La imagen de la patada criminal al pecho que Victor N’Dip le dio a Diego Maradona y por la que sólo vio la tarjeta amarilla, quizás sea la mejor forma de resumir aquella tarde del 8 de junio de 1990, cuando la Selección Argentina estrenó su título de campeón del mundo (en México 1986) en el Mundial de Italia con una derrota ante Camerún por 1 a 0.
Ese partido, que este lunes está cumpliendo 30 años, quedó en la lista de los imborrables. El impacto de la inesperada derrota de la Selección Nacional fue tal que, en abril pasado, el diario The New York Times le pidió a sus lectores que elijan los encuentros más importantes de la historia del fútbol entre 1946 y 1992, y el Argentina-Camerún quedó en el quinto puesto.
De las patadas sistemáticas, que tuvieron como víctimas principales a Maradona y Claudio Caniggia, Camerún pasó a un golpe de nocaut del que Argentina nunca pudo recuperarse: a los 20 minutos del segundo tiempo, Omam-Biyik saltó dentro del área, cabeceó y a Nery Pumpido se le escurrió una pelota que terminó definiendo la historia.
El gol de Omam-Biyik que puso en jaque a la Selección Argentina
Argentina, que terminó con un jugador más tras la expulsión de Andre Kana-Biyik, quedó de rodillas en su debut ante el asombro del mundo.
Nada fue igual después de ese partido. Según contaron algunos de los protagonistas, días después de la derrota, Carlos Bilardo les dio una charla como nunca antes a los jugadores. Y el equipo reaccionó. Pasó la primera fase y llegó a la final. Una hazaña difícil de imaginar.