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La culpa no es del troll, ¿es de los feminismos?

Semana a semana referentes de este movimiento son tendencia en las redes sociales y atacadas por todos los frentes. ¿Qué pasa con las fake news? ¿Por qué contra los feminismos? ¿Qué opciones tenemos para defendernos? En esta nota, algunas respuestas. 

La culpa no es del troll, ¿es de los feminismos?
Imagen figurativa de un troll, trolleando. (Imagen figurativa de un troll, trolleando.)

El descontrol de las noticias falsas y las fake news impresiona. Cientos y miles de frases no dichas y afirmaciones malintencionadas dan vueltas por las redes sociales. Whatsapp explota con audios y titulares engañosos y millones de personas aseguran datos que no existen o situaciones que jamás sucedieron. 

Y si bien los ejércitos de trolls disparan para todos lados y según la conveniencia política, son los feminismos víctimas constantes de estos ataques. Casi todos los días nombres de referentes feministas como Ofelia Fernández, Macarela Sanchez o la divulgadora Sol Ferreyra (a.k.a Sol Despeinada) encabezan las tendencias de Twitter. 

No es novedad, Internet, universo infinito de data, se llenó de estas estrategias que confunden y embarran la cancha respecto a las noticias y las redes son un terreno muy hostil y peligroso a la hora de informarse

Las consecuencias de estos ataques son feroces y si bien se minimizan porque existen solo en la web y no en la "vida real", lo cierto es que muchas veces estas cuestiones repercuten fuerte en la psiquis de quien se encuentra atrás de la cuenta trolleada. 

Claro, sí, es lo que buscan. La idea de los trolls es esa, interpelar, incomodar para generar reacciones y así viralizarse y crecer exponencialmente. 

Para entender un poco más las herramientas con las cuales contamos para enfrentar a estos ejércitos de robotitos (o personas automatizadas con más de una cuenta), Filo.News habló con Natalia Aruguete, Doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet que escribió el libro "Fake news, trolls y otros encantos: Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales" y con Melisa García, presidenta de la Asociación de abogadas feministas en red. 

¿Feminista? ¡Vamo a darle!

Marcha feminista frente al Congreso Nacional.

Del 2015 a esta parte de nuestra historia, los feminismos ocupan un lugar preponderante en el diálogo social y en la agenda mediática. Al vivir en un mundo que continúa siendo patriarcal y machista,el contraste feminista causa incomodidad y ese choque de paradigmas, noticias diarias. Denuncias de abuso, de acoso, de violencia mediática, escraches y demás tópicos feministas, inundan los diarios de todo el país, medios de comunicación y sobremesas. 

Los feminismos abogan por los derechos humanos, se basan en ellos para diagramar cualquier tipo de discusión o debate y sabemos bien quiénes están rotundamente en contra. Esa corriente liberal del pensamiento late y enfrenta en una pelea constante tanto afuera como adentro de las redes sociales. 

Los ataques sistemáticos a referentes son la clara muestra de que los feminismos se transformaron en estos años en blancos fáciles o, al menos, obvios, para las ideologías más conservadoras y las agotadoras y descontroladas fake news.  

"Las fake news son estrategias políticas, donde se procura capitalizar políticamente un determinado tipo de acción que deviene en ataque. Para eso necesitás un estereotipo que sea consistente y coherente con la idiosincrasia de una sociedad. En una sociedad patriarcal como ésta es mucho más posible inscribir en el estereotipo de que las feministas pifian y defienden violadores porque piden prisiones domiciliarias, por ejemplo", sostiene la especialista.

Es que claro, este tipo de noticias o trolleos no tendrían sustento si nuestra sociedad entendiera al machismo como un mal innecesario y tuviera a la igualdad social como pilar. "Lo que no podemos perder de vista es que, la garantía de que una fake news se inscriba y tenga garantizada una difusión muy masiva en las redes, es que haya un determinado sentimiento más o menos extendido en la sociedad sobre el tema específico", agrega Aruguete.  

No alimenten a la trolleada

Cuando se lee o se discute sobre algo jugoso en las redes, la pulsión por responder rápido, por ser parte del tema, por dar nuestra opinión, muchas veces gana la carrera. Y ahí nos encontramos todes, pidiendo públicamente que denuncien cuentas falsas, sumándonos y dándole apoyo a la persona que está siendo atacada, respondiendo tuits que van en contra del hastags pero a su vez, irónicamente, lo nombran.

Todo esto, en vez de colaborar por desemantelar la jugada, la potencia. Porque en esas secuencias, lo único que se lograr es activar, con un tuit, con una pequeña mención, la catarata de trolls que están siempre listos para el ataque.     

"'Dont feed the troll' es una leyenda que se usa mucho en Estados Unidos y que acá la hemos importado. Nosotros los usuarios y usuarias de a pie, que tenemos estos sesgos cognitivos, convalidamos y garantizamos la propagación de las fake news", sostiene la especialista y agrega: "Porque si esa propuesta de encuadrar los mensajes en términos patriarcales no tuviera acogida en el resto de la sociedad, los trolls quedan sin capacidad de propagación".

Las rectificaciones de las fakenews solo alcanzaban al 20 % de las personas que las consumieron y ese dato alerta sobre la peligrosidad de esta problemática. "Las noticias, las fake news o las noticias falsas, son mayormente más propagadas que las noticias verificadas porque una de las funciones que tienen las noticias falsas es la de hermanarnos con los valores compartidos", explica.

