Elisabetta Piqué es una periodista corresponsal del diario La Nación en Europa y, en estos momentos, cuando Rusia comenzó una guerra contra su país vecino, Ucrania, ella se encuentra en el lugar de los hechos.  

Porque es corresponsal y experta en la región es que sale en un medio de comunicación a relatar lo que sucede en Ucrania. Pero de repente, la situación que parece simple- una corresponsal en un conflicto bélico- se transforma en una clase magistral de cómo los varones siempre, en cualquier situación, nos explican cosas. 

Hay que destacar que la periodista es experta en conflictos bélicos, de hecho es escritora de "Diario de guerra, apuntes de una corresponsal en el frente" en donde relata el enfrentamiento Afganistán e Irak.  

Las instrucciones que un compañero suyo le da a una mujer que vive en la zona de riesgo y que entiende y conoce las herramientas a la hora de enfrentar un bombardeo, se volvieron virales. Diego Laje, ante los inminentes ruidos de bombas, tomó el aire para indicarle a Elisabetta cómo accionar en caso de que todo se descontrole. 

Y si bien el final de video generó revuelo porque ella se enoja y lo insulta, son esos 42 segundos un resumen muy claro y explícito de una situación que se vive a diario en este maravilloso y agotador mundo machista que habitamos. 

El libro "Los hombres me explican cosas" de la escritora Rebecca Solnit hace referencia a este fenómeno y de forma muy clara desarma la matriz del mansplaining. Las estructuras desiguales de poder que se alimentan de estas microviolencias son claves a la hora de analizar a un sistema que aún entiende y lee a la mujer como el sexo "débil". 

Débil en todos sus sentidos. Débil de cuerpo pero a su vez de experiencias y saberes. Las mujeres y todas aquellas personas que no son varones heterosexuales y cisgénero repetimos hasta el cansancio cosas que ninguno de ellos siquiera tiene que mencionar. La meritocracia es exponencial cuando una mujer está al frente y tiene que demostrar, carnet en mano, que está á la altura.    

Y en este video quedan clarísimas dos cosas: la primera es que ellos continúan creyendo que saben más que cualquier experta. La segunda, es que si bien estas situaciones pasaron siempre, hoy, apenas sucede, lo vemos, lo detectamos y activamos el tan visceral y a veces funcional recurso del insulto. Porque el silencio, queridos varones que todo lo saben, es un privilegio con que el que ya no cuentan.