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Cine y series #Netflix#Vampiros

Análisis | Vampiros: una serie de chupasangres adolescentes a la francesa

Netflix estrena una nueva serie original francesa que mezcla chupasangres con adolescentes conflictuados. 

Análisis | Vampiros: una serie de chupasangres adolescentes a la francesa

En medio de la pandemia, Francia quiere aportar su granito de arena (¿?) con un nuevo drama fantástico con toques de terror. La creación de Benjamin Dupas, Isaure Pisani-Ferry y Anne Cissé nos lleva hasta un barrio de París donde la familia Radescu, con mamá Martha (Suzanne Clément) a la cabeza, hace lo que puede para sobrevivir. Antes tenemos que aclarar que, en esta realidad, los vampiros existen y viven entre los mortales, aunque escondidos en la clandestinidad. Su condición se debe a una mutación genética que apareció unos 500 años atrás, pero al igual que sus congéneres de las fabulas más clásicas, no toleran la luz del sol y deben alimentarse de sangre… aunque la humana está absolutamente prohibida.  

Hace 17 años, y tras la desaparición de su esposo (un mortal), Martha decidió apartarse de la Comunidad -algo así como la familia vampírica que representa la ley absoluta y a la que se le debe obediencia-, más que nada para proteger a sus dos pequeños hijos, los cuales no presentan signos de la mutación gracias a un supresor desarrollado por su padre (supuestamente fallecido), un médico genetista. En este escenario, y volviendo a la actualidad, conocemos a Doïna (Oulaya Amamra), adolescente de 16 años -y la más chica de los Radescu- que, a pesar de ser mitad vampiro mitad humana, no cede a los impulsos de la sangre, al igual que su hermano Andrea (Mounir Amamra).

Cansada de los efectos colaterales causados por la medicina que debe ingerir diariamente, la chica decide seguir los malos consejos de su hermano y suprimirla por varios días. Según él, nada puede pasar, pero los genes vampíricos de Doïna comienzan a despertar junto con su sed de sangre, llamando la atención de Csilla Nemeth (Kate Moran), matriarca de la Comunidad que necesita mantener el control sobre todas sus criaturas.  

Pronto queda claro que Doïna es algo diferente, un híbrido con características de chupasangre (su fuerza, sus sentidos agudizados) que sí puede exponerse a la luz del sol. Esta combinación la convierte en un peligro para sus compañeros de clase y amigos -sobre todo para Nacer (Dylan Robert), el chico que despierta todos sus instintos más básicos, ya sean sexuales o de supervivencia- y un blanco para los Nemeth, que van a querer explotar sus particularidades tan especiales.

La nueva y complicada realidad de Doïna

Mientras mamá (otra madre llamada Martha, ¿formarán un club?) busca ayuda entre los científicos humanos -más precisamente una ex colega de su marido- para volver a suprimir los genes mutantes de su hija, la adolescente debe aprender a controlar estos nuevos poderes (y testear sus límites) que la fascinan tanto como la aterran.

A lo largo de estos dos primeros episodios -“Solo una Joven como las Otras” y “Creo Que Soy un Monstruo”-, “Vampiros” (Vampires) deja bien en claro lo que propone y pretende: un drama fantástico pseudo adolescente (es para mayores de 16 años), con intrigas y mucho cachondeo porque acá, al igual que otras series del estilo, los instintos chupasangres están directamente relacionados al despertar sexual de la protagonista. Nada que no hayamos visto antes en el vasto universo vampírico del cine y la TV, incluso con menos glamour, originalidad y personajes empáticos.

Mamá gallina, o mamá vampiro

A Amamra le sale bien lo de la adolescente apática e irresponsable, pero Doïna nunca provoca nada en el espectador. Su hermano, al menos, se impone la misión de averiguar lo que ocurrió con su papá y las circunstancias de su muerte, una tarea que lo va a meter en más de una situación peligrosa cuando decida entregar su propia sangre a cambio de respuestas.

Al igual que “Marianne”, esta nueva propuesta original de Netflix nos trae una primera temporada corta de tan solo seis episodios que contrastan la vida suburbana y humilde de los Radescu -sumemos a Irina(JulietteCardinski) y Rad(Pierre Lottin), los hijos mayores y vampiros que apenas consiguen trabajo y documentos- con los Nemeth, confinados en su paqueta casona sin muchas preocupaciones. También tenemos a los vampiros marginales, los excluidos de cualquier sistema que sucumben ante la sangre humana como si se tratara de la peor droga.

¿Vampiros y cachondeo? Eso ya se ha visto

“Vampiros” es poco sutil a la hora de las analogías socioeconómicas y las metáforas sobre los inmigrantes indocumentados, efectos que se pierden entre clichés, malas actuaciones y una puesta en escena que, por momentos, se vuelve demasiado artificial. El resultado es poco atrayente incluso dentro de su propio género, explotado hasta el hartazgo. Igual, estamos en cuarentena (seguramente) con mucho tiempo libre y cualquier cosa nos viene bien para calmarlas ansias de este “distanciamiento social” obligado.   

PUNTAJE: 5.0

Vampiros (Vampires)

S01E01 y E02: “Solo una Joven como las Otras” y “Creo Que Soy un Monstruo”

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