en esta isla nada es lo que parece, y a falta de una Iniciativa Dharma, tenemos a The I-Land, ¿los villanos por descubrir?

Las posibilidades y las teorías son muchas, pero la mediocridad del conjunto no invita a querer descifrarlas. Puntos a favor por la economía de recursos que utiliza. Acá no hay avión estrellado ni suministros desparramados, apenas diez objetos específicos abandonados cerca de cada individuo (un hacha, un botiquín de primeros auxilios, una navaja, una caracola…), algunos cocos y el uniforme que todos traen puesto.

Dos minutos en el lugar y ya se armaron bandos

No nos queda otra que fantasear experimento de supervivencia, algo así como “El Señor de la Moscas” con adultos, líderes autoproclamados y mucha tensión sexual, o tensión a secas, que podría terminar como “Los Juegos del Hambre”, matándose los unos a los otros para salir con vida. Elijan su propia aventura.  

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