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Comida

¿Comés peor cuando te juntás con amigos? Esta es la razón

Mirá lo que tiene para decir la ciencia sobre esas reuniones hipercalóricas de las que después te arrepentís (o no). 

¿Comés peor cuando te juntás con amigos? Esta es la razón

Estás decidido. Te vas a juntar a estudiar en un bar con tus compañeros de la facultad, pero no vas a caer en vicios y te vas a limitar a pedir un cafecito y unas tostadas. Llegás y pasa lo peor: sale un pedido colectivo de medialunas de manteca. 

La otra: tenés un almuerzo y pensás que te vas a pedir una ensalada, pero tu amigo se pide una hamburguesa y a vos se te hace muy difícil no imitar su elección. Y ni empecemos con la cena, esa comida que para los argentinos siempre equivale a la última ingesta de alimento de su vida y en la que nos abarrotamos de hidratos de carbono y grasas hasta no dar más.

Todo esto tiene su explicación. Lo primero que se nos ocurre es que la oferta gastronómica a veces es muy tentadora para combatirla, que el cuerpo no se puede resistir ante esas toneladas de quesos, carnes, pastas y productos fritos que nos llaman la atención desde un menú. Pero la ciencia ha demostrado (aproximadamente) que nos movemos por la lógica de la indulgencia altruista. ¿De qué se trata?

En la Universidad Nacional de Seúl se ocuparon de estudiar el fenómeno. En una investigación llevada adelante por el profesor de marketing Youjae Yi se analizaron 649 transacciones realizadas en un café universitario. Mirando de cerca las órdenes, el equipo académico descubrió que la mitad de los clientes que estaban solos eligieron opciones saludables y la otra mitad, lo contrario. De manera similar, en los pedidos destinados a grupos de dos o más personas, los primeros clientes en elegir su comida optaron en un 50% por algo liviano y en otro 50% por algo más pesado. Lo sorprendente vino a continuación: el patrón mostró que, si la primera persona en pedir eligió algo calórico y poco saludable, sus acompañantes replicaron su comportamiento en un 80%. 

En cambio, si la primera persona eligió un snack o una bebida saludable, los siguientes comensales solo la imitaron en un promedio del 60%. 

"El modelo de comportamiento de las elecciones poco saludables fue mucho más fuerte y claro que el de los pedidos saludables", determinaron los investigadores, lo que les permitió abonar su teoría: si un amigo se pide algo grasiento, nos cuesta dejarlo en banda y pedirnos una barrita de cereal. 

Youjae Yi y sus secuaces volvieron a testear a las masas con un nuevo estudio para profundizar sus resultados, y consultaron a 174 mujeres estadounidenses si, en una comida con una amiga o con un amigo, decidirían pedirse la hamburguesa más potente del menú si su compinche así lo hiciera; o si, por el contrario, a pesar de la elección del otro, optarían por una más liviana y saludable. También les preguntaron el por qué de su respuesta. La devolución fue clarísima: el 51% dijo que sí pediría el sándwich calórico para acompañar a su cita, contra un 29% que se abstendría (el resto, no sabe no contesta). Y en los casos afirmativos, la explicación siempre fue la misma: la preocupación por los sentimientos y el confort del otro. 

“Generalmente, la indulgencia es vista como una elección egoísta asociada al propio placer en el corto plazo, pero la indulgencia altruista está asociada con el sacrificio, olvidando nuestras preferencias y nuestra salud para complacer a otro", concluyó el equipo. 

Ahí tenés: una excusa más para obviar la dieta y argumentar a favor de tu mala alimentación. ¡Enhorabuena!

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