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Ollas populares: "La desigualdad se marca cuando veo que la alimentación es un negocio"

Vecinas y vecinos alistan sus cubiertos, ubican mesas, preparan viandas. Se organizan. Ponen el cuerpo. La pandemia golpea, pero la acción social se fortalece generando un abrazo colectivo ante la diferencia. ¿Qué sucede cuando el acceso a un plato de comida se vuelve el privilegio de pocos? Cuentan sus historias para Filo.News las activistas Paola Castro y Georgina Mansilla de La Poderosa, y Silvia Saravia, presidenta de Barrios de Pie -Libres del Sur.

Ollas populares: "La desigualdad se marca cuando veo que la alimentación es un negocio"
Ollas Populares (Fuente Facebook Barrios de Pie Nacional)

"En nuestros espacios hoy debemos estar dando de comer y asistiendo a 200 mil personas". 200 mil personas que se ubican en una fila esperando tener en sus manos un locro caliente, un plato de fideos,  un guiso de arroz. 200 mil personas con barbijos, 200 mil personas con hambre, 200 mil personas.

Silvia Saravia repasa la cifra en su mente y se concentra para intentar expresar qué siente al estar en una olla popular, qué siente al estar al frente de Barrios de Pie, una de los movimientos sociales más influyentes del país, que se encarga de hacer llegar un plato de comida.

Para algunos, quizá suene extraño pensar en la falta de un alimento antes de irse a dormir o al levantarse por la mañana. Sin embargo, para otros se vuelve una cuestión inalcanzable dentro de un sistema selectivo y de un país en el que se profundizó la crisis económica con el estallido de la pandemia.

Ante el avance del COVID-19, la ONU (Organización Mundial de la Salud) prevé 45 millones más de pobres en América Latina, y hay quienes estiman que la situación de la pobreza en la argentina podría incrementarse en un 50%. Es decir, 1 de cada 2 argentinos es pobre. Los números estremecen. 

¿Qué se siente al estar en una olla popular? El frío de que llegue tu turno, el aroma a comida que ingresa por todos los poros, la responsabilidad de generar nada menos que un derecho, quizá esperanza, quizá amor.  

Entre sonidos e ideas que se amontonan en la mente, Silvia evoca una melodía. "Hay una canción que dice 'nunca me acostumbraré'", señala como quien sabe que el arte libera y expresa. Con una combinación de guitarras, flauta, y percusión, Arbolito pone música a la rutina del ser urbano, inmiscuido en su existencia, individual de preocupaciones. Sin embargo, plantea una paradoja: mientras desacostumbrarse parece una utopía dentro de un sistema de hábitos y naturalizaciones, la deconstrucción aparece como una suerte de click, de cambio y lazo social.

Nunca me acostumbraré
a esa señora buscando basura en la puerta de mi casa.
Nunca me acostumbraré
a tu carita de hambre pidiéndome algo para comer,
Nunca me acostumbraré
a tu barrio de lujo en frente de la villa.
Nunca me acostumbraré.

"Creo que es un poco lo que nos atraviesa a todos y a todas los que participamos y militamos en el territorio. Las historias de vida son durísimas, uno nunca deja de sorprenderse desde la resistencia y la resiliencia, la capacidad de sobrevivir y no sólo sobrevivir sino tender una mano a otros también estando en una situación muy complicada", añade mientras charla con Filo.News.

Silvia Saravia ejerce como coordinadora nacional del movimiento Barrios de Pie desde septiembre de 2018 y además, como docente en escuela secundaria ubicada en la localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires. 

"Tenemos alrededor de 45 mil compañeros y compañeras en todo el país, organizados en distintas tareas desde comedores y merenderos hasta espacios productivos, de educación vinculados a la prevención de enfermedades", menciona.

Dentro de los barrios, la organización nace a voluntad de las vecinas y vecinos. Cada uno aporta sus ollas, sus cubiertos, su energía. Se agrupan todos con la misma prioridad: "que a ningún vecino/a se quede sin un plato de comida". Desaparece la individualidad: un abrazo en tiempos que nos ordenan el metro de distancia. 

