Roger Federer está de vuelta. No hay dudas. Luego de estar parado seis meses para recuperarse de varias molestias musculares -sobre todo de su rodilla izquierda, en la que sufrió una cirugía-, el suizo le ganó a su compatriota Stanislas Wawrinka por 7-5, 6-3, 1-6, 4-6 y 6-3 y se metió en la final del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada.

Dos años pasaron para que Federer vuelva a disputar una definición de un torneo grande. Además, buscará levantar su 18° trofeo de Grand Slam (sexta final en Australia), luego de casi cinco años sin poder hacerlo, ya que último que ganó fue Wimbledon 2012.

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Ni el propio Federer se pensó que viviría este comienzo de 2017. Él mismo declaró que tenía pensado alcanzar octavos de final, quizás cuartos. Sin embargo, sacó del camino a tres top ten (Tomas Berdych, Kei Nishikori y Stanislas Wawrinka) y, con 35 años, está a un paso del título.

Ahora, solo falta esperar para conocer quién será el rival del suizo, en la última parada del torneo. Todas las miradas apuntan a Rafael Nadal, el número 9 del mundo, que en la madrugada del viernes jugará la semifinal ante el búlgaro Grigor Dimitrov (15°). La última final de un Grand Slam entre el español y el suizo fue Roland Garros 2011, y terminó con la celebración de Nadal.

¿Volverá a reeditarse una final entre Rafa y Roger después de seis años?