Tras el escándalo por un importante robo de más de dos mil piezas en el Museo Británico, el director Hartwig Fischer asumió la responsabilidad, dimitió y reconoció que la organización no hizo caso a las constantes advertencias.

"Es evidente que el Museo Británico no respondió de forma tan exhaustiva como debería a las advertencias de 2021, ni al problema que ha surgido ahora", explicó Fischer en un comunicado, y sostuvo que "la responsabilidad de ese fracaso debe recaer en última instancia en el director".

La renuncia de Fischer, presidente desde el 2016, evidenció una falla sistemática en los procedimientos de seguridad, que permitieron reiterados robos a lo largo de los últimos años en los que delincuentes se llevaron "pequeñas piezas guardadas en un almacén perteneciente a una de las colecciones del museo".

Los objetos sustraídos comprenden piezas desde el siglo XV antes de la era cristiana hasta el XIV d.C., e incluso algunas no habían sido expuestas al público aún ni catalogadas. Luego de la dimisión, el actual jefe George Osborne reveló que, pese a que todavía no existe una cifra exacta, el número de piezas robadas asciende a más de dos mil, y podría aumentar luego de realizar el inventario correspondiente.