La Justicia incorporó al expediente chats de WhatsApp de empleados de Laboratorio Ramallo, productor del fentanilo contaminado, que revelan la falta de mantenimiento en la planta, incumplimientos de protocolos y hasta indicios de falsificación de registros.
Estos mensajes fueron citados por la fiscal federal Laura Roteta en el dictamen que imputó a Ariel García Furfaro y otros responsables con penas de hasta 25 años de prisión.
En uno de los mensajes, fechado en mayo de 2024, un trabajador advertía:
“La verdad que es lamentable lo de producción, hasta que no pase algo grave, parece que no van a escarmentar”.
Este comentario surgió siete meses antes de que se distribuyeran los lotes contaminados, lo que subraya la persistencia de la negligencia operativa.
Otro mensaje técnico alude a regresiones sospechosas en los datos: “Comparando con el producto terminado que teníamos disponible daba 88,9%. 20 minutos después lo trajeron y está en 89,9%... Para mí algo está fallando en el espectrofotómetro, pensá que nunca se calibró o se le hizo mantenimiento”.
Estas conversaciones ponen en evidencia fallas en dispositivos clave de control de calidad.
Los chats también documentan una práctica persistente de manipulación de documentación: los registros esenciales de producción, conocidos como batch records, no se completaban adecuadamente y a menudo eran inventados posteriormente, según admiten los propios involucrados.
Finalmente, hay alusiones explícitas a problemas de infraestructura y condiciones de higiene preocupantes en la planta: suelos deteriorados, techos dañados, presencia de palomas en depósitos y humedad en reactivos que generaban riesgo de explosión. Se menciona incluso una llamada para reparar estas falencias en breve, lo que confirma que la suciedad y desidia eran conocidas en niveles directivos.