Así lo expresan las activistas de La Poderosa, Georgina Mansilla -compañera del Frente de Géneros, residente en Barrio Los Pumitas (Empalme Graneros, Rosario, Santa Fe)- y Paola Castro -vecina del barrio Los Álamos (Virrey del Pino, partido de La Matanza) encargada de la planificación de las ollas, madre, abuela-.

"Cuando nos replanteamos cómo encarar la olla en contexto de pandemia yo expresé que teníamos que cocinar como para nuestra familia porque ya era y es muy difícil tener que buscar lo que deberías poder proveer en tu casa a tu hijos", sostiene Paola, y piensa en sus hijos: un niño de 3 años de edad y un adulto de 25 años, padre de sus dos nietos; y en su compañero Daniel.

Paola Castro sobre el activismo por el acceso a la alimentación

La pandemia no sólo profundizó la crisis económica que la Argentina ya venía arrastrando -dejando cifras espantosas de desempleo- sino que imposibilitó la realización de ocupaciones laborales y puestos de trabajo, y el pedido de distanciamiento como medida de prevención llevó a generar protocolos sanitarios, que debieron implementar vecinos y activistas. Ollas, comedores y merenderos siguieron las indicaciones del ministerio para seguir manos a la obra.

"Cuando comenzó la cuarentena el merendero asistía a 30 familias, hoy estamos en las 150 familias, más de 600 personas. Teníamos que organizarnos para poder saber cómo enfrentar lo que se venía. No sabíamos cuánto tiempo iba a llevar, si era verdad, cuanto había que tener de cuidado y demás", cuenta Paola, y ahí comenzó la búsqueda: solicitar donaciones y ayuda para poder abastecerse de artículos de limpieza, de guantes, de barbijos. "Una vecina súper amorosa vino con barbijos. Lo hizo con tanto amor, de todos los barbijos que he usado es el que mejor me calza y con el que me siento más cómoda, y a todas nos pasó eso", añade.

Ollas Populares | Fuente: Facebook Barrios de Pie nacional

Paola se capacita, aprende sobre Excel a través de YouTube, se nutre de herramientas para llevar los registros del merendero: cuánto se usa, qué es lo que falta, los datos personales de los vecinos, etc. "Hicimos relevamientos para inscribir a los vecinos para el IFE(Ingreso Familiar de Emergencia), la cantidad de personas que necesitaban inscribirse y dar el alta, vimos qué necesidades tenían porque todos sabemos que era imposible poder acceder a Anses y demás. Lo hicimos entre nosotras. Me dio mucho orgullo tener una vecinita joven (15 años), a la par con el trabajo administrativo. Día a día veo el empoderamiento de toda la comunidad, eso me impresiona muchísimo", expresa.

Cuestión de (pro)porciones: a más platos, más manos

Como mencionamos, las cifras de desempleo impactan. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA) el 8,2% de los ocupados perdió su empleo o no puede realizar su actividad por cuenta propia y el 39,3% está suspendido o dejó de trabajar. 

"Muchxs de los vecinxs del barrio no sólo dependen de un trabajo informal sino también de changas, cartoneros, y en el contexto de la cuarentena se ven imposibilitados a hacerlos. Estas familias sólo cuentan con las ollas populares de los barrios para poder llevar un plato de comida a sus casas. Es ahí donde las demandas de los comedores aumentaron, y las raciones se triplicaron", señala Georgina Mansilla. 

De lunes a viernes preparar la leche, los panes, pasta frola o incluso "la maña de ponerle tanto amor a la comida para que todo sea rico", como dice Paola. "Siento una obligación inmensa para con esos vecinos que hacen la cola en el comedor, que necesitan llevar el alimento o la leche a la casa. Sé cómo esperan los niños porque mi niño también espera cuando le doy su comida o su leche. Y la obligación la siento porque es un derecho que deberíamos tener todos y no lo tenemos, ni lo hemos tenido. Lo hago desde el amor y ese compromiso, esa responsabilidad de abrazarnos en esta acción", extiende sus palabras.

