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Joaquín Furriel cuenta cómo es ponerse en la piel de un hombre atormentado en "Ella en mi Cabeza"

El actor analiza su personaje, y se diferencia,  reflexionando sobre el matrimonio, el amor y otras yerbas.

Joaquín Furriel cuenta cómo es ponerse en la piel de un hombre atormentado en "Ella en mi Cabeza"

Para Sigmund Freud, la neurosis se manifiesta en los individuos en forma de un enorme caudal de angustia. El individuo sufre y siente temor por su presente y futuro, desarrolla fobias y manías. Todo esto viene acompañado de una ansiedad constante. Y ejemplo de esto es el personaje que creó Oscar Martínez en la obra que significó su debut como dramaturgo  allá  por el 2005 con "Ella en mi Cabeza".

Y que en la actualidad, volvió hace algunos meses, aggiornada por la mirada de Javier Daulte y las actuaciones de Joaquín Furriel, Florencia Raggi y Roberto Castro

La comedia es una pieza teatral que invita al espectador a presenciar noche a noche la atormentada mente de Adrián, interpretado por un Joaquín Furriel, que no descansa hasta hacerte vibrar su propia y neurótica pesadilla.

Con esta obra, el actor vuelve luego de muchos años al teatro comercial, tras un largo recorrido entre los que se destacan: "La vida es sueño", "Rey Lear", con Alfredo Alcón, "Final de partida", y  "Hamlet" con dirección de Rubén Szuchmacher.

“La primera novedad para mí era que no sabía cómo me iba a sentir en el contexto de hacer una comedia en el teatro comercial, porque para mí, era una novedad. En el teatro siempre tuve otro recorrido con muy poca experiencia comercial, en general siempre hice obras de texto en el San Martin o en el Cervantes. Y cuando leí la obra me pareció muy divertido lo que le pasaba a este personaje, con su neurosis y con toda su incapacidad para poder ver, lo que para cualquier persona, o para mucha gente, puede ser muy fácil . Pero creo que cuando uno está totalmente neurotizado, justamente tropieza dónde está  ese punto vulnerable”, comienza contando en una charla con Filo.News

Y es que “Ella en mi cabeza” muestra la historia de un hombre que desde que se levanta solo puede pensar en una sola cosa, una mujer que lo atormenta, que hace de su vida la más miserable, y que por sobre todas las cosas no puede dejar. Laura (Florencia Raggi) no está allí, sin embargo como si se tratara de un bucle emocional, o las ramificaciones de algún monstruo mitológico, Adrián se enrosca, se retuerce y se atormenta con sus pensamientos compulsivos sobre la desvalorización, el deseo y los celos por esta mujer.

No obstante la comedia que ya tiene 15 años, en esta nueva puesta Daulte, le da un giro más psicoanalítico y la tiñe bajo la mirada de la neurosis, quitándole el foco al conflicto matrimonial y los celos, y apoyándose en los basamentos de la psicología convencional.

“Me gustó mucho el trabajo que hizo Javier Daulte, para recuperar un texto que habla sobre problemática de pareja y sobre neurosis. Es un texto que se escribió hace 15 años, y con toda la revolución cultural que hubo, principalmente la revolución feminista, bueno también nos hace repensar un poco el humor. Porque en aquel momento la gente se reía de una manera de la obra, y yo entiendo que hoy, se siguen riendo, pero al haberla trabajada y tratada especialmente como un problema de neurosis, no un conflicto matrimonial, le dio otro enfoque distinto. Por eso esta puesta es muy diferente a la puesta de aquel entonces. Y es muy interesante ver al público como se divierte hoy y con la puesta en escena que eligió Javier Y con el gran trabajo que hacen mis compañeros”, explica Joaquín sobre la decisión de cambiar el enfoque del texto.

