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Día de la Mujer en la Ciencia: a las nenas hay que explicarles mejor las cosas

En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia entrevistamos a una científica y hablamos de qué pasa con la brecha de género. ¿Por qué las mujeres ganan menos? ¿Por qué nos dedicamos a las ciencias más "blandas"? ¿Somos menos inteligentes?  

Día de la Mujer en la Ciencia: a las nenas hay que explicarles mejor las cosas

Si bien en el día mundial de la mujer y la niña en la ciencia podemos hablar de muchas cosas, en esta nota vamos a hacer hincapié en las infancias. ¿Por qué? Porque es ahí, en ese momento de nuestra vida, cuando la sociedad nos dice de forma explícita o implícita que las más inteligentes no somos también nosotras.

Así como en muchos ámbitos, las mujeres en la ciencia la tienen complicada. El acceso a los puestos de poder es un problema pero a su vez la entrada a las ciencias más duras también lo es.

La segmentación por género hace estragos a la hora de pensar qué estudiar y hoy en nuestro país y sólo 1 de cada 10 mujeres se especializa en, por ejemplo, ingeniería y tecnología.  

Para entender por qué pasa ésto, entrevistamos a Rocío Priegue, bióloga y comunicadora científica.  


La brecha desde la cuna


Desde hace ya varios años, los lugares que ocupan o no las mujeres en las distintas disciplinas son temas de conversación y generadores de miles de notas periodísticas e investigaciones académicas feministas. No hay nada en este artículo que nos cuente alguna novedad, a menos que no sepas que, para el inconsciente colectivo, los varones son a quienes preparan para pegarla bien pegada. Aún hoy.

“Hay trabajos que muestran que en la escuela primaria cuando un varón hace una pregunta, particularmente estos eran trabajos hechos en matemáticas, el docente le responde con una repregunta, para hacerle pensar la respuesta pero cuando una mujer hace una pregunta, es más probable que se le dé la respuesta directamente. Desde muy temprano nos dicen quién es inteligente y quienes no lo somos”, reflexiona la científica.

Los estudios son muchos y la mayoría indican que el género determina la forma en la que desde muy chiquititas nos hablan, nos cuentan y nos explican la vida de una según nuestro género. “Hay trabajos súper interesantes hechos con niñas y niños. Por ejemplo, niñas de entre cinco y siete años les describieron personajes sin decirles su género contándoles sus características: es muy inteligente, hace tal y tal cosa. Después tenían que machearlos con unos títeres que tenían una expresión de género y vieron que, en líneas generales, las infancias asociaban a los personajes inteligentes con el género masculino. Luego les preguntaban a estos niños si querían participar de un juego que requería inteligencia y eran más los varones que decían que sí que las chicas que decían que sí”, explica.

Estas diferencias no sólo se notan en la educación sino también en la cultura mainstream. Si bien muchas de nuestras costumbres a la hora de hacer regalos a las infancias se modificaron en los últimos años, perpetúan los juguetes para varones asociados al riesgo y a la creación y los otros dedicados a las tareas del hogar y belleza continúan siendo vinculados a las mujeres.  

Blandas y rosas


¿Y qué consecuencias tienen estas tendencias en nuestra vida cotidiana? A la hora de hablar de ciencias, la feminización de algunas especialidades puede ser la respuesta. Así como estamos asociadas a ser las menos pillas, también nuestro género nos vincula con las ciencias más humanitarias. “Hay una ciencia feminizada. Las sociales las componen mayoritariamente mujeres y por otro lado las ingenierías y las informáticas, varones. Y eso también es un problema porque necesitamos diversidad en las ciencias sociales, en la biología, así como también necesitamos diversidad en esas profesiones a las que las mujeres no accedemos”, sostiene.

Si a la cuestión de las infancias condicionadas les sumamos que en el mundo académico y científico hay una desigualdad muy marcada respecto a nuestro género, el techo de cristal se transforma en una escalera invisible para todo lo que no es varón cisgénero. “En nuestro país estamos sobrerepresentadas en los escalones más bajos y subrepresentadas en los más altos. El 60% de las personas que hacen investigación en ciencia en Argentina son mujeres y sin embargo solo el 30% de los puestos de dirección de los organismos científicos y tecnológicos son ocupados por mujeres”, específica.

Según el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, si bien 6 de cada 10 investigadores son mujeres, sólo 1 de cada 10 lo hace en ingeniería y tecnología. En las ciencias físicas son minoría: sólo un 30%. En cambio en ciencias de la salud el número se dispara: un 71%. En sociales 65% y en humanidades un 64%.

No te vayas que hay más 
 

Además de todo eso, hay otra problemática que es aún más concreta y cotidiana. Como el mayor porcentaje de científicas se encuentran en los escalafones más bajos porque están asociadas, entre otras cosas, a investigaciones de menor complejidad, el dinero que reciben para las mismas es menos que el que reciben los varones.

“Las mujeres reciben menos financiamiento para hacer ciencia . Eso es, en parte, porque los hombres acceden a más puestos más altos de investigación. Es bastante problemático porque hacer ciencia sin plata es básicamente imposible. Entonces, si trabajás en un laboratorio que tiene menos ingresos, eso implica que la producción de ese laboratorio va a ser menor y la ciencia tiene algo muy de círculo vicioso. Si una vez publicaste una revista buena, después es más probable que vuelvas a publicar ahí. Si te sale un subsidio, es más probable que vuelvas a tenerlo. Ahora, si no te sale nada porque no podés acceder a ello, es un problema. Digamos que cada obstáculo se va amplificando a medida que pasa el tiempo”, sostiene la entrevistada.

El Día de la Mujer y la Niña en la ciencia es universal. Fue establecido en 2015 mediante la Resolución por la Asamblea General de las Naciones Unidas y el objetivo, entre otras cosas, es terminar o achicar al menos la desigualdad en una área clave a la hora de hablar de desarrollo tecnológico y calidad de vida de un país. Aún así, nuestra región se encuentra en una buena posición respecto al resto del mundo.

“Esto es una problemática global, no pasa solo en Argentina, no pasa solo en Latinoamérica. De hecho, Latinoamérica está relativamente bien posicionada frente al mundo. Un ejemplo que sirve para graficarlo es que los Premios Nobel los recibieron más de 900 personas y sólo 60 o 61 fueron mujeres. Hay una cuestión sistémica y es necesario que tomemos acciones lo más pronto posible”, finaliza la especialista.

Este último párrafo voy a dedicarlo a la ausencia de datos científicos respecto a otros géneros que no sean varones y mujeres cis. Si bien hay investigadores con otras expresiones e identidades de género que trabajan a diario en nuestro país, no existen aún datos que les hagan visibles. La falta de estadísticas son una clara muestra de que aún queda mucho camino de reflexión por recorrer en todo el mundo científico. 
 

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