Desde su explosión en el US Open, donde se cargó, nada más y nada menos, que a Serena Williams en la final, Naomi Osaka sorprendió al mundo del tenis. Ahora, en el primer torneo grande del año, demostró que no está de paso y llegó pisando fuerte para ganarse un lugar en la pelea en todos los frentes.

A paso firme, la japonesa-estadounidense de 21 años, se enfrentó a Petra Kvitová en la final del Australian Open, y pudo quedarse con el título con un triunfo sufrido en tres sets. 7-6 6-7 y 6-4 en 2 horas y 28 minutos de juego tuvo que luchar para cerrar su segundo Grand Slam y un plus extra: ser N°1 del ranking WTA.

Con los puntos logrado con este nuevo título, la ex N°4 logró superar en el escalafón a Simona Halep, Angelique Kerber y Caroline Wozniacki para llegar a la cima. Kvitova también tuvo su premio consuelo y desde la semana entrante será la escolta de Osaka.

"Me sentía muy decepcionada, había tenido tres bolas de partido, intenté decirme no hay nada que puedas hacer, estoy jugando una final y necesito seguir luchando, no podía actuar de manera inmadura", expresó tras la victoria, previo a recibir el título sobre el estadio Rod Laver.

"Por ahora estoy más feliz por haber conseguido el título, quizás en el próximo torneo sienta algo más cuando vea mi nombre al lado del número uno", remarcó con emoción, sobre todo cuando recibió el premio en manos de Li Na, ex campeona en 2014. "Fue un honor", cerró Osaka, que empieza a construir su historia grande.