Nacido en Leeds, Inglaterra pero criado en Noruega, Erling Braut Haaland siempre tuvo como sueño ser jugador de fútbol y desde chico empeó su recorrido en un país donde no se destacan los deportistas en jugar a la pelota. Sin embargo, cuando tenía 15 tuvo su debut oficial en la tercera división de su nación y de ahí todo fue en crecimiento.

16 partidos en el Bryne le bastaron al Molde, uno de los equipos más poderosos de la nación, para confiar en un joven que aparecía con potencial de super estrella. Alto y curpulento son las caracterísitcas más visibles de un juvenil que empezó a desarrollar la destreza, potencia y velocidad en alguien que no es poco común de su tamaño.

Asú fue avanzando hasta que en el 2018 capturó la atención de Red Bull y su conglomerado de equipos, que decidió darle una oportundidad en el RB Salzburgo de Austria, el equipo que tiene con mayor antiguedad la empresa de bebida energética. Tras un primer año de adapatación, la temporada 2019/20 iba a ser la suya.

Todo iba a empezar en el Mundial Sub 20 de Polonia,  cuando su nombre iba a recorrer el mundo al marcarle 9 goles en un partido a Honduras, en una goleada que terminó 12 a 0. En ese torneo, iba a finalizar para el jugador en la fase de grupos pero ya se empezaba a hablar de la capcidad goleador.

Así fue como se ganó la chance en Austria y en 22 partidos iba a cosechar 28 goles y de todos los colores: como goleador nato, a pura potencia y con clase fueron algunos de los tantos que a los 19 años cumplidos en julio, lo ponían en la órbita de las grandes estrellas del presente y futuro.

Luego de tantos rumores y especulaciones de gigantes como Barcelona, Real Madrid, Nápoli y Juventus, el que confió en él fue nada más y nada menos que Borussia Dortmund, un equipo acostumbrado a potenciar juveniles a los largo de la historia, pero que sabía que se llevaba algo que funcionaba.

Su llegada a Alemania fue a todo color: apenas unos minutos en la derrota ante Mainz le valieron tener mayor continuidad en la siguente jornada, donde el equipo amarillo visitó a Ausburgo y perdía 3 a 1. En ese momento saltó al campo y en 20 minutos ya había hecho 3 goles, la pelota a casa y el triunfo de su equipo.

Los tantos seguían llegando. Dos a Colonia (desde el banco), dos a Unión Berlin (donde debutó como titular) y uno a Werder Bremen en sus primeros partidos donde ya se había quedado con el puesto de centro delantero. Sin embargo, todavía quedaba la Champions y el gran desafío por delante.

En sus primeros seis partidos con Salzburgo, había marcado ocho goles y estaba a punto de quebrar una marca. Si lograba convertir dos goles en cuatro partidos, se convertiría en el jugador que menos partidos necesitara para llegar a 10 anotaciones, pero enfrente estaba un rival poderoso como PSG que llegaba como candidato.

Sin embargo, en un Signal Iduna Park reventado de hinchas y con la fe de bajar a Neymar, Mbappé, Di María y compañía, Haaland se llevó todas las miradas una vez más. Primero, de carambola, ponía el 1 a 0, pero su equipo sufría el empate de Neymar, tras una gran jugada de Mbappé. Sin embargo, a los dos minutos iba a mostrar todo su poderío. Conducción en velocidad, resistencia de la marca y bombazo arriba para el 2 a 1 final, el récord y la ovación.

Su gran partido le valió otra vez el mote de futura leyenda. Incomparable con cualquiera en actividad por sus condiciones (alto, potente, velóz y con técnica exquisita), su padre Alf ya se anima a decir que su hijo de 19 años y representado, tiene un sólo jugador con el que puede aspirar a ser comparado y es Lionel Messi.