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Cine y series

"Tiburón: La Historia Definitiva": a 50 años del rugido que cambió el cine para siempre

"No mostraba al tiburón porque no funcionaba… y ahí entendí que el verdadero miedo está en lo que no se ve", expresa Steven Spielberg medio siglo después.

"Tiburón: La Historia Definitiva": a 50 años del rugido que cambió el cine para siempre

Hace 50 años, un tiburón mecánico fallaba una y otra vez frente a las cámaras. Spielberg tenía 27 años, un rodaje descontrolado, un presupuesto que se evaporaba y un guion reescrito sobre la marcha. Nadie creía que esa película —basada en una novela clase B sobre un escualo asesino— iba a funcionar. Pero lo hizo.

Y no sólo funcionó: "Tiburón" ("Jaws", 1975) reinventó el cine, cambió la industria, metió miedo en las playas y creó el concepto de blockbuster moderno tal como lo conocemos.

Hoy, medio siglo después, llega "Tiburón: La Historia Definitiva" ("Jaws @ 50"), el documental que revisita esa historia desde adentro. Dirigido por Laurent Bouzereau —uno de los archivistas audiovisuales más cercanos a Spielberg—, la película no sólo reconstruye el fenómeno, sino que desnuda el costado humano y emocional del director, que por primera vez mira con calma esa locura que casi le cuesta su carrera… y que terminó definiéndola.

El miedo como arte: Spielberg, el tiburón y la música que lo dijo todo

Cuando Spielberg volvió a ver "Tiburón" a solas para el aniversario, lo hizo con una sonrisa. “Sentí que estaba viendo a un joven tratando de hacerse un nombre”, dijo. Redescubrió que su mayor acierto no fue mostrar al monstruo, sino esconderlo. Que el terror no estaba en la sangre, sino en el silencio.

O más bien, en dos notas: la música de John Williams, que convirtió al tiburón en un símbolo sonoro global. “Más que un animal, era un ritmo. Un latido. Y la gente lo tarareaba en la heladería”, contó.

Ese vínculo emocional —entre miedo y melodía— es el corazón del documental de Bouzereau, que arma una especie de confesión íntima donde Spielberg explica sus dudas, sus errores y sus intuiciones.

Lo que alguna vez fue caos ahora se reconstruye como visión: Tiburón no sólo fue una película de terror marino. Fue una operación quirúrgica sobre el inconsciente colectivo. La prueba está en el legado.

“Jaws me cambió la vida”: Brian Skerry, el fotógrafo que salió de la jaula

El estreno de "Tiburón" marcó para muchos el inicio del miedo a los tiburones. Para Brian Skerry, fue todo lo contrario. Tenía 13 años cuando la vio en 1975. “Ya era fanático del mar, pero ver a Matt Hooper —ese científico que se metía al agua, que era parte de la aventura— me voló la cabeza”, recuerda.

A los 15 empezó a bucear. A los 20, vio su primer tiburón. No desde la seguridad del bote: ¡salió de la jaula para nadar con él!.

Hoy, Skerry es uno de los fotógrafos submarinos más importantes del mundo. Su trabajo con National Geographic ayudó a mostrar la belleza y la crisis de los ecosistemas marinos. “Mi cámara se volvió mi manera de contar la verdad del océano...”, dice - “...y sí, todo empezó con "Jaws"”.

Entre el trauma y la belleza: reescribir la historia del tiburón

Pero la historia de "Tiburón" también dejó una herida: el pánico masivo que generó. Pescas indiscriminadas, matanzas por deporte, campañas para “limpiar” las costas. El mismo Peter Benchley —autor de la novela original— se arrepintió años después.

Skerry también lo sabe: “Durante años, los tiburones fueron vistos como villanos. Pero son fundamentales. Si desaparecen, el océano colapsa. Y sin océano, no hay aire. Así de simple.”

Su trabajo actual intenta equilibrar belleza y advertencia: mostrar a los tiburones como lo que son —criaturas perfectas, afinadas por la evolución— y denunciar su caza despiadada. “Mi objetivo no es que la gente deje de tenerles miedo. Es que los respeten...” - dice - “... porque el océano más aterrador sería uno sin tiburones”.

El director detrás del director: Laurent Bouzereau y el ADN emocional del cine

"Jaws @ 50" no es un simple making of. Es una carta de amor. Bouzereau —que ya hizo documentales sobre John Williams, De Palma, Hitchcock y hasta la saga Indiana Jones— logra que Spielberg hable como nunca. “Tuvimos más de tres horas de charla sin cortes. Fue como sentarse en el living con él. Cuando terminé, sentí que ya tenía la película entera”, cuenta.

Bouzereau entiende que "Jaws" pertenece a la tradición del terror invisible. Como "Psicosis" o como "El Exorcista". Historias donde lo monstruoso no es un bicho, sino una sensación: la vulnerabilidad. “Lo que da miedo en "Tiburón" es que te ataca cuando estás desnudo, indefenso, en el agua, de noche. No sabés qué hay abajo. Y eso lo llevamos todos adentro, seamos del país que seamos", explica.

Spielberg, sin nominación: la herida que todavía arde

Una de las declaraciones más sorprendentes de Spielberg en este aniversario fue su decepción —todavía viva— por la ausencia de nominaciones al Oscar como Mejor Director o Mejor Película. “Estaba devastado”, confiesa.

“Era la película más exitosa de la historia y ni siquiera me nominaron”, reveló. "Jaws" ganó 3 premios técnicos (montaje, sonido, música), pero la Academia ignoró lo evidente: ese tiburón había mordido mucho más que carne ficticia. Había mordido al cine mismo.

50 años después, el rugido sigue

Cinco décadas pasaron desde que Jaws llegó a los cines. Y todavía se enseña en escuelas de cine, se homenajea en festivales, se versiona en videojuegos y se tararea en heladerías. La película no solo creó un nuevo género: creó un nuevo espectador. Uno que aprendió a temer al silencio, al agua calma, a la sombra bajo la superficie.

Hoy, en tiempos donde el cine de estudio se vuelve cada vez más formulaico, mirar atrás a Tiburón es recordar lo que pasa cuando alguien se anima a filmar con el corazón, aunque todo salga mal. Aunque el tiburón no funcione. Aunque te digan que no vas a llegar. Porque a veces, el monstruo más grande es también el mejor maestro.

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