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The Walking Conurban o un registro distinto del conurbano bonaerense

Conversamos con uno de los administradores de The Walking Conurban, la cuenta que busca darle un contrasentido a los discursos que demonizan al conurbano.

The Walking Conurban o un registro distinto del conurbano bonaerense
(Foto: Instagram @thewalkingconurban)

"Porteños y bonaerenses... assemble". Esa podría haber sido la frase inicial de The Walking Conurban en una especie de remake de Avengers: Endgame, pero no para ir contra Thanos y su ejército, sino para pelear contra la estigmatización del conurbano.

The Walking Conurban (TWC, de ahora en más) empezó siendo una cuestión lúdica entre amigos, pasó a ser una cuenta de Instagram y después desembarcaron en Twitter. La cuestión del conurbano es tan compleja como interesante y desde TWC se proponen darle el enfoque que no le dan los medios.

"TWC se suma a ese tren de pensar al conurbano no desde una mirada centralista y estigmatizante", define Diego Flores, una de las patas de la cuenta, en diálogo con Filo.news. "A partir de la interacción con otras personas del conurbano se generó una suerte de gramática donde podíamos reconocer la espacialidad del conurbano como algo trascendente para mostrar más allá de los discursos hegemónicos que lo muestran como un lugar de delito, de padecimiento, de pobreza -que, por supuesto, existe, pero no es lo único-".

En el afán por la reivindicación del conurbano como espacio donde caben otros adjetivos más allá de los inculcados por, justamente, aquellos discursos hegemónicos, suele repetirse que el conurbano es aquel espacio donde uno aprende a hacerse persona.

Mezclando con sus conocimientos conseguidos en la carrera de Comunicación Social, Flores explica: "La territorialidad te marca o te hace sujeto: sujeto a las problemáticas y a los beneficios de eso. Hace un tiempo hablábamos con los chicos que administramos la cuenta y decíamos cómo nos marcó la cuestión de la temporalidad, esperar un colectivo, el desasosiego de estar una hora esperando un bondi para hacer quince cuadras, y cómo eso, evidentemente, nos hace o repercute sobre nuestra personalidad y sobre las relaciones que nosotros tenemos con los demás".

Y, de paso, cuela una crítica al transporte público: "La problemática del transporte es transversal al conurbano bonaerense. Siempre se demora mucho salvo que estés en los centros urbanos y eso genera una interacción interesante. Yo, para ir a un bar a tomar algo, caminaba 50 cuadras de ida y de vuelta porque al horario que volvía ya no había medios de transporte. Y esa relación con el espacio-contexto no es la misma -no quiero decir que sea mejor, de hecho, no lo creo- de alguien que está en el centro y puede tomarse un colectivo, un remise o un Uber".

Esas cuestiones generan tipos de prácticas y, por supuesto, distintos tipos de personalidades.

A pesar de todo esto, el conurbano es tan disímil que sería injusto otorgarle una definición exacta. Y es que esa definición serviría para cierto aspecto, cierta zona, cierto momento: pasado ese aspecto, zona o momento, la definición se queda obsoleta.

"Hoy por hoy el conurbano bonaerense empieza a tener una unidad no sólo administrativa (la unidad administrativa del conurbano es de 1948 cuando se empieza a entender que tiene especificadades y problemáticas propias), sino también simbólica: compartimos ciertas problemáticas, compartimos ciertos beneficios o gozamos casi de las mismas maneras o nos pasan cosas similares", explica Flores.

Y sigue: "No hay una definición taxativa del conurbano porque hay muchos conurbanos dentro del conurbano y esa condensación hace que sea un poco injusta de definirlo de alguna manera".

Ahora bien, ¿a qué tren se sube TWC? Dentro de las ciencias sociales y su literatura, desde hace tiempo se viene dando una narrativa que se yergue como contrasentido de la demonización del conurbano por parte de los grandes medios que lo categorizan como un territorio indómito.

Sin embargo, eso lo exime a los administradores de la cuenta de que los acusen de romantizar al conurbano. "Lo que hacen los discursos acusatorios de romantización es exigirnos que mostremos, justamente, lo que los medios hegemónicos se la pasan mostrando", contesta Flores.

"Si nosotros vamos a pensar en programas de la década de los 90 y del 2000 que iban al conurbano, eran Policías en acción, Calle salvaje... que lo que te mostraba era un lugar donde había delincuentes, pobreza y, cuando no era esto, se trataba a la gente de forma ridícula: se hacía una caricatura de los habitantes del conurbano acompañado con sonidos estridentes y qué sé yo", sigue.

Además de la delincuencia, problemas de droga, problemas de vivienda -que son transversales a toda la sociedad- también hay espacio para el goce, para el disfrute, para el placer y eso tiene que ser mostrado.

Entrados al terreno de lo lúdico, ¿qué tres puntos serían infaltables para la visita de un turista?

Hay que llevarlo a lugares bien disímiles, para que no se lleve una imagen errónea. En principio, me gustaría llevarlo a Ituzaingó. Ituzaingó está creando, a través de un arquitecto que se llama Rubén Díaz, una especie de micronación (esto es real, dicho por Rubén) y están replicando distintos monumentos. Por ejemplo, hay un Arco del Triunfo, hay una Torre de Pisa, hay una Torre Eiffel, pero con argentinidad: la de Pisa tiene un Hijitus, el Arco del Triunfo es el Arco del Triunfo de Carlitos Balá. Le mostraría cómo resignificamos esos monumentos tan reconocidas de Europa.

Después estaría bueno Zona Norte, ¿no? Toda la zona ligada a la opulencia, a las quintas que tienen una relación más cercana con el río. Estaría bueno mostrarle todo ese verde tan propio del conurbano iniciático. Y, donde hay opulencia, está el contraste de la pobreza, para que vea cómo esa contradicción se hace presente y se materializa de forma tajante.

Por último, lo llevaría para Zona Sur. Agarraría el Roca en Consti, me iría hasta Ranelagh y le mostraría toda la zona fabril; cómo en Avellaneda se condensan todos los modelos productivos que intentó Argentina (o que quiso hacer) y no pudo. Avellaneda parece Birmingham en los años 20.

Pasando al terreno de la futurología, ¿qué se viene para The Walking Conurban?

El camino que tiene la cuenta por delante y que estamos ahí, rumiándolos y pensándolos, están ligados a salir de las redes sociales. No irnos, sino salir; pisar un poco afuera. Estamos con algún proyecto que tiene que ver con el podcast, estamos, también, con algún proyecto ligado a un libro... estamos viendo, buscándole la vuelta porque no queremos repetir contenido. Y, por supuesto, más adelante, y si nos da la pera, nos gustaría meter algo audiovisual.

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