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El trap, la falta de visibilización de las pibas y por qué de a poco todo está cambiando

Que hay menos artistas mujeres que artistas varones en la escena musical urbana es un hecho. El papel clave de las redes sociales en un panorama en el que las plataformas digitales no colaboran con la causa. 

El trap, la falta de visibilización de las pibas y por qué de a poco todo está cambiando
Cazzu durante un show en vivo (Foto: Instagram @cazzu)

¿Cuántas veces te cruzaste con una canción con un título como este “Loca - Khea ft. Duki & Cazzu”? ¿O este “En Tu Cuerpo Remix - Lyanno x Rauw Alejandro x Lenny Tavarez x Maria Becerra”? Es el amplio universo musical que hoy llamamos música urbana (y que, dicho sea de paso, probablemente deje de llamarse así) es una fórmula que se repite una y otra vez: una banda de traperos ft “la mina”. 

Y no, no es que las pibas no tengan talento y por eso entre 5 chabones meten una sola. Tienen más trabas, menos visibilidad. Para llegar tienen que probar 30 veces lo que los pibes probaron 10. 

Lo dejó bien en claro Cazzu en su último reportaje para Rolling Stone. Ahí decía querer escaparse del inevitable mote que se ganó por ser la voz femenina en numerosos feats: “Hice un disco porque tenía la intención de salir del lugar de nena que canta bonito en los featuring; la única piba que canta en un remix lleno de pibes”.

Obvio que a Cazzu no es a la única que le pasó, pero al ser una de las primeras figuras femeninas en el trap argentino junto a La Joaqui -además freestyler y primera mujer en participar de la Red Bull Batalla de los Gallos Argentina- tuvo que enfrentarse a muchas de estas situaciones. En esa misma entrevista, Cazzu dice: “Ojalá que todas las que van a venir tengan el privilegio de saltear una parte que me tocó muy hardcore. Estuve ahí para hacer ese cambio y siempre fue el objetivo: que esas pibas no tuvieran que pasar por lo que La Joaqui y yo sí". 

Y las pibas vinieron, claramente, y con un espíritu fresco y combativo que no deja pasar una. Pero llegar cuesta, y las pibas no logran la misma visibilización que los pibes. 

Hagamos un ejercicio: si vamos a Spotify, una de las playlists oficiales del género se titula Trapperz Argentina, que al momento de redactar esta nota tenía 429.709 likes y 90 canciones, en las cuales sólo en 13 participan artistas mujeres. 

Vamos a una que no sea creada por la propia empresa a ver qué pasa: Trap Argentino - Trap Argentina, con sus 64.083 likes y 173 canciones, sólo presenta 17 de pibas. La tendencia no cambia.

Nos mudamos de plataforma: vamos a YouTube, la primera que vio explotar al trap con millones y millones de reproducciones. “MIX TRAP ARGENTINO - LO MAS NUEVO” tiene 329.986 visualizaciones, 135 canciones y solo en 17 participan pibas. “TRAP Argentino 2020 Mix Playlist” cuenta con 109 videos, de las cuales solo 13 son de pibas.

Como que no hay mucha equidad en esos números.

La visibilidad para las mujeres es menor que la de los varones (y de diversidades ni hablemos) en playlists y mixes. Incluso en line ups de festivales: si tomamos el Buenos Aires Trap, evento mainstream que supo aprovechar el potencial del género en su pico, tuvo dos ediciones: en la primera, de 17 artistas, sólo dos eran mujeres. En la segunda -realizada con 9 meses de diferencia- de 23 artistas, sólo hubo 5 femeninas. Y tampoco es que el evento se ciñó únicamente al trap.