Ollas Populares | Fuente: Facebook Barrios de Pie nacional

Sin embargo, la profundización de la crisis económica no es la única cara de la moneda pandemia. Así como se incrementó el número en la asistencia de comedores, ollas y merenderos, también el número de gente dispuesta a ayudar. "Se generan más espacios de participación y de organización en muchísimos barrios, no sólo en lugares donde la pandemia registró brotes más fuertes -como sucede en el AMBA y en Chaco- sino en el resto del país", destaca Silvia Saravia

"Son las mismas vecinas las que sostienen las ollas, las que cuidan a les pibis de las otras vecinas mientras otras sostienen los espacios alimentarios, quienes participan en los talleres y espacios cooperativos. Los barrios seguimos resistiendo gracias a las redes de cuidados colectivos que tejemos todos los días las vecinas, desde antes de la pandemia; y ante el aumento de urgencias se fortalece", complementa Georgina.

  • Alimentación saludable

"Tener nuestros intestinos atorados o atiborrados de comida hacen que el sistema inmunológico se debilite", puntualiza Paola quien se dedica a enseñar sobre la alimentación saludable en su barrio. Estudió las propiedades del kéfir -una bebida probiótica- y sus beneficios en la digestión.

"Es muy bueno porque en los barrios como en los nuestros, populares, la gente consume, en su mayoría, muchas harinas, salsas, quesos, porque no acceden al conocimiento del uso de otros alimentos o de una mejor alimentación. Y bueno, que incorporen un probiótico como el kéfir es impresionante. Al mismo tiempo probé hacer pan, y como la harina es glucosa (el kéfir se alimenta de esa glucosa de la harina) hizo que el pan dure más, sea más esponjoso, más sabroso", cuenta. 

"Somos las mujeres las que sostenemos las ollas"

Las destinadas a la cocina, las consideradas "amas de casa" ¿son también las encargadas de estar al frente de las ollas populares y comedores? La respuesta, no les sorprenderá. Aunque eso no implique que no haya participación de otros géneros en ollas populares y comedores. 

"Los espacios alimentarios se sostienen por las mismas vecinas del territorio, hicimos un relevamiento para saber qué compañera es factor de riesgo y quién no, para cuidarnos entre nosotras. Somos las mujeres quienes sostenemos las ollas", reconoce Georgina y concientiza sobre la violencia de género, que dicho sea de paso, con la pandemia se concentró a las víctimas en los espacios donde son mayormente vulneradas: sus hogares.  

Ollas Populares | Fuente: Facebook Barrios de Pie nacional

"Desde la Casa de las Mujeres y las Disidencias no paramos ya que la violencia de género se recrudeció aún más. Nos organizamos a través de guardias telefónicas para poder acompañar a cada mujer en lo que necesita. También si una vecina corre riesgo su vida en el barrio, la trasladamos a un lugar seguro como puede ser el departamento de una compañera fuera del barrio, con todas las medidas de seguridad correspondientes, porque muchas no quieren ir a los refugios del Estado, por no encontrar contención allí", agrega la referente del Frente de Géneros de La Poderosa. Recordamos que la línea gratuita 144 brinda atención y contención las 24 horas para todo el país; y el Whatsapp 1127716463.

"Los hombres han hecho un techo para que en el invierno que empezamos temprano a preparar la helada no nos pegue en la espalda" —complementa Paola, quien resalta que no hay otra manera de concretar los esfuerzos que la organización colectiva— "Es muy gratificante ir viendo que en este tiempo, en este último año los hombres se sumaron a colaborar y a trabajar en conjunto con las mujeres que, generalmente son las que llevamos el frente".

"Lo personal es político"

Mientras la agenda marca que la prioridad es el virus, en las calles, en los barrios, si no están asegurados los derechos, hay menos herramientas para protegerse: insumos básicos sanitarios como agua potable, asfalto de calles, entre diversas problemáticas. Pasan los gobiernos, promesas de "pobreza cero", las voces de los vecinos que piden ser escuchados. ¿Dónde está el Estado?

