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Salud

Salud mental y su relación con la alimentación

En esta nota, dos especialistas hablan de cómo el pensamiento obsesivo en cuanto al cuerpo y la comida generan patologías que repercuten negativamente en la salud total de la persona. 

Salud mental y su relación con la alimentación

Cuando hablamos de salud mental nos referimos a una amplia gama de actividades, directa o indirectamente, vinculadas con el factor de bienestar mental incluido en la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cual la define como un “estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Promover salud mental en una sociedad hace referencia al bienestar, a la prevención de trastornos mentales, al tratamiento y a la rehabilitación de personas afectadas por dichos trastornos. En este sentido, la Lic. Mara Fernández, psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria; y la Lic. Agustina Murcho, nutricionista especialista en trastornos alimentarios; hablan de la relación entre la salud mental y la alimentación, así como también de las consecuencias de las dietas restrictivas.

"La salud requiere una visión global de individuo. No se puede escindir al cuerpo en dos entes por separado de cuerpo y mente. Hay que tener una visión integral del sujeto para poder brindarle una mejor atención y así asegurarle una mejor calidad de vida. Esto incluye en pensar y evaluar a cada uno como un todo: en sus actividades diarias, en su alimentación, en su descanso, en su proyecto de vida, en sus vínculos, su conducta", explica la Lic. Fernández (@hablar_sana).

La alimentación saludable, sostiene, no se trata de llevar una dita obsesiva, rigurosa o restrictiva en cuanto a lo que consumimos de alimentos. Más bien, es tener una alimentación equilibrada que incluya todos los nutrientes. "El pensamiento obsesivo en cuanto al cuerpo y la comida generan patologías que repercuten negativamente en la salud total de la persona".

La Lic. Murcho (@nutricion.ag) coincide en la importancia de llevar una alimentación variada —lo cual supone incorporar los nutrientes necesarios para que el organismo pueda funcionar correctamente y tener una calidad de vida saludable— y agrega que la nutrición, a su vez, implica conocernos, no sólo conocer qué comer porque es más nutritivo o no, va por la salud física y mental. "Es importante tener una buena alimentación para prevenir enfermedades tanto físicas como mentales y tener una mejor calidad de vida para todas las etapas", explica. 

"Restringir calorías, nutrientes y placer provoca que se desregulen los neurotransmisores que afectan las emociones, el placer, el estado de ánimo y el sueño. Las restricciones aumentan el deseo, nos frustran y nos irritan, y por más sano que comamos, si nos sentimos así, ya deja de ser sano. Tampoco es sano para la salud mental estar fijándonos todo el tiempo en los ingredientes porque se transforma en una obsesión".

Esto, con el tiempo, puede derivar en trastornos alimentarios, alteraciones de la conducta alimentaria que tienen que ver con cuestiones emocionales. Por lo general se empiezan a desarrollar a partir de una dieta, una restricción. Claro que no todas las personas que empiezan una dieta desarrollan un trastorno alimentario, pero hay un montón de factores que pueden provocarlos.

"Para reconocerlos yo uso mucho la imagen de un iceberg: al principio solo ves la punta que sale a la superficie, pero el tamaño de ese iceberg, lo que lo sostiene, no se ve. En un trastorno alimentario se ve el síntoma, es decir la conducta que la persona tiene con respecto a los alimentos, una conducta que no es sana. Lo que está por debajo son el o los múltiples factores que lo provocan y hacen a la persona más propensa a padecerlo: traumas no resueltos, problemas para relacionarse, dificultad para resolver problemas, puede haber habido abusos, conflictos familiares, bullying, baja autoestima. También puede haber un desorden neurobiológico", detalla Murcho.

Por eso es importante, además, diferenciar los distintos tipos de hambre, porque "uno no come solo por hambre real sino por hambre emocional", y hay que tenerlo en cuenta para estar saludables en todo sentido. Así como puede pasar con los trastornos alimentarios más restrictivos, hay personas que se restringen por cuestiones emocionales. "No es solo una cuestión de nutrientes y de qué estoy comiendo, sino que la alimentación es un todo", concluye. 

"Es importante entender que no debemos dejar de lado que la alimentación saludable no es solo aquello que tiene que ver con el alimento ya que también tiene que ver con lo que consumimos del entorno, de las redes sociales y de la vida cotidiana", agrega Fernández.

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