Habiendo transcurrido 91 días de este 2020, camino a alcanzar el millón de infectados confirmados, superados las 40.000 muertes y con más de 170.000 personas recuperadas, algunas de las consideraciones realizadas por la OMS comienzan a resignificarse.
Por caso, el semanario médico británico The Lancet, publicó sobre comienzos del mes de marzo un artículo desde el cual considera: "A medida que la propagación de la enfermedad por coronavirus 2019 fuera de China se está acelerando, instamos a los responsables políticos a reconsiderar el papel del uso de mascarillas”.
Se entiende que “los síntomas inespecíficos en las primeras etapas de COVID-19 y la ausencia de enlaces de transmisión claros han desafiado la estrategia de contención convencional mediante el aislamiento de casos y la cuarentena de contacto”.
Considerando que al momento (y temporalmente) solo el distanciamiento social obligatorio junto con el “enmascaramiento” parece tener éxito, se plantea que la OMS recomienda no usar máscaras en entornos comunitarios debido a la falta de evidencia, al tiempo que se sugiere una suerte de nuevo axioma: “La ausencia de evidencia de efectividad no debe equipararse a la evidencia de ineficacia, especialmente cuando se enfrenta a una situación nueva con opciones alternativas limitadas”.
A este enfoque se suma el del Instituto Empresarial Americano (AEI por sus siglas en inglés) el cual considera que “todos, incluidas las personas sin síntomas, deberían ser alentados a usar máscaras faciales de tela no médicas mientras están en público”.
Si bien las máscaras faciales no reemplazan las medidas de higiene repetidas como mantra, en la búsqueda de aplanar la curva que sature los sistemas de atención médica, sí contribuyen como una medida adicional para detener la circulación del virus.
El fundamento es que el periodo de mayor excreción viral ocurre los primeros días luego de contraer la infección, antes de que se produzcan síntomas tales como fiebre, tos y dolor de garganta, entre otros. El uso de mascarillas podría evitar que estos casos infecten.
Si bien la importancia es diferente, el razonamiento es el mismo que en el caso de los trabajadores de la salud: las máscaras no ofrecen protección total, pero algo de protección es mejor que nada.