"Como lo personal es político creo que es muy importante organizarse para hacer frente a las injusticias, es una de las cuestiones fundamentales en una pelea que venimos dando colectivamente", advierte, por su parte, Silvia Saravia.

En los barrios -así como en otros ámbitos como la escuela- las ollas populares son un espacio de sororidad y empatía, en el que una problemática no anula la otra, se suman. La ausencia de urbanización en los barrios, es una de las tantas imprudencias del Estado, negligencia que acarree las inundaciones. Las conexiones eléctricas fluctúan y se incrementan en estos climas fríos.

"No alcanza para abastecer a todas las familias, la demanda hace que se quemen los transformadores. Y como consecuencia estamos días y días sin luz. Al realizar los reclamos no los toman, la respuesta es que 'no pagamos la luz', y si no tenemos nuestros barrios urbanizados esos derechos no están garantizados, no accedemos", visibiliza Georgina, que amplía con las afecciones de salud que producen estas carencias.

"Muchas familias para calefaccionar sus casas usan estufas, si no tienes luz no podes usarlas. En los barrios Los Pumitas, Empalme Graneros y la Cariñosa de Rosario ante esto desarrollan otros métodos como el uso de carbón, por lo que varias familias terminaron internadas tras haber inhalado el monóxido de carbono; muchas de ellas vecinas que son factor de riesgo, o tienen problemas respiratorios. Hay niños que necesitan usar respirador de noche, y si no tenés luz, ¿cómo haces para respirar? Así como también las personas que tienen que hacer nebulizaciones o necesitan de tratamiento, las vecinas diabéticas que requieren insulina diaria y si no la tenés en la heladera no sirve", añade concientizando sobre cuestiones que trascienden el barrio rosarino en el que vive. 

Ollas Populares | Fuente: Instagram La Garganta Poderosa

"Cuando acá empieza a llover entramos en vigilia porque queremos ver hasta dónde va a subir", explica Paola, sobre su barrio en La Matanza. Ahí comienza el período de seguimiento, rogar que el agua no siga creciendo, que no suban sus niveles. A Paola se le hace un nudo en la garganta de sólo acordarse de Tobías, un bebé de ocho meses que murió, ahogado en una de las inundaciones: "Ese día, Miriam su mamá se quedó en vigilia como todos nosotros y se quedó dormida. Tobías, como todo bebé, se despertó y cuando vio a la mamá cansada se puso a gatear. En un contexto normal, el bebé se puede caer y golpear, pero acá lo perdimos. Tobías se ahogó, por la negligencia y la ausencia de nuestro municipio en hacer las obras". 

A quien tampoco olvida es a Ramona Medina, también activista de La Poderosa, vecina del barrio popular 31 de Retiro (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), que falleció luego de contagiarse coronavirus y días después de reclamar al gobierno insumos básicos para apaliar la crisis sanitaria: estaba hablando de recursos como agua potable en los grifos. 

 

"Lo más fuerte que recuerdo en este tiempo fue enterarnos la pérdida de Ramona, fue terrible" —expresa Paola con un brillo en los ojos— "El Estado colaboró cuando le explotó en la cara el abandono de tantos años de los sectores populares. Se marcó profundamente con la pérdida de nuestra compañera Ramona  y con otros que están constantemente parando la olla. El hecho de que no se garanticen cosas básicas como el acceso a agua potable, a vivienda, a que te acerquen un móvil de Anses, un cajero automático para que no tengas que circular y correr el riesgo de contagiarte y de llevarlo a tu casa. No está llegando la ayuda".

Desde su cargo como presidenta de Barrios de Pie, Silvia Saravia tuvo reuniones con el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y distingue los aciertos del Gobierno. Sin embargo, considera: "Creemos que el Estado debe cumplir un rol fundamental no sólo en esta etapa de crisis sino en líneas generales para revertir la situación de desigualdad. La colaboración hoy es insuficiente porque los niveles de desigualdad son altos por no tendría que estar planteado desde un lugar de colaborador sino interviniendo para poder revertir las desigualdades que atravesamos. Es necesario rediscutir quiénes son los que se benefician de esos procesos (inflacionarios) y cuando hay momentos de crisis como este qué sectores siguen ganando".