Y agregó: “Desde un principio Javier nos dijo a Florencia y a mí, que él creía que era una historia de amor, no de desamor. Y Javier, también al ser psicólogo, confía mucho en el espacio de la terapia y confía mucho en que ese espacio puede modificar los destinos, por lo menos de una manera más consiente. Ya sea por la separación o por seguir juntos, pero al menos no dejar que las cosas pasen porque sí. Y con Florencia somos muy conscientes todas las noches, y por diferentes cositas que se trastocan en la obra decimos: `y hoy creo que están más cerca de separarse, otras veces decimos, ¡No hoy apuestan a todo!`. Como que vamos sintiendo el destino de esta pareja noche a noche a través de las energías del público”, comenta.

Pero esta comedia no es fácil de realizar, y requiere de un Furriel que durante 1 hora y veinte está en escena, con un texto verborrágico, sobre una cama circular que, al igual que sus pensamientos, no lo dejará poner los pies en la tierra. Y sobre ese desgaste físico, ya que lo deja todo sobre el escenario contó: “Mi obra previa a esta fue Hamlet que fue una puesta que prácticamente era tres horas, la puesta de Martin Corrado en el San Martin, en una de las salas más grandes que tenemos en Buenos Aires, y una de las más grandes de Latinoamerica”, explica a modo de ejemplo, al tiempo que asegura que su primera percepción en los ensayos fue atemorizante: “Me pasaba en los ensayos, que me decía yo no voy a poder hacer dos funciones, va a ser demoledor y pensaba, bueno las dos funciones juntas  es una función de Hamlet  y yo tuve dos funciones de esa obra de miércoles a domingos durante cinco meses”, recordó.

Y rememora: "Pero mi sensación es que ese entrenamiento viene desde el momento en que empecé a estudiar en el conservatorio y que empecé  como a imaginarme el actor que quería ser. Clases de entrenamiento vocal, físicamente estar entrenado, llevo una vida muy sana. Mi vida está muy regida por mi trabajo. Y después, bueno mucho escenario, con obras de mucha dificultad, como la que hice con Alfredo Alcón `Final de Partida` o la que Hamlet, me dieron cátedra”, asegura.

Y vuelve a mencionar la puesta de Daulte que, según él, le tuvo mucha paciencia para encontrarle los tiempos correctos y sacar la mejor versión: “Javier tiene algo muy a favor que ama a los actores y a las actrices, que con el tiempo no es fácil, la mayoría se van desgastando naturalmente, porque los vínculos son así. Y él es un director que contagia mucho el entusiasmo al trabajar, y trabaja mucho con el cuerpo emocional del actor. Y en mi caso me ha tenido mucha paciencia, porque  este personaje requiere de una manera de expresarse físicamente que te podría decir que es muy gráfico. La neurosis está ahí no tiene subtexto es un personaje donde la complejidad está en el cuerpo y en lo que dice. Y ahí está todo, digamos”, analiza.

Y suma: “Creo que Javier en eso fue armando un camino de mucha solidez y manejó muy bien los tiempos conmigo. Es un director con quien yo ya había trabajado y bueno hay un punto en donde siempre conviene confiar”, dice y añade: “Es así, tenés que estar como arrojado al escenario, que es también un poco lo que le pasa al personaje que estoy haciendo, que cuanto más sufre y más atravesado está por todos sus padecimientos, el público más se ríe”, advierte.

"Para mí el matrimonio no es una institución que merece la pena defenderse a cualquier precio"

La obra que ya lleva varios meses en cartel y que se encuentra en las últimas semanas con funciones de miércoles a domingos y los sábados con doble función en el Metropolitan Sura tuvo recientemente la incorporación de Roberto Castro por Juan Leyrado que interpretan al Psiquiatra que intentará neutralizar las ideas persecutorias de su paciente y sobre este cambio, Joaquín comentó: “Es interesante porque cada actor tiene una energía diferente. Son dos obras diferentes y es la misma obra, pero al ser los actores tan extraordinarios la obra no pierde sentido, porque se potencia con la particularidad que tiene cada uno y para mí, como actor me gusta mucho trabajar así. Yo trabajo con el otro, conmigo y con el otro, no me gusta trabajar solo, no me da igual cómo me habla quien me está hablando. Observo, miro, veo que me provoca y arranco a partir de esa impresión. Me gustaba mucho lo  que pasaba con Juan y también me gusta mucho lo que está pasando con Roberto”, aseguró.