"Entonces, decir que lo que hace Ofelia Fernández es convalidar la salida de violadores apoyando la medida del Gobierno respecto a los presos, tiene más asidero para determinadas comunidades virtuales como la nuestra, que es patriarcal y machista, que otra noticia. Y obvio que va a ser la que se expanda más que la de verificación que utiliza datos, que implica pensar en algo más generalizado, más en profundidad y no en la cuestión puntual de estamos encuarentenados, 'nos van a venir a saquear las casas y encima ustedes defienden violadores'", agrega la investigadora. 

"Vivimos en una sociedad sumamente patriarcal, somos un sector muy vulnerado, somos vulneradas en las violencias caseras, laborales y también en las virtuales", sostiene Aruguete. 

Nivel de combate: vietnamita

Una de las salidas de los famosos túneles vietnamitas.

Los Túneles de Củ Chi son un extenso sistema de pasadizos interconectados ubicados en el distrito de Cu chi, Ciudad Ho Chi Minh (Saigón), en Vietnam. Este sistema fue construido en 1945 durante la invasión francesa y durante la guerra de Vietnam. Los túneles, que servían para esconderse durante el combate también fueron usados como rutas de comunicación, se extienden 40 km al norte de la ciudad central.

¿Qué tendrá que ver este dato con el trolleo? Para la investigadora, la única forma de desactivar a esta poderosa red que tergiversa información en la web, es utilizar la estrategia "vietnamita" y crear redes silenciosas, que consten del boca en boca sin exponerse ni exponer la finalidad de la denuncia

"No hay que levantar ningún mensaje que envíen, ni siquiera para negarlo. Si le respondés, fuiste. Nosotres formamos parte de distintas comunidades virtuales, cuando la discusión se polariza, los de derecha quedan de un lado y los de izquierda del otro y no hay comunicación entre ambos. Si vos le respondés, lográs dos cosas en tu contra: por un lado, el troll consiguió que vos te activaras en la comunidad contraria y entonces eso va a hacer que todos los que respondan a eso te ataquen y te destrocen. La otra cosa es que traés a tu comunidad ese mensaje y le das visivilidad a algo que seguramente antes no lo tenía, porque hasta ese momento, esa gente no estaba conectada a los usuarios que están en tu comunidad", explica la especialista.

Estas estructuras de (des)información se encuentran legitimadas por un sistema social que permite su existencia a través de prejuicios y cualquier exposición o paso el falso, puede ser el principio de un combate feroz del cual seguramente ni siquiera querías participar.   

"Es muy peligroso y son aparatos armados con mucha dinero. Entonces lo que podés hacer es no contestar. No acusar recibido, porque así, a los dos días, muere. Tiene relevancia en la medida en la que nosotres lo utilizamos, continúa si nosotres lo activamos. Porque cualquier tipo de interacción garantiza que se propague", agrega. 

Es un efecto en cadena. Las fichas de dominó comienzan a caer apenas se activa una respuesta y el principio son las redes para luego pasar a los medios de comunicación y hasta las voces oficiales que terminan validando lo que, inocentemente, se buscaba opacar. 

"Porque si vos lográs que el Presidente, la vicepresidenta o que la misma Ofelia tengan que salir a decir que fueron atacades, ahí ya pasó a otro plano, al plano fuera de las redes. Ahí los medios tradicionales levantan eso y se convierte en un asunto, en agenda", explica la investigadora.

Para la escritora hay que armar estrategias fuera de las lógicas de la exposición. Denunciar cuentas pero utilizar estrategias "bajo tierra". En grupos de Whatsapp, aprovechar el "de boca en boca". "Así podés juntar mucha gente que además se expande y bloquean todes juntes. Insisto en que esas cuentas fake existen para energizar a la comunidad opuesta y en general lo consiguen por estas cosas. Nunca te podés mandar sola en contra del troll, vas a tener a 500 personas de tu lado y a tres mil del otro. Eso puede ser brutal", finaliza Aruguete. 

La Justicia responde

Además de entender la lógica, es importante saber cómo accionar si alguna vez nos encontramos en este tipo de linchamientos virtuales. Si bien pareciera que poco se puede hacer ante la libertad de expresión transformada en discursos de odio y violencia, existen herramientas legales

La presidenta de la Asociación de Abogadas Feministas Melisa García, lo asegura. "Todo lo que respecta a redes sociales está amparado por la ley y tiene lugar para radicar las denuncias. Es decir, existe un lugar para denunciar situaciones de delitos informáticos", indica.

"Se cree que las redes están amparadas en poder decir y hacer como si nada pasara y como si no hubiese ningún tipo de represalia a un delito o una amenaza y hostigamiento en la virtualidad, pero realmente sí hay consecuencias", explica la letrada y advierte: "Las pruebas están en las IP de las computadoras, en las capturas de pantalla. Es ideal no borrar esa información, no bloquear las cuentas ni los usuarios que se buscan denunciar". 

Como cualquier otro tipo de denuncias, para realizarla hay que acercarse a la fiscalía correspondiente. En este caso, son las fiscalías especializadas en cibercrimen. Aún así, es importante saber que durante la cuarentena, este tipo de delitos también se pueden denunciar a través de internet

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