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"Malamadre" y la lucha contra los estereotipos de la maternidad

El documental busca explorar el lado B de la maternidad: ¿cuáles son los regímenes establecidos socialmente y culturalmente? Filo.News habló con Carolina Balderrama, docente y periodista feminista, para profundizar el tema.

"Malamadre" y la lucha contra los estereotipos de la maternidad
"Malamadre", ópera prima de Amparo González Aguilar

“Te voy a preguntar qué es para vos ser una buena madre”, se escucha en voz en off en el principio del documental. Blanca, la primera entrevistada, duda sobre qué responder, y se queda preocupada. ¿Qué significa ese término? ¿Qué es ser “buena” o “mala” madre, de qué depende?

La ópera prima de Amparo González Aguilar se estrenó en diciembre en diferentes salas del país. A lo largo de un poco más de una hora, expone una serie de relatos íntimos e interpeladores a diferentes mujeres, a través de un primer plano que permite una mayor cercanía e identificación.

“Pensaba que ser una buena madre era querer al pibe. Ahora pienso lo mismo, pero en el medio me enrosqué”, responde Blanca, de manera reflexiva. Otra de las mujeres agrega y se emociona: “No sé qué responder, es muy difícil. Creo que es estar con tus hijos, cuidarlos, amarlos, amarlos, educarlos, es lo que intento ser todos los días, una buena madre”.

De distintas edades, ciudades y nacionalidades, cada una relata su experiencia con la maternidad. Sin embargo, a diferencia de lo que se cree, está lejos de ser perfecta. Históricamente, el sistema patriarcal asignó a la mujer el rol de madre, de cuidado y de protección. ¿Por qué tenemos que enfrentar esa presión?

“Calculo que una buena madre tiene que ver con los estereotipos, una madre delicada”, considera una de ellas. Es por eso que la película invita a profundizar el debate sobre el rol de ser madre: ¿todas nos tenemos que sentir identificadas?

Todo eso que no se habla de la maternidad

“Siempre decía que iba a tener una hija, no a ser mamá”, confiesa una de las mujeres. Mientras tanto, la voz de la directora toma protagonismo para revelar: “Tenía dudas de ser o no madre. ¿Y si me arrepiento?”, se pregunta. Sin embargo, cuenta que como consecuencia de los prejuicios y condenas sociales, incluso de su propia madre, tuvo que amar de lleno esa vida. 

Por esa razón, la maternidad está vista como un cuento de hadas, como un estadío perfecto en la vida de la mujer. Sin embargo, no se habla de todo lo demás, de todo lo que se encuentra implícito. Uno de ellos es la rabia, la desesperación, la impotencia, todos esos sentimientos que no están habilitados en el imaginario social. 

“Yo me imaginaba que la maternidad era un idilio, todo rosa, pero no”, expresa una de las mujeres, a lo que otra reconoce: “Creo que nadie elegiría ser madre. Si sabe lo que es. Si sabe el rol de renuncia, de resignación, más para la mujer”.

Al momento de ser madre entran en juego miles de cuestiones; así lo enseña la película, cuando las entrevistadas reflexionan sobre cómo fue su relación con su propia madre y qué esperan transmitir a sus hijes. “Quería ser madre para conocer más a mis hijos, para saber quiénes eran y que venían a decirme”, cuenta una de ellas. 

Es que después de todo se trata de eso: de querer, de desear. Por esa razón es tan crucial la lucha por la interrupción voluntaria del embarazo, por la oportunidad de decidir sobre el derecho de nuestros propios cuerpos. 

“Muchas mujeres quedan embarazadas pero quieren un aborto también como elección de la maternidad”, cuenta una de las mujeres en el film, mientras que otra añade: “Hay que decirles que se animen a ser madres pero siempre que tengan ganas de serlo”. 

No hay un manual sobre cómo ser madre. Según un informe del Observatorio de Maternidad en 2011, en Argentina se registraron un 85,9% son madres solteras, mientras que solo un 14,1% son hombres. Esta cifra no solo refleja la desigualdad de género sino que deriva en la precarización de la calidad de vida de la mujer.

“La soledad es difícil de abordar”, cuenta uno de los testimonios y agrega: “Por suerte no me llevó a la locura”. Es por eso que el feminismo llegó para generar conciencia sobre este tema, para poner sobre la mesa los derechos de la mujer.

“Si te pensás emancipada, con derechos, por fuera de los estereotipos, la maternidad tal como está concebida en los discursos hegemónicos es una presión, donde tenés que ser de una manera y el amor incondicional no tiene en sí un no. El feminismo lo que hace es darte herramientas para pensarte como mujer, feminista, lesbiana, con deseos propios más allá de que tengas hijos o no”, cuenta una de las mujeres en el documental.

“Para el feminismo la maternidad es una tarea, no una identidad. Para mi feminismo la maternidad es una trinchera”, reconoce la directora, quien enseña a sus hijos a lo largo del documental para demostrar la inocencia de la infancia y la postura de ellos con respecto a la madre. 

Para poder comprender en primera persona los ejes que aborda la película, Filo.News dialogó con Carolina Balderrama, docente, periodista feminista y mamá de Martina, de 18 años. 

En primera persona

“Ni sabía que podía no ser madre”, recuerda, por lo que confiesa que no tenía expectativas: “Era como un estado más por el que iba a pasar en algún momento”. Aunque pensaba que iba a tener más hijos, cuenta que estuvo firme al decidir que no le interesaba ser madre nuevamente. 

“Las expectativas que tenía ni siquiera eran mías, eran expectativas implantadas por el deber ser, creo que eso de alguna manera nos agobia, nos agota. La maternidad es una esclavitud muchas veces porque nunca llegamos a colmar ninguna expectativa, somos lo que podemos ser”, reflexiona Balderrama.

Aun así, celebra la posibilidad de haber elegido convertirse en mamá: “Siempre he tenido un diálogo super franco con mi hija en ese sentido, tratando de compartir esto de que pueda alcanzar a tomar las decisiones que sean lo más reflexivas, poniendo su deseo en manifiesto, entendiendo que la maternidad tiene que ser una elección. Ella sabe que hay un canal, que puede hablar conmigo, por mas que estemos distanciadas por discusiones de lo cotidiano, siempre sabe que puede apoyarse”, afirma.

Confiesa que habla del feminismo con su hija, a quien define como “muy discutidora y muy cuestionadora” como ella: “No es lo mismo dar clase en la facultad que ejercitar el feminismo y la maternidad en tu casa, con todas las complejidades y límites que tiene, las tensiones”, explica.

Como mamá lesbiana, busca alejarse de los estereotipos establecidos como norma. De todas formas, confiesa que vive en una constante contradicción: “Soy todo lo anti madre y tengo un montón de cosas que se esperan de la maternidad”, asegura. 

Se separó cuando su hija tenía menos de dos años, por lo que atravesó sola toda la crianza. “Tenía un trabajo muy pero muy precario, no tenía familia, pero sabía que era una decisión vital para el resto de mi vida, de hecho lo corroboro todos los días, lo volvería a hacer”, confiesa. Formó su economía autónoma, pudo comprarse una casa, hizo cursos, luego de tener cinco trabajos.

“Una de las cosas fundamentales ha sido ir armando redes de amistades que me fueron ayudando. No existía el feminismo masivamente como ahora, con lo cual era muchísimo más difícil. Yo era una desubicada, mi familia me preguntaba ‘¿Y? ¿no vas a tener otro hijo? ¿no tenés novio?’. Yo creo que no fueron sacrificios, fueron actos de libertad”, señala.

“Me acuerdo que el padre de mi hija me decía que viajaba demasiado, que tenía demasiados proyectos, que no era buena madre, fue como el primero en empezar a hostigarme en ese sentido... Hasta que me di cuenta y le dije que seguía haciendo las cosas difícil me iba a ir porque no iba a poner en riesgo mi salud mental. Siempre he tenido esto muy presente, yo me iba a cuidar a mi misma, no iba a estar en ese modo heroico o de sacrificio”, recuerda.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Justamente, cree que el concepto de “malamadre” está ligado a esta idea de sacrificio constante, absoluto, que está presente en generaciones anteriores. Sin embargo, ella cree que, poco a poco, esta idea va cambiando, gracias a la iniciativa de “ponernos como sujetas con deseos propios”.

Es por eso que, según entiende, se encuentra actualmente “en otra etapa de su maternidad”, con sus propias complejidades, que le permite hacer actividades que no podía tiempo atrás. “Hoy puedo combinar cualquier faceta de mi vida con la maternidad”, asegura y destaca: “Creo que sobre todo que la maternidad no nos tiene que definir, creo que es una de las tantas facetas de nuestra vida, no somos solo eso, cuando la maternidad es un modo para definirnos, todo lo que sea por fuera de eso va a atentar contra lo que se espera”.

Luego, reflexiona: “Creo que soy una madre súper imperfecta; hago todo un trabajo de reflexión, individual, colectiva, trato de esta re abierta, en escucha, para tratar de construir una maternidad desde el lugar más amoroso posible, pero también firme, con límites”. 

"Criar a un hijo es algo muy duro. Es algo agridulce", reflexionan en el documental.

El caballo con la sonrisa de una mujer empoderada en primer plano, bajo las estrofas de “En toneles”, de Lucy Patané. Con esas imágenes hacia el final, el documental invita al espectador a reflexionar, a pensar si realmente existe una buena madre. Es que, en el fondo, todas somos malas madres. Lo importante es asumirlo desde un rol de libertad, de amor y de deseo. Como expresa una de las entrevistadas: “Criar a un hijo es algo muy duro. Es algo agridulce, es muy lindo por momentos y por otros, la verdad, no tanto”. 

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