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George Lucas: el hombre que redefinió una galaxia lejana

El gran George Lucas cumple años y  aprovechamos este día festivo para repasar su carrera y su legado intergaláctico. 

George Lucas: el hombre que redefinió una galaxia lejana

Algún crítico sesudo y mal intencionado supo aseverar que Steven Spielberg  y George Lucas -con “Tiburón” (Jaws, 1975) y “La Guerra de las Galaxias” (Star Wars, 1977), respectivamente- traicionaron las bases del Nuevo Hollywood, ese mismo movimiento contracultural que ayudaron a cimentar junto a cineastas contemporáneos como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o Brian De Palma, cuyos trabajos e ideas aportaron sofisticación (y deconstrucción) a una industria estancada en el sistema de estudios y una crisis artística.

Inspirados tardíamente por el neorrealismo italiano y la Nouvelle Vague francesa, estos jóvenes realizadores irrumpieron a mediados de la década del sesenta con ganas de revitalizar los géneros, dejar su marca de autor y sumar temas un tanto tabú, como la violencia o la sexualidad. Sí, el joven George Walton Lucas Jr., oriundo de Modesto (California) forma parte de este selecto grupo, aunque para sus detractores haya perdido el rumbo.

Aquellos viejos tiempos en Tatooine

Cuando su futuro como corredor automovilístico se frustró tras un accidente, George decidió perseguir sus otras pasiones (los cómics, la ciencia ficción y, por sobre todo, su amor por los seriales de Flash Gordon) y enrolarse en la University of Southern California (USC), una de las primeras escuelas en tener una rama dedicada exclusivamente a las artes cinematográficas. Allí compartió clases con Randal Kleiser, Walter Murch, Hal Barwood y John Milius, además de hacerse amigo de un tal Steven Spielberg y, entre otras cosas, le empezaron a interesar los elementos no narrativos del lenguaje fílmico, como el color, la luz, el movimiento, el espacio y el tiempo, así como las teorías de montaje del serbio SlavkoVorkapić.

La graduación llegó en 1967, y un par de años después fundó American Zoetrope junto a Coppola. Una de las primeras producciones de la compañía fue “THX 1138” (1971), su debut como director y guionista, basado en el cortometraje “Electronic Labyrinth: THX 1138 4EB” (1967). El thriller distópico fue un fracaso de taquilla, pero puso a Lucas fajo el foco de la crítica que ratificó sus talentos como narrador después del estreno (y el suceso) de “Locura de Verano” (American Graffiti, 1973), inspirada en su alegre juventud en Modesto.

El trabajo del Jorgito estudiante de cine

Lo que sigue es historia conocida: la conjunción de todos sus fetiches -las novelas de caballería, los samuráis y las obras de Akira Kurosawa, los seriales de ciencia ficción, los ensayos del monomito a cargo de Joseph Campbell y un larguísimo etcétera- se tradujeron en esa odisea espacial que podría haber resultado el fracaso más grande de todos los tiempos pero, en cambio, trascendió la mera experiencia cinematográfica, convirtiéndose en mega éxito y pilar de la cultura pop, tal cual como la conocemos hoy en día.

A Lucas solo le bastó una primera entrega y una frasecita ganchera (“Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…”) para cambiar el mundo y, prácticamente, dormirse en sus laureles… y los miles de millones de dólares que empezó a recaudar con el merchandising de la película. Claro que su visión era un poco más ambiciosa (una saga de nueve episodios), anhelo que se cumplió 42 años después con “Star Wars: El Ascenso de Skywalker” (Star Wars: Episode IX - The Rise of Skywalker, 2019), un producto que le dejó de pertenecer hace mucho tiempo.

Imposible nombrar un trío más icónico

Pero a pesar de las circunstancias -y de que vendió Lucasfilm y los derechos de la franquicia a The Walt Disney Company in 2012-, el nombre de George Lucas siempre será sinónimo de Star Wars, su universo, sus personajes y sus criaturas, aunque sigamos reprochándole las precuelas y monstruosidades como Jar Jar Binks. Detracciones aparte, no podemos minimizar el legado y el poder visionario de Jorge dentro de la industria, ya sea por sus contribuciones cinematográficas como productor (y creador) de Indiana Jones, y otros clásicos fantásticos de los ochenta como “Laberinto” (Labyrinth, 1986), “Willow” (1988) y “Pie Pequeño en Busca del Valle Encantado” (The Land Before Time, 1988); sino el aporte técnico y artístico de empresas como LucasArts e Industrial Light & Magic. Si hasta Pixar le debe su fundación.

Puede ser que la imagen del “Nuevo Hollywood” haya quedado decolorada tras el éxito y las montañas de dinero. Que el cineasta “rebelde” se haya convertido en un instrumento de esa misma industria que quiso combatir inicialmente, o que la saga intergaláctica no sea la epopeya más original de la historia del séptimo arte, pero los sentimientos que provoca -sobre todo esa unión generacional- son auténticos y todo se lo debemos a su creador, incluso cuatro décadas después de esa primera incursión en una galaxia muy, muy lejana…  

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