Al tiempo que diferenció lo que sucede con Adrián que está en las antípodas de Joaquín quien reflexivo comentó: “Bueno, yo me podría reconocer neurótico en algunas cosas, no me considero una persona neurótica ni mucho menos al grado de mi personaje. Yo también me analizo, no con un psiquiatra sino con una psicóloga. Y después lo que para mí es un mundo desconocido es que yo no he tenido relaciones muy largas, mi relación más prolongada fueron 7 años y para mí el matrimonio no es una institución que merece la pena defenderse a cualquier precio. Los parámetros son bastante evidentes en mi caso personal y no tengo otro sostén más que la retirada. No sé si es más sano, es en lo que uno cree. Hoy con casi 50 años, a los 47 te digo que antes cuando era más chico, yo creía. Y hoy disfruto mucho de las cosas, porque cada vez creo menos”, explica.

"La obra habla de la diferencia que hay entre lo real y lo otro que es la ficción. Es una realidad neurotizada y esta realidad es en la que vive el personaje"

“Y eso al margen de ser mucho más permeable, mucho más abierto, menos prejuicioso. Estoy muy contento, disfruto mucho más de todo tipo de encuentros y no tengo esas ataduras que el personaje tiene, fui haciendo un trabajo bastante intenso desde los 40 años, que tuve un ACV, y hasta ahora como para tener la vida que llevo hoy, y estar conectado con las cosas que para mí son importantes y me dan ganas de hacer. Y justamente tratar de ir por la vida de la manera más liviana posible. Esto se termina en un momento y listo y no cargarme de responsabilidades espirituales, ni materiales de ningún tipo sino más bien lo contrario. En eso no tengo nada que ver con Adrián” advierte convencido.

Y esa lejanía lo hacen tener una perspectiva más abierta sobre su papel: “A mí me resulta un poco ajena la obra en ese sentido, no pienso mucho como el personaje, no tengo mucha empatía de cómo piensa el personaje, por llamarlo de alguna manera, me divierte mucho como actor. Según Javier y su análisis, y en esa estética en la que entramos todo el elenco, la obra habla de la diferencia que hay entre lo real y lo otro que es la ficción. Es una realidad neurotizada y esta realidad es en la que vive el personaje”, detalla.

“En el caso de Adrián, es muy evidente lo que le pasa, y para mí como actor es muy entretenido, Oscar la verdad escribió una obra excelente, está muy bien estructurada, tiene gags muy divertidos y eso te facilita las cosas a la hora de crear este personaje”, puntualiza.

Ya para cerrar la charla hablamos de cómo la recibe el público y qué  siente que se lleva la audiencia de la obra: “Yo no pienso el teatro en términos de mensaje. El teatro para mí como espectador no tiene que tener mensaje. Me parece que el teatro es un espacio menos tangible, me parece que el teatro tiene que hacer que el presente en el que uno está un momento donde la vida cambie de sentido cotidiano. Donde de repente en una hora y 20 no estas con el celular, no estás en un montón de cotidianeidades, y esa experiencia hace que esos momentos diferentes que van pasando en la obra resuenen en cada uno en base a la historia de cada uno. Creo que  me cuesta a mí porque no tengo como esa matriz para poder ver”, se sincera. 

Y añade: “Lo que a mí me gusta del teatro, es que justamente es algo compartido y con cada espectador que viene aporta su propia historia para poder terminar de completar lo que está ocurriendo en el escenario, entonces yo no sé qué  está pasando en la platea, porque cada persona que está ahí está con un viaje diferente”, finaliza y bajamos telón con aplausos y ovación como los que recibe noche a noche junto a sus compañeros que se destacan brillantemente en sus roles.

"Ella en mi Cabeza" se presenta en el Metropolitan Sura ( Av Corrientes 1343) con funciones de: Miercóles y Jueves 20:00 hs, Viernes 20:15 hs, Sábados en doble función 20 y 22 hs y Domingos 20:30 hs. Las entradas las conseguís haciendo click acá

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