Silvia Saravia sobre el activismo por el acceso a la alimentación

"Siento que la desigualdad se marca cuando veo que la alimentación es un negocio, y cuando veo el que genera el crecimiento en las ciudades por la construcción, o la mujer que cuida a los niños de las familias que tienen mejores condiciones económicas, que limpian sus casas, o que van a trabajar y viajan horas y horas para poder traer la comida a su casa. Siento la desigualdad, cuando no se puede acceder a una mejor alimentación, a una calle para poder llegar a la parada del primer colectivo de los tres que tomás para llegar al lugar donde trabajás. Cuando el hospital (como el Hospital Evita) te queda a 1 km o 2 km, y al llegar, tampoco tiene los insumos para poder atender a la gente. Cuando veo todo esto siento la desconexión humana que hay en general. Que no haya empatía, que se acepte que la vida es así: hay algunos que tienen más y otros menos, hay algunos que sufren más y otros menos. Esto es algo que vengo viendo y que se queda más a flor de piel en este contexto de pandemia", asegura Paola. Suena de vuelta "La Costumbre" de Arbolito.

#SomosEsenciales

¿Qué implica ser esencial? ¿indispensable para la comunidad? ¿y bajo qué términos se discute eso en tiempos donde a mayor salida de personas, mayor es la exposición al virus y el contagio? Es indispensable un médico (ejemplo válido para todo el personal de salud) porque salva vidas pero quizá la medicina no sea el único método de salvación.

Ollas Populares | Fuente: Facebook Barrios de Pie nacional

Bajo el hashtag de este subtítulo, activistas y colaboradores de Barrios de Pie y el movimiento Libres del Sur visibilizaron la tarea de la asistencia humanitaria, en pos de una ayuda económica de parte del gobierno. En paralelo, es inevitable trazar otra asociación: la organización fue fundada en el año 2001, como respuesta a la profunda crisis de la Argentina. Revisar de dónde venimos, nos sirve para saber dónde estamos: con unos índices de pobreza que recuerdan aquel delicado período.

"Hoy, casi 20 años después parece que seguimos en la misma ¿no?"— menciona Silvia, con un dejo de ironía amarga— "Nosotros planteamos que la tarea social es muy importante pero insuficiente respecto a la necesidad de hacer un cambio estructural. Por eso nosotros creemos que hay que discutir la política y el proyecto de país, sino va a ser cíclico y cada tanto volveremos a caer en este tipo de crisis".

Salir. Exponerse. Y el debate de que quizá aislarse sea permanecer ajeno, acostumbrado. Sin embargo, cuidarte es cuidarnos también por lo que la ayuda encuentra caminos que trascienden lo presencial. Interesados en colaborar, pueden ponerse en contacto con las redes sociales de ambas agrupaciones. 

Georgina Mansilla sobre el activismo por el acceso a la alimentación

"Nos fortalece que destinen una hora a la semana, todos los aportes son bienvenidos", destaca Georgina, quien, como otra propuesta invita a realizar un aporte monetario desde $100 para la campaña #ContagiáSolidaridad. "Eso hace que podamos servir un plato de comida digno a nuestros pibes y pibas, y no sea sólo con arroz o fideos", añade.

"Cuando nos unimos y hacemos algo por un vecino que necesita ayuda, es impresionante. Organizarnos para vender algo o velar un ser querido, lo que sea. Una vez hicimos una recaudación para una vecina que estaba padeciendo cáncer. Ahora que estoy contando todo, más me hace ver que estamos en el camino correcto y haciendo las cosas de una manera correcta", expresa Paola con aire de triunfo colectivo.

Barrios de Pie y La Poderosa son algunos de los movimientos que incentivan la acción de ollas populares. Más de 200 mil personas están siendo asistidas por colaboradores y activistas. Podés sumar tu aporte a través del mail colectivolapoderosa@gmail.com, Twitter @BarriosdePie, Instagram @barriosdepienacional y ambas páginas web.

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