En eventos más under los nombres cambian pero los números no siempre: por ejemplo, en la última edición del ciclo Trap City (7/12 en Cultural Vivo) participaron las pibas de la Rip (x3) pero el resto de sus compañeros de line up (Internet Trash Gang, Axl Fiks, Nax King y el DJ Tony Tormenta) eran todos varones. Sólo en la última fecha presencial en Otra Historia Club Cultural (14/3) la cosa estuvo 50/50: cuatro mujeres, cuatro varones. Incluso en un evento por streaming que tuvo lugar hace poco en ese mismo lugar hubo más artistas mujeres que varones. ¿Será que la equidad está en lo under?

Tal vez. Mucho también es cuestión de insertarse en la movida. Los eventos mainstream dan la impresión de estar organizados por un grupo de personas que busca lucrar pero poco le importa la escena, mostrar artistas nuevxs, hacer una apuesta por algún sonido o figura del ámbito. También es probable que las cosas cambien una vez que regresen los shows en vivo. Con la difusión que hubo (y está habiendo) en redes sociales entre artistas, colaboraciones, apoyos cruzados, puede que la escena hasta se despierte y diversifique un poco. 

Y si no, bueno, soñar es gratis.

Además de la falta de visibilización, en el ambiente también están las actitudes machistas que frustran, que duelen, que dificultan, que alejan. “Situaciones machistas se viven y es muy notable, por ejemplo, cuando hacen comparaciones constantemente entre las artistas mujeres. Nos hacen sentir que se nos exige un poco más en todo”, dice Louly a Filo.News, artista que experimenta con el costado más R&B de la escena y que en 2019 firmó con Mueva Records, sello bisagra del trap argentino.


 

Pero las experiencias varían y afortunadamente, no todas atraviesan este tipo de situaciones. “Sinceramente yo no viví situaciones de machismo en el ambiente pero quizás tenga que ver con que comparto banda con seis varones”, cuenta Sofía Caruso, del grupo trap-indie Lxs Familia. “No puedo decir que el machismo no existe en la escena porque sería absurdo. Sí supe de situaciones machistas que vivieron compañeras. También creo que cada vez son menos porque por un lado, somos muches les que nos replanteamos estas cosas. Y también porque hay una colectividad de mujeres y disidencias que está muy atenta y no las deja pasar, ya no se toleran”.

Louly, que ya hace 5 años desde que empezó a trabajar en su música, reconoce que, poco a poco, el paradigma está cambiando: “Siempre en la industria y en general en la sociedad se le dio más oportunidad a los chicos pero por suerte nosotras estamos cambiando eso”.

“La música urbana era un espacio de varones y para varones hasta hace años atrás. Si bien ahora eso está cambiando, es cuestión de tiempo para que el número de pibas y pibes que hay en el género se equilibre”, vaticina Sofía.

¿Qué falta para llegar a ese equilibrio? Nuevas artistas, más participación femenina en eventos, line ups, medios, remixes; más apuestas por parte de sellos y discográficas; más apoyo por parte de la comunidad artística. básicamente espacio y confianza

Taichu, Odd Mami y Saramalacara, las pibas de la Rip Gang. | Foto: Instagram @nastychinchilla

Este último punto es clave y hay tres artistas de la escena que, creo, con mi subjetividad en todo su esplendor, que llevaron ese aspecto a su máxima expresión: Taichu, Saramalacara y Odd Mami, AKA, las pibas de la Rip Gang.

En diciembre del año pasado, Ill Quentin -integrante de esta crew de la cual Dillom fue la cara más visible en sus inicios- le contaba a Filo.News que sentía que con la Rip Gang “estaban haciendo algo nuevo a nivel nacional”. En aquel momento ya habían pasado por el escenario del Buenos Aires Trap (invitados por Dillom y Muerejoven que fueron quienes figuraban en el line up) porque desde el vamos se entendió que proponían algo distinto.

Este colectivo de trappers, diseñadores, filmmakers, y demases irrumpió en una escena que había visto a esa primera ola de Duki/Khea/Cazzu y etceteras triunfar en lo alto, y ya buscaba una antítesis, o por lo menos, algo distinto. Con una fanbase muy sumergida en redes sociales y comunidades como SoundCloud, se ganaron el cariño de miles y miles de oyentes a quienes el establishment de trappers no le atraía.

Y ahí estaban ellas tres. Cada una con un perfil característico, una con una onda más skater, otra, una onda más indie-cute, otra con una onda más hiphoper/R&B. Y un poco se vio representada la pibada del público. 

“Al panorama que había propuesto, nosotras trajimos algo no necesariamente nuevo pero sí planteado de manera impactante. Existía esa etiqueta de ‘música de chicas para chicas’ y vinimos a romper un poco con eso: hicimos cosas bastante diferentes para lo que se suele ver a una adolescente haciendo música y no digo que no lo estuvieran haciendo antes, pero nosotras lo trajimos en forma de colectivo, con los pibes; sin hacer diferencia necesariamente entre artista mujer/artista hombre”, le cuenta Sara a este medio.

Odd Mami, a quien también suelen llamar por su nombre, Helena, coincide en que lo llamativo de su arribo a la escena surgió de la particularidad de cada una sumado a otro aspecto: “También pasa que somos muy contemporáneas con el sonido actual, por lo que yo no me consideraría demasiado particular pero sí que estamos aggiornadas a lo contemporáneo de nuestra forma única”.

Como mencioné unos párrafos más arriba, una de las herramientas que potenció su llegada fue compartir canciones, publicaciones, cuentas regresivas, etc; fogonearse constantemente para hypear al público, 

“Las redes sociales hoy en día son lo más importante porque es nuestra forma de darle conocimiento a las cosas. Acá se fue dando de ir a lugares, conocer gente, ver lo que hacían y si te gusta, ahí los seguís, lo das a conocer y no solamente en tu ámbito laboral sino a todas las personas que te siguen y tienen que ver con vos. Les estás diciendo 'presten un oído a esto' también”, dice Sara.

Y Hele suma: “Me parece que las redes sociales ayudan un montón, sino no hubiésemos llegado hasta donde llegamos. La difusión entre artistas es súper necesaria y creo que es lo que nos potenció, estar juntas, pero al mismo tiempo ser individuos particulares y que hacen sus propias cositas”.

Para cada una, obtener su lugar en la escena se logró de formas distintas: para Odd Mami, fue sobre el escenario del festival La Nueva Generación en Córdoba. Para Sara, la cosa fue más vertiginosa: con su primer tema, ‘Budokai Tenkaichi’, sintió que se lo había ganado.

Ese tema, que para Sara significó tener un pie adentro de la escena, para el público tomó otro tipo de relevancia: “Un montón de chicas me hablaron para decirme que lo sentían como una referencia, como para agarrarse de eso y empezar a hacer su música. Para mi fue una banda, fue re lindo”.

Y es justamente por eso que hacen falta más pibas. Faltan más pibas que inspiren a las pibas, que representen a las pibas, con las que las pibas se sientan identificadas y a las que las pibas puedan admirar como referentes. Pero tranqui, que si hilamos fino, descubrimos toda una oleada de artistas emergentes, algunas incluso con un único tema lanzado, pero con mucha frescura para la escena.

Si vamos a lo under de lo under, podemos encontrar a Greta Dumont, Pucca Thai, Sofa, Hanna Perkins, Bad Pukka y Latina, por nombrar algunas artistas con las que me crucé swipeando stories de Instagram. Y es que en los tiempos que corren es esa la herramienta para descubrir nueva música. Ya sabemos que los medios llegan híper tarde a todo y para cuando tildan algo de “nuevo” ya pasó por todo el circuito de validación local.

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De a poco, el panorama va cambiando. Aquel himno del trap argentino en el que nueve varones venían a tumbar el club con una sola piba ya va quedando en el pasado. Tal vez un día el himno cambie, o tal vez no, pero definitivamente el género ya no se siente representado por esa imagen.

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