Cancillería entre la espada y la pared: la industria farmacéutica argentina en tensión por aranceles de Trump
Los reportes de la USTR elevó recomendaciones sobre la industria nacional que ponen en peligro la exportación de los productos.
El canciller argentino, Gerardo Werthein, navega en aguas turbulentas entre las presiones arancelarias del gobierno de Estados Unidos y los intereses de una industria farmacéutica nacional que factura miles de millones “copiando” medicamentos sin pagar patentes, según los informes especiales que emiten cada año.
La tensión comercial entre Estados Unidos y Argentina encontró un nuevo epicentro en la industria farmacéutica, donde la controvertida doctrina "cut-copy" —la práctica de fabricar medicamentos copiando fórmulas patentadas sin pagar regalías— se ha convertido en un dolor de cabeza diplomático para Werthein.
Y es que esto sucede en un contexto donde Donald Trump intensificó su ofensiva arancelaria contra la industria farmacéutica global, amenazando con imponer aranceles del 200% a las importaciones de medicamentos si las empresas no relocalizan su producción en Estados Unidos dentro de un plazo de 12 a 18 meses. Esta medida, que forma parte de su estrategia de "America First", busca reducir la dependencia estadounidense de proveedores extranjeros como China e India.
Para Argentina, la situación es compleja. Mientras el país recibió un arancel base del 10% —el más bajo aplicado por Trump— la industria farmacéutica argentina opera bajo un modelo que Estados Unidos considera problemático desde hace más de una década
La industria farmacéutica argentina construyó su éxito sobre la mal llamada doctrina "cut-copy", una práctica que permite a los laboratorios nacionales copiar medicamentos patentados sin pagar regalías a sus desarrolladores originales. La estrategia se basa en las resoluciones de 2012 del gobierno de Cristina Kirchner, que limitaron significativamente el patentamiento de medicamentos. En los laboratorios dicen que hay investigación y todo está supervisado por autoridades competentes.
El modelo resultó económicamente exitoso para Argentina: los laboratorios nacionales controlan más del 50% del mercado, una situación "atípica e inédita para países en desarrollo", y facturan más de $7.488 millones de pesos anuales, de acuerdo a los informes. Los principales beneficiarios incluyen a laboratorios reconocidos como Roemmers, Elea, Gador, Bagó y Casasco, que dominan el mercado interno.
Paradójicamente, en 2024 Estados Unidos había suavizado su posición sobre las patentes farmacéuticas argentinas. El Informe Especial 301 de la USTR (Oficina del Representante Comercial) por primera vez en 12 años no incluyó críticas específicas a las políticas argentinas de patentabilidad. Sin embargo, en 2025 la situación se revirtió completamente.
Ahora el nuevo informe de la USTR endureció el diagnóstico y las recomendaciones sobre el sector farmacéutico argentino, agregando quejas que habían sido omitidas en 2024, específicamente sobre limitaciones para registrar medicamentos.
Los aranceles de Trump podrían tener consecuencias devastadoras para el modelo farmacéutico argentino. Si Estados Unidos impone tarifas amenazadas, los laboratorios argentinos enfrentarían barreras prácticamente prohibitivas para exportar a su principal mercado potencial.
Sin emabargo, en el mercado argentino hay expectativas sobre si el gobierno está evaluando cambios significativos en su política farmacéutica como parte de las negociaciones comerciales con Estados